El cuerpo policial alerta de un nivel de agresividad «peor» al sufrido por los agentes de la Guardia Civil en 2017 con motivo del 1-O
ÁLVARO CARVAJAL. EL MUNDO.- «Por mucho que te preparen, si no lo vives no sabes cómo es de angustioso». Las impactantes imágenes grabadas en Manresa (Barcelona) este miércoles con varios miles de independentistas asediando la casa cuartel de la Guardia Civil no son mi mucho menos una excepción estos días en Cataluña. El acoso ha regresado y, según varios testimonios recogidos por EL MUNDO, es incluso «peor» que el que padeció el instituto armado en los momentos más álgidos del procés, después del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.
Manresa es uno de los puntos más calientes del mapa, donde la furia independentista ha sido especialmente virulenta en las últimas horas. Pero hay otros municipios catalanes donde la Guardia Civil está sufriendo el acoso en estas jornadas de alta tensión después de la sentencia del Tribunal Supremo. Valls o Tortosa en Tarragona o Vilanova i la Geltrua en Barcelona son algunos de los ejemplos. También ha habido complicaciones en la provincia de Gerona.
«Cada vez tienen un punto más de hostilidad», comenta un guadia civil, que reconoce que la sensación de «angustia» se ha instalado sobre todo en las casas cuartel de la Guardia Civil, donde residen las familias de los agentes, lo que está reviviendo la pesadilla que supuso el año 2017.
Lo que no captan las escenas callejeras de acoso difundidas en vídeo a través de las redes sociales es el padecimiento que se vive dentro de estas dependencias. «Había niños llorando, las mujeres sufriendo… Es que había demasiada gente», describe este agente sobre la concentración en Manresa, haciendo hincapié en que las familias son «civiles».
LA ACTUACIÓN DE LOS MOSSOS
Por fortuna, pese a contar un número reducido de efectivos, los Mossos mantuvieron a la masa a unos 30 metros de la entrada, en un cruce de varias calles, pero el edificio de la casa cuartel dobla esa esquina y desde algunas ventanas se podía ver a los manifestantes a pocos metros de distancia.
De ahí que un día más tarde el aspecto visual del edificio muestre prácticamente todas las ventanas tapadas por las persianas y cerradas a cal y canto. Porque el miedo no ha pasado. Y es que ayer, un grupo de jóvenes irrumpió de nuevo a primera hora de la mañana con el ánimo de retomar la protesta de la noche.
En medio de la tensión de la gran concentración del miércoles, se produjo una escena llamativa. Una veintena de vecinos se echó espontáneamente a la calle para apoyar a la Guardia Civil y organizaron una contramanifestación al otro lado de la calle, en la que también sacaron unas cuantas banderas españolas.
«Estos son los espartanos de Manresa», exclama uno de estos jóvenes espontáneos en uno de los vídeos de aquella noche que se han hecho más virales.
En cuanto a los independentistas, varios testimonios inciden en el buen trabajo que realizaron los Mossos para contener la manifestación. «No pasó nada porque los Mossos los cortaron y nos les dejaron acceder al cuartel».
Después de más de tres horas de concentración, insultos y gritos -«Fuera las fuerzas de ocupación», por ejemplo-, hubo quema de contenedores y disturbios callejeros en otros puntos del municipio barcelonés, donde los CDR volvieron a desatar el pánico. Una escena que se dio al mismo tiempo en que en Barcelona y otros municipios de Cataluña también se veían golpeados por la ola de violencia de los más radicales. En el caso de Manresa, los Mossos tuvieron que cargar en varias ocasiones y finalmente una persona fue detenida.
MEDIDAS DE PRECAUCIÓN
La amenaza y la tensión que se vive estos días ha llevado a tomar ciertas medidas de precaución. Por ejemplo, los agentes de la Guardia Civil tienen la instrucción de lo alejarse demasiado del cuartel, aunque no estén de servicio, por si fuera necesario reaccionar y garantizar la «protección del edificio y de las familias que viven dentro de las dependencias»
Asimismo, hay fuentes que también apuntan que hay mayor precaución a la hora de salir o moverse por las distintas localidades de Cataluña para evitar que algún vecino pudiera interpretar su presencia como un desafío y así evitar incidentes.
«La gente con familia no está a gusto con su hijo aquí porque no los tratan bien», se queja una guardia civil, que señala que tiene compañeros que ya enviaron a sus hijos con los abuelos a raíz de los episodios violentos que sufrieron en el año 2017 y los problemas posteriores que algunos niños tuvieron en sus colegios.
Un guardia civil de la provincia de Barcelona lamenta que los políticos catalanes no estén ayudando a calmar el ambiente. «La gente se va envalentonando y además se ven con impunidad y la sensación de que no pasa nada», se lamenta.
«Aquí nadie es más valiente que nadie. Claro que estás con el a ver si me va a pasar algo. Siempre existe el miedo y el que diga que no, miente», prosigue.
La llamada zona interior de Cataluña, la más alejada de Barcelona y de los principales núcleos de población, son el terreno donde el independentismo está más extendido, así que también son los lugares más difíciles para la Guardia Civil. Las localidades de Vic o Berga son habitualmente nombradas por ser posiblemente las más «conflictivas».
Este jueves, grupos independentistas volvían a dejarse ver en los alrededores de la casa cuartel de Manresa. Y con ellos los Mossos, que ya tomaban posiciones por si volvía a producirse una nueva noche caliente y de acoso a la Guardia Civil.