Washington Redskins: cuando el racismo es una marca registrada

| 9 julio, 2014

Barack Obama, los senadores demócratas y diferentes asociaciones indias reclaman el cambio de nombre de los Washington Redskins por ser éste ofensivo hacia los Nativos Americanos

Los principales diccionarios de lengua inglesa recogen la connotación peyorativa del término redskin, en castellano ‘piel roja’

Por ese motivo la Oficina de Patentes de Estados Unidos canceló el pasado junio todas las marcas registradas por esta franquicia de fútbol americano

redskinsnombreFERNANDO MARTÍN.- Cierre por un momento los ojos e intente imaginar que un equipo español de fútbol se hiciera llamar ‘Los Morenos’. Que su logo y su mascota fueran un subsahariano de gesto fiero y pecho descubierto. Que durante décadas nombre y símbolo gráfico, registrados convenientemente como marca, fueran incluidos en miles de productos de merchandising. E intente imaginar a ese equipo defendiendo su postura como razonable. Inconcebible, ¿verdad?

Quizá se sorprenda el lector al saber que una situación análoga se da desde hace décadas en la Liga profesional de fútbol americano de Estados Unidos (NFL), y no en un estado sureño sino en la misma capital. Entre otras muchas cosas, Washington D.C. es el hogar de los Redskins, una franquicia con poco que celebrar últimamente y que ahora está en boca de todos por razones no deseadas.

Según el diccionario Merriam-Webster, el significado de redskin es «indio americano», con una importante acotación: «de uso normalmente ofensivo». Los principales diccionarios de lengua inglesa, incluidos los digitales, recogen el mismo matiz.

El término redskin, traducido literalmente como «piel roja» en castellano, se creó durante la colonización del territorio que hoy ocupa Estados Unidos. Originalmente se utilizaba para referirse a una serie de tribus que cubrían su piel con un pigmento rojo. Pero el lenguaje es algo vivo. Las palabras evolucionan, mutan y se llenan de nuevos significados. Redskin pasó a emplearse en el argot popular para designar al conjunto de los indios americanos de manera grosera, condescendiente y racista. Su uso en público es limitado por razones evidentes y, sin embargo, continúa siendo la denominación de un equipo profesional con cientos de miles de seguidores. ¿Cómo es posible?

Voces por el cambio

Es tradicional en el deporte norteamericano que sus equipos se asocien con un emblema o mascota que hace las veces de avatar, de tal modo que jugadores y seguidores queden identificados con él. Frecuentemente se trata de un animal o un elemento de la cultura local, pero en no pocas ocasiones estos avatares están relacionados con los nativos americanos.

Diferentes asociaciones indias llevan décadas luchando para que se dejen de utilizar esas versiones caricaturizadas que les ponen al mismo nivel que fieras y figuras folclóricas. Desde los años setenta, cuando empezó a formarse en Estados Unidos una conciencia real sobre los problemas raciales, decenas de institutos y universidades han modificado o eliminado sus símbolos relacionados con los nativos americanos para evitar herir los sentimientos de nadie. La neoyorquina Universidad de St. John’s, por ejemplo, abandonó en 1994 la denominación que sus equipos habían utilizado desde 1920, Redmen (‘Hombres rojos’, en referencia a los indios americanos), y la sustituyó por una aséptica Red Storm (‘Tormenta roja’).

Pero todos los esfuerzos para lograr un cambio similar en los Washington Redskins han sido hasta ahora en balde. La primera petición formal registrada data de 1972, cuando un representante del Congreso Nacional de los Indios Americanos (NCAI) se reunió con el entonces propietario de los Redskins para hacerle ver lo inapropiado del nombre. Desde entonces lo han seguido intentando con todos los medios posibles, y, si bien no han tenido éxito, en los últimos años han encontrado poderosos aliados.

