Yihadistas y ultraderechistas aprovechan la pandemia para incrementar sus seguidores

, | 26 mayo, 2020

António Guterres, secretario general de la ONU, advirtió de “un tsunami de odio y xenofobia”

FÉLIX FLORES. LA VANGUARDIA.- La pandemia ha dado trabajo a los expertos en terrorismo en las últimas semanas y meses. Una enorme profusión de propaganda y de mensajes extremistas en plataformas y canales digitales, tanto en los encriptados como en los más populares y de uso común, ha estado ganando, a cuenta de la Covid-19, nuevos adeptos para la extrema derecha más violenta y para el yihadismo, con llamamientos a socavar el orden –o el desorden– mundial y facilitar su destrucción para que emerja uno nuevo .

No hay ningún misterio en el pensamiento de los apologetas del cuanto peor, mejor. Para los de extrema derecha, detrás del coronavirus están los chinos en una nueva encarnación multiplicada de Fu Manchú, o el no menos diabólico judío George Soros, o una élite mundial que consume adrenocromo, la carísima droga de moda que se extrae de la sangre de niños torturados… en Wuhan. Todo es una conspiración. Pero se trata, para ellos, de aprovechar la oportunidad de acelerar la decadencia del sistema.

Para los yihadistas, el virus es un ‘soldado’ enviado por dios y para la ultraderecha, producto de una conspiración

Para los yihadistas, el virus es un “soldado”, ha sido enviado por Dios para castigar a sus enemigos, que tanto son los occidentales como los apóstatas chiíes, y si afecta a los buenos musulmanes será porque no toman las debidas precauciones (que los propios yihadistas recomiendan a partir de las de la Organización Mundial de la Salud). Así han sido los razonamientos de los ideólogos de unos y otros, en general bastante pedestres mas no por ello menos inquietantes.

Si las interpretaciones del virus son diversas, las propuestas de actuación se parecen: si uno es positivo de Covid-19, lo mejor que puede hacer es tejerse un aura de mártir (de la causa que sea) y toserle a la gente a la cara, especialmente a la policía. Se supo de la detención, el 16 de abril, de dos individuos en Túnez por un supuesto intento.

Mucho más preocupante ha sido la propuesta, también común, de atacar hospitales. Fue el caso del supremacista abatido a tiros el 27 de marzo por el FBI cuando pretendía hacer volar un hospital en Misuri. Semejante crimen no detiene a nadie, como demostró Estado Islámico al asesinar a tiros a 16 parturientas, dos bebés y seis empleados de una maternidad en Kabul el 14 de mayo. Las víctimas pertenecían a la minoría hazara de Afganistán, de confesión chií.

Teóricos europeos y norteamericanos coinciden en señalar la amenaza de la extrema derecha como la más evidente

Investigadores particulares y centros de análisis como el ICG de Bruselas, el CSIS de Washington o el ISD de Londres, o la Comisión Europea y la ONU han llegado a las mismas conclusiones sobre el incremento de la propaganda extremista y sus amenazas. Así, por ejemplo, en un breve documento enviado el 14 de mayo por el coordinador antiterrorista de la Comisión Europea, Gilles de Kerchove, a todas las delegaciones de los estados miembros de la UE se señalaba el peligro de que extremistas de derecha y yihadistas atacaran hospitales, y se llamaba a “evitar que la actual crisis sanitaria y económica derive en una crisis de seguridad”.

Teóricos europeos y norteamericanos coinciden en considerar la amenaza de la ultraderecha (con sus características a uno y otro lado del Atlántico) como la más evidente, ya que ha ido creando un caldo de cultivo al apuntar como responsables del virus a inmigrantes, musulmanes y judíos. Según el Institute for Strategic Dialogue (ISD), de Londres, los seguidores de canales supremacistas en Telegram aumentaron exponencialmente, y uno en concreto dedicado a la Covid-19 registró un incremento de usuarios del 800% a primeros de abril.

Las redes de apoyo a Estado Islámico se expanden a pesar de las medidas que se toman para desmantelarlas

MICHAEL KRONA Investigador del yihadismo en internet

La audiencia de los canales yihadistas también ha crecido con la pandemia, a un nivel similar al que se registró tras los atentados de París, Bruselas o Niza, ha observado el investigador sueco Michael Krona. En noviembre del 2019, Europol liquidó miles de cuentas en Telegram del entorno de apoyo del Estado Islámico (EI), que tuvo que migrar a otros canales, pero ahora ha vuelto a esa plataforma, y con fuerza.

“Cada mañana entro –en las redes– y empiezo a seguir cinco o diez nuevos canales y grupos. Ahora hay 300 o 400 en diversas plataformas”, escribía hace unos días Michael Krona, experto en el yihadismo en internet y coautor con Rosemary Pennington de The Media World of ISIS (2019). Profesor de Comunicación en la Universidad de Mälmo (Suecia), Krona explica que por un lado están los medios oficiales de Estado Islámico (EI) y por otro unas redes de apoyo que “se expanden y se expanden, a pesar de las medidas que se toman para desmantelarlas”.

