NOTICIAS POR EL MUNDO.- “Todos los días pienso en mi hermana. A pesar del dolor, no voy a parar hasta que tenga justicia. Ella era una chica muy inteligente, el orgullo de la familia, trabajó desde los 14 años para lograr todo lo que se propuso”, dice Alisson al recordar, con amor, a Pierina Navarro Tello, la capitana de la Policía Nacional del Perú (PNP) y abogada de 27 años, cuyo cadáver desnudo -con signos de violencia- fue encontrado en la casa que compartía con su conviviente.
Este caso ya se investiga como un presunto feminicidio y Pierina sería una de las 21 víctimas de este crimen de odio, según cifras del 16 de marzo al 5 de junio entregadas por Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp). La violencia de género no se detuvo en cuarentena, pues en el tiempo indicado también se contabilizan 25 tentativas de feminicidio, 342 violaciones sexuales a niñas y adolescentes y más de 1.000 desapariciones de mujeres.
En cuanto a los feminicidios, los 21 crímenes se cometieron solo durante el estado emergencia decretado por el Gobierno ante el avance de la pandemia de la COVID-19 en el Perú, por lo que, en promedio, una mujer era asesinada cada 48 horas. Un periodo en el que ellas se hallaron a merced de sus victimarios debido al aislamiento social: la mayoría de estos delitos fueron perpetrados por sus parejas o exparejas en sus propias casas, según precisan datos del Ministerio Público.
Una falsa necropsia
El caso de Pierina es complejo y lleno de sombras. La tarde del pasado 27 de marzo, su cuerpo fue hallado por la hermana y padres de su pareja, el abogado Michael Fernando Remigio Quezada, de 26 años, quienes señalaron que ella se habría suicidado en la vivienda que compartían en el distrito de Comas.
Michael Remigio es investigado como el presunto autor del feminicidio de Pierina Navarro.
Un mes atrás Pierina estuvo en Sevilla, España, y cuando llegaron los peritos a la escena del crimen, Michael deslizó el hecho y dijo que ella se habría suicidado porque discutieron minutos antes. Entonces, el cuerpo tuvo que ser sometido al descarte de la COVID-19. Los resultados fueron entregados cuatro días después y, hasta entonces, la necropsia no pudo ser realizada. Sin embargo, ya el 30 de marzo la familia supo que el test arrojó negativo y los exámenes de ley podrían ser realizados en la Morgue de Lima. Ellos viajaron desde Huacho a Lima para exigirlo y grande fue su sorpresa, ira y tristeza luego de que ocurrieron una serie de entorpecimientos en la realización de estos, según afirma Alisson a La República.
Ella asegura que, solo media hora después de analizaran el cadáver de Pierina Navarro, les dijeron que ya podían llevarse el cuerpo y que la necropsia arrojaba una muerte por asfixia mecánica: la hipótesis del suicidio se confirmaría. “¿Cómo era posible que se determinara la causa de una muerte sin exámenes, sin cortes en el cuerpo, sin toma de muestras? No, no no”, pensaba la joven de 23 años. La desesperación se apoderó de Allison y gritó, reclamó, volvió a pedir y casi suplicar que, por favor, realicen los exámenes necesarios, tomen las pruebas. El fiscal Wilson Vargas Miñan que, entonces, investigaba el caso y había reconocido indicios de criminalidad en el hecho los ignoró y se fue, dejándolos con su dolor y rabia.
Solo después de una monumental voluntad guiada por las dudas acerca de la muerte de Pierina, un enorme amor fraternal, idas y venidas de Huacho a Lima, un traslado incesante e inhumano del cadáver de la víctima por siete días, Alisson logró que el primer fiscal se inhiba del caso, que la tipificación de la investigación de la muerte de su hermana sea por feminicidio y que su caso sea trasladado a una Fiscalía Especializada en Violencia contra la Mujer. La necropsia, por fin, se realizó en Huacho, pero el cuerpo ya se hallaba en putrefacción. Pierina es, entonces, una presunta víctima que fue revictimizada una y otra vez, casi hasta el hartazgo.