«Si yo fuera el propietario de un equipo y supiera que su nombre ofende a un elevado grupo de personas, meditaría seriamente cambiarlo». Barack Obama, vecino de Washington D.C., pronunció estas palabras el pasado mes de octubre en el curso de una entrevista televisiva. En noviembre el consejo de la ciudad aprobó por mayoría una resolución no vinculante que condenaba el uso de redskins como emblema de su equipo profesional más importante por «racista» y «denigrante». «El nombre de Washington ha sido deshonrado por el uso de esta palabra», sentenciaba el documento. En mayo, 50 de los 55 senadores del Partido Demócrata enviaron una carta a la NFL reclamando un cambio urgente.

A pesar del elevado número de adhesiones, la postura de los Washington Redskins, personalizada en la figura de su propietario Dan Snyder, sigue siendo firme: «No cambiaré el nombre de la franquicia jamás. JAMÁS. Lo puedes poner en mayúsculas», declaró.

Snyder entiende que sus Redskins no sólo no ofenden al pueblo nativo americano sino que lo honran con su rendimiento y búsqueda de excelencia. Además, alega, la franquicia adoptó ese nombre en 1933 como homenaje a un indio americano, su primer entrenador, Lone Star Dietz, sioux por parte de madre. Aunque quizás recurrir a la baza histórica para justificar lo injustificable no haya sido la mejor decisión, pues en el deporte estadounidense no hace falta rascar mucho para encontrar un pasado flagrantemente racista.

El último equipo segregacionista

El responsable de la denominación actual de la franquicia fue su primer propietario, George Preston Marshall, un segregacionista declarado. Gracias a él los Redskins fueron el último equipo profesional de fútbol americano en fichar a un jugador afroamericano. Lo hicieron en 1962 y no por un cambio de mentalidad sino por satisfacer una condición impuesta por Stewart Udall, secretario de Interior de John Fitzgerald Kennedy, para poder seguir usando el estadio metropolitano de Washington.

Marshall ordenó elegir en el draft de ese año al mejor jugador negro disponible, el fabuloso running back de la Universidad de Syracuse Ernie Davis. La respuesta del atleta al conocer el interés del propietario fue elocuente: «No jugaré para ese hijo de puta». Davis fue elegido igualmente pero traspasado a Cleveland por otro jugador afroamericano para cumplir con el acuerdo y contentar a todas las partes.

George Preston Marshall había impulsado en 1933 el cambio de denominación para diferenciar a su equipo, entonces los Boston Braves, del de béisbol, homónimo y más popular. Que su primer entrenador reconociera ser un nativo americano –investigaciones posteriores han demostrado que Dietz no tenía sangre india aunque sí profesaba cariño por ese pueblo– le vino al pelo para dotar a su franquicia –a partir de entonces Boston Redskins- de una nueva y conveniente identidad. Así que mal hace Snyder en justificar su postura en el turbio origen del nombre de su equipo.

Siguiendo el rastro del dinero

El pasado 18 de junio la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos decidió cancelar la marca Redskins por considerar probado que el término es despectivo y ofensivo. Reconoció también que, de hecho, nunca debería haberse registrado. La sentencia puede poner en peligro el modelo de negocio de la franquicia, pues sin una marca registrada cualquiera podría vender productos Redskins. No obstante, Snyder apelará, y el proceso, que durará años, podría terminar dándole la razón.

La estrategia de los grupos de indios americanos pasa ahora por el desprestigio de la marca Redskins. Que la presión mediática y las opiniones de personalidades públicas hagan que aficionados, jugadores y staff sientan vergüenza o, al menos, remordimientos, por utilizar un término que ofende a un colectivo ya de por sí bastante desfavorecido. Y que sean ellos mismos los que terminen provocando el cambio, más pronto que tarde.

La minoría que componen los nativos americanos (y nativos de Alaska) presenta unos índices alarmantes de fracaso escolar, desempleo y pobreza. Una realidad suficientemente dura como para que encima un equipo profesional se enriquezca a costa de mancillar su identidad y herencia cultural.

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