ESTEBAN IBARRA.- Una de las manifestaciones más crueles de las actitudes de intolerancia criminal, producto de la ideología y visión patriarcal y machista, es la misogina y su terrible correlato: el feminicidio. Su carta de presentación: las mujeres asesinadas en todos los países del mundo. Detrás de cada crimen, siempre hay subalternidad y cosificación que culmina en dominio, posesión o eliminación. Se suspenden dignidad, libertad, igualdad y derechos humanos, y tras las cifras criminales se acredita en todo lugar: la suspensión del derecho a vivir
Es preciso mencionar la misoginia, como expresión de intolerancia cuyos hechos más brutales se viven ante la pasividad de los ojos de todo el mundo, y un ejemplo dramático de ello lo tenemos en Ciudad de Juárez. A veces es violencia de género, término que parece requerir una relación de proximidad afectiva con el agresor o maltratador; otras veces es puro “crimen de odio”, ósea en su raíz por el hecho de ser, como afirmaba una víctima confirmando el asesinato misógino: “Nos matan por ser mujeres”, en definitiva, siempre feminicidio, asesinato de mujeres cometido por hombres desde su superioridad de género. Para ellos, las mujeres son otras “vidas sin valor”, y en ellas se ceba la intolerancia criminal.
Resulta vergonzosa la indolencia social y en muchas ocasiones, de autoridades, personas e instituciones que están en el poder político, económico y social. No solo valen gestos, se necesitan políticas, acciones e iniciativas que lleguen hasta el último rincón. Son numerosos los casos en un plano individual que proyectan no solo la subalternidad machista (laboral, económica, familiar, cultural, política..) sino propiamente la misoginia que implica rechazo, aversión u odio a las mujeres, o la tendencia ideológica o psicológica que consiste en despreciar a la mujer como sexo y género, todo lo considerado como femenino.
En España además de la violencia y los crímenes de género, han sufrido violencia y crímenes misóginos desde mujeres trabajadoras del sexo a jóvenes estudiantes por sencillamente su condición de ser mujer. El sexismo, el machismo, la misoginia y sus proyecciones de violencia y criminalidad siguen siendo la asignatura pendiente, agravada en el caso de inmigrantes y trata de personas, donde la esclavitud y el dominio de las mafias muestran unas dimensiones del horror directamente proporcionales a los negocios lucrativos de una economía sumergida y consentida que actualmente, junto con las drogas, ha pasado a ser contabilizada como parte del Producto Interior Bruto (¡!).
Es la expresión de Intolerancia más antigua del ser humano, individual y estructural, difícil de acometer y que en su expresión criminal resulta terrible, sea como sea, en la forma que sea o se manifieste, resulta imprescindible situarlo como objetivo central de lucha hasta su total erradicación.
Esteban Ibarra es Presidente del Movimiento Contra la Intolerancia