Pierina era la mayor de cinco hermanos, tres de ellos son menores y su familia se halla vulnerable económicamente.
“Mi hermana cambió desde que conoció a su expareja, él la celaba, algunas veces encontramos signos de violencia, como moretones. Una vez la trató agresivamente ante mí, Michael Remigio sacó a lucir su verdadera personalidad”, señala Alisson, al mismo tiempo que promete, a pesar de la pena, seguir buscando la verdad acerca de la hermana mayor que vio por última vez en diciembre.
Así, el confinamiento está dejando en evidencia la realidad de la de las mujeres que tienen que soportar diversas expresiones de violencia de género durante estos días, mientras permanecen encerradas con su agresor.
Mimp registra 21 feminicidios y Ministerio Público 12, pero 17 crímenes más están en investigación para definir tipificación.
“Tienes indicadores que te hacen ver que la violencia no cesa, los feminicidios, por ejemplo, esa forma extrema de violencia machista, te da a conocer que en estas condiciones, cuando las fuerzas del orden están afuera y hay un control casi riguroso de toda la sociedad peruana, aún así hay hombres que simplemente las están matando. Entonces qué está pasando con aquellas mujeres que son amenazadas de muerte, todas ellas están viviendo un drama familiar confinadas, sin presupuesto, en condiciones que se agravan, además, por la propia pandemia y muchas veces repercute en agresiones contra los hijos también. En nuestro país muchas mujeres están viviendo un infierno”, explica Eliana Revollar, Adjunta por los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo.
Intentaron matarlas y sobrevivieron
Solo del 16 de marzo al 31 de mayo, el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público, registró 25 víctimas de tentativas de feminicidio. A estas mujeres, sus parejas las acuchillaron, golpearon, balearon y asfixiaron con la intención de matarlas. Ellas sobrevivieron, pero el trauma continúa, necesitan ser protegidas y sus hijos también. La mayoría de ellos eran convivientes, exconvivientes y enamorados de todas estas víctimas.
Además, los fiscales investigan otros 44 presuntos casos de tentativa de feminicidio. Son cifras del tormento que viven muchas mujeres peruanas.
Ministerio Público investiga a 25 sujetos acusados de tentativa de feminicidio. Infografía: Fabrizio Oviedo
“En la época de confinamiento se determinó que la mayoría de feminicidios y tentativas fue en el hogar. Se ha convertido en el lugar propicio, donde la víctima convive con el agresor, se está viendo que las mujeres y los integrantes del grupo familiar son agredidos. Los niños, adolescentes y ancianos. Estamos en una sociedad donde impera el machismo, donde priman los estereotipos, en los que el hombre machista se siente superior y usa su poder para dominar y subordinar”, señala José Luis Huarhua Ortiz, fiscal provincial titular del 1er Despacho de la 3ra. Fiscalía Provincial Corporativa Transitoria de Violencia contra la Mujer e Integrantes del Grupo Familiar.
El funcionario explica que, a nivel nacional, existen solo 20 despachos de estas fiscalías especializadas en violencia contra la mujer, que ven crímenes como feminicidios, tentativas, delitos de violencia sexual con enfoque de género.
“Ahora en época de pandemia, desde la fiscalía, queremos trabajar temas de prevención. Lo que no queremos es que se produzca la muerte de la víctima. Inician con agresiones psicológicas, físicas y el detonante es un feminicidio, que no afecta solo a la víctima sino deja con un trauma psicológico a los niños, a los padres. Toda la familia se quiebra”.
Escapar del agresor
Precisamente, una forma de prevenir los asesinatos de mujeres es sacarlas del espacio de violencia. La opción que ofrece el Ministerio Público, ante casos graves de agresiones machistas es que las víctimas pasen a la Unidad de Víctimas y Testigos para ser protegidas.