La pandemia ha dado trabajo a los expertos en terrorismo en las últimas semanas y meses. Una enorme profusión de propaganda y de mensajes extremistas en plataformas y canales digitales, tanto en los encriptados como en los más populares y de uso común, ha estado ganando, a cuenta de la Covid-19, nuevos adeptos para la extrema derecha más violenta y para el yihadismo, con llamamientos a socavar el orden –o el desorden– mundial y facilitar su destrucción para que emerja uno nuevo .

No hay ningún misterio en el pensamiento de los apologetas del cuanto peor, mejor. Para los de extrema derecha, detrás del coronavirus están los chinos en una nueva encarnación multiplicada de Fu Manchú, o el no menos diabólico judío George Soros, o una élite mundial que consume adrenocromo, la carísima droga de moda que se extrae de la sangre de niños torturados… en Wuhan. Todo es una conspiración. Pero se trata, para ellos, de aprovechar la oportunidad de acelerar la decadencia del sistema.

Para los yihadistas, el virus es un ‘soldado’ enviado por dios y para la ultraderecha, producto de una conspiración

Para los yihadistas, el virus es un “soldado”, ha sido enviado por Dios para castigar a sus enemigos, que tanto son los occidentales como los apóstatas chiíes, y si afecta a los buenos musulmanes será porque no toman las debidas precauciones (que los propios yihadistas recomiendan a partir de las de la Organización Mundial de la Salud). Así han sido los razonamientos de los ideólogos de unos y otros, en general bastante pedestres mas no por ello menos inquietantes.

Si las interpretaciones del virus son diversas, las propuestas de actuación se parecen: si uno es positivo de Covid-19, lo mejor que puede hacer es tejerse un aura de mártir (de la causa que sea) y toserle a la gente a la cara, especialmente a la policía. Se supo de la detención, el 16 de abril, de dos individuos en Túnez por un supuesto intento.

Mucho más preocupante ha sido la propuesta, también común, de atacar hospitales. Fue el caso del supremacista abatido a tiros el 27 de marzo por el FBI cuando pretendía hacer volar un hospital en Misuri. Semejante crimen no detiene a nadie, como demostró Estado Islámico al asesinar a tiros a 16 parturientas, dos bebés y seis empleados de una maternidad en Kabul el 14 de mayo. Las víctimas pertenecían a la minoría hazara de Afganistán, de confesión chií.

Teóricos europeos y norteamericanos coinciden en señalar la amenaza de la extrema derecha como la más evidente

Investigadores particulares y centros de análisis como el ICG de Bruselas, el CSIS de Washington o el ISD de Londres, o la Comisión Europea y la ONU han llegado a las mismas conclusiones sobre el incremento de la propaganda extremista y sus amenazas. Así, por ejemplo, en un breve documento enviado el 14 de mayo por el coordinador antiterrorista de la Comisión Europea, Gilles de Kerchove, a todas las delegaciones de los estados miembros de la UE se señalaba el peligro de que extremistas de derecha y yihadistas atacaran hospitales, y se llamaba a “evitar que la actual crisis sanitaria y económica derive en una crisis de seguridad”.

Teóricos europeos y norteamericanos coinciden en considerar la amenaza de la ultraderecha (con sus características a uno y otro lado del Atlántico) como la más evidente, ya que ha ido creando un caldo de cultivo al apuntar como responsables del virus a inmigrantes, musulmanes y judíos. Según el Institute for Strategic Dialogue (ISD), de Londres, los seguidores de canales supremacistas en Telegram aumentaron exponencialmente, y uno en concreto dedicado a la Covid-19 registró un incremento de usuarios del 800% a primeros de abril.

Las redes de apoyo a Estado Islámico se expanden a pesar de las medidas que se toman para desmantelarlas

MICHAEL KRONA Investigador del yihadismo en internet

La audiencia de los canales yihadistas también ha crecido con la pandemia, a un nivel similar al que se registró tras los atentados de París, Bruselas o Niza, ha observado el investigador sueco Michael Krona. En noviembre del 2019, Europol liquidó miles de cuentas en Telegram del entorno de apoyo del Estado Islámico (EI), que tuvo que migrar a otros canales, pero ahora ha vuelto a esa plataforma, y con fuerza.

“Cada mañana entro –en las redes– y empiezo a seguir cinco o diez nuevos canales y grupos. Ahora hay 300 o 400 en diversas plataformas”, escribía hace unos días Michael Krona, experto en el yihadismo en internet y coautor con Rosemary Pennington de The Media World of ISIS (2019). Profesor de Comunicación en la Universidad de Mälmo (Suecia), Krona explica que por un lado están los medios oficiales de Estado Islámico (EI) y por otro unas redes de apoyo que “se expanden y se expanden, a pesar de las medidas que se toman para desmantelarlas”.

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