Aunque la opción más integral la ofrecen las casas de refugio temporal. El Ministerio de la Mujer tiene a su cargo 14 de estos espacios en los que 58 mujeres fueron protegidas con sus 71 pequeños.
“Ellas pueden salir de este espacio de violencia, hay esperanza. En esta cuarentena hemos protegido a 129 personas en nuestros hogares de refugio transitorio. Hay servicios a su disposición que pueden utilizar luego de una denuncia”, indica la hoy viceministra de la Mujer, Nancy Tolentino, quien brindó estas declaraciones cuando era directora de Aurora, el Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar.
Sin embargo, desde la Defensoría del Pueblo, se alerta que a nivel nacional solo existen 49 de estos espacios, ya sean públicos o privados.
“Ahí tiene que hacerse un plan de intervención que debe incluir cómo va a salir la mujer del hogar, empoderada, con una actividad económica, que le permita no regresar al círculo de violencia en el que estaba viviendo. Solo 49 en el Perú para la proporción de personas que tienen este problema es poco”, advierte Revollar.
Se produjeron 21 feminicidios y 25 tentativas de feminicidio durante la cuarentena. Foto: EFE
Atención contra violencia debe ser prioritaria
Para una mujer violentada, denunciar puede ser un paso peligroso o esperanzador, depende de la ayuda que encuentre. Incluso en épocas de “normalidad” hay múltiples barreras que inhiben a las víctimas: vergüenza, temor a represalias, exponer sus vidas. Por ello la importancia de que el sistema de justicia las proteja y oriente. Que el no dejarlas solas no se quede solo en discurso.
Pues bien, cuando la cuarentena inició resultó muy difícil que ellas salgan a denunciar a las comisarías debido a las medidas de restricción y fue recién a finales de abril, mes y medio después, cuando el Gobierno emitió el Decreto Legislativo 1470, que establece medidas para garantizar la atención y protección de las víctimas de violencia contra las mujeres durante la emergencia sanitaria.
“La gran constatación que hizo la Defensoría es que en las comisarías, a las mujeres que presentaban las denuncias, les decían que una vez que se restablezca la situación de normalidad, al final del estado de emergencia sanitaria, se retomarían sus casos. Era una situación muy crítica porque el solo hecho de atreverse a denunciar estando confinada con su agresor dentro de la casa permanentemente hacía que estén en una situación de extrema vulnerabilidad”, apunta Eliana Revollar.
Es cierto que aunque esta respuesta llegó recién mes y medio después de iniciada la cuarentena ha permitido que las instituciones del aparato de justicia faciliten que las víctimas realicen denuncias a través de correos electrónicos y servicios de mensajería como WhatsApp, ya que no pueden llamar telefónicamente sin arriesgarse.
Desde el 30 de mayo, cualquier ciudadano, a través de un mensaje de WhatsApp puede recurrir a las fiscalías especializadas en violencia contra la mujer para denunciar delitos de este tipo ante el Ministerio Público. Sin embargo, esas facilidades no alcanzan para las mujeres de ámbitos rurales.
“Estas denuncias, inmediatamente, se derivan al fiscal de turno, ahí se evalúa, pero también se deriva a los jueces para que emitan las medidas de protección, ya que hasta que investiguen al acusado, el proceso puede durar un mes, dos meses y se necesita resguardar la vida de las víctimas”, señala Sarhua al respecto.
El mismo proceso es ejecutado por el Poder Judicial. La idea es que las trabas burocráticas que afectaban los procesos en épocas anteriores a la cuarentena no impacten en las víctimas.
El golpe de la realidad
Sin embargo, pese a estas buenas intenciones, la Defensoría del Pueblo advierte que el índice de atención a denuncias en materia de violencia contra la mujer ha disminuido en épocas de cuarentena. ¿Acaso la violencia contras las mujeres y niñas menguó? “El número de atenciones por violencia decreció, pero la violencia continúa perpetuándose, más aún ahora que los agresores tienen el control absoluto, el dominio sobre ellas”, alerta Revollar.
Luego, para argumentar la postura institucional, señala que en enero del 2019 se atendieron 12.576 casos de violencia, mientras que en el mismo mes del 2020 se registran 15.856. Hay un incremento. En febrero del año pasado 11.134 y en el mismo mes del año actual 14.693. Otro ascenso.
En cambio, en marzo del 2019 se atendieron a 12.433 víctimas de agresiones graves y este año la estrepitosa disminución alcanzó los 5.354 casos.
“Se han presentado 7.000 denuncias menos respecto a los temas de violencia, hay una disminución del 56%, eso significa que las mujeres no pudieron desplazarse a los propios Centros de Emergencia Mujer o comisarías para poder hacer sus denuncias”, señaló la especialista.
“Durante este estado de emergencia se han presentado 6.296 denuncias graves por violencia contra mujeres, niños y adolescentes. Hubo una baja impresionante”, continúa.
Al respecto, el Ministerio de la Mujer precisa que, efectivamente, hasta el 5 de junio, se presentó esa cantidad de denuncias y que 5.360 de las agresiones fueron contra mujeres. Más de 200 Equipos Itinerarios de Urgencia (EIU) se desplazaron en costa, sierra y selva para socorrer a las víctimas de violencia física, psicológica y sexual.
“El espacio doméstico se ha construido como un espacio de violencia tanto para la mujer, niña, adolescente y adulta. Es un espacio donde nos protegemos del coronavirus, pero el riesgo de sufrir violencia está latente. Es probable que haya muchos casos que no estén siendo denunciados, por eso nuestras campañas permanentes para que seamos solidarios y no cómplices”, señala Nancy Tolentino, anterior jefa del programa Aurora.
Una de las principales vías para pedir ayuda es la Línea 100, del Ministerio de la Mujer. En lo que va de la emergencia 50.629 personas llamaron a pedir ayuda, pero, de estas, 39.143 mujeres alertaron que fueron víctimas de diversas formas de violencia, según precisó la ahora viceministra de la Mujer.
De este total, el Mimp llegó a atender 6.269 casos de violencia física (3.128), violencia psicológica (2.154) y violencia sexual (1.008).
Cuarentena no aplanó los índices de violencia física, psicológica y sexual contra las mujeres e integrantes del grupo familiar. Foto: LiveWoutout Violence
El peor rostro de la violencia sexual
“Es preocupante que en estas condiciones, las mujeres, al menos las niñas y adolescentes, hayan sido victimas de violaciones sexuales. Lamentablemente, no han iniciado durante la pandemia, la mayoría de casos, hay un abuso sexual continuo hacia ellas. Hay sometimiento, hay amenazas de matarlas, de matar a la familia, entonces es un sufrimiento permanente”, señala Eliana Revollar sobre las violaciones sexuales.
En nuestro país, aún tolerante con este flagelo, durante la cuarentena el Mimp atendió a 516 víctimas de violación. Desgraciadamente, la mayoría son niñas y adolescentes, pues 342 menores de edad fueron sometidos a este degradante delito, que marcará sus vidas y, por ello, necesitan soporte psicológico de sus familias y comunidades.
“El tema de la violencia sexual se ha acentuado dentro del entorno familia, pero ahora, el fenómeno es que al estar confinados con estos agresores, que pueden ser padres, padrastros, abuelos, tíos, ellos tienen mayores posibilidades de violentarlas. Ahí el llamado es a que las madres, el jefe de la familia pueda denunciar para que se pueda tomar medidas inmediatas al respecto”, señala Revollar.
“Creemos que hay una cifra oculta de casos que no se denuncian porque muchas veces los familiares hacen una ponderación tenebrosa de decir si denuncio ‘él es el que trae el sustento al hogar, se va a la cárcel y qué va a pasar’ y en muchos casos incluso culpan a la víctima de haberse insinuado a su agresor”, expresa.
Ya ONU Mujeres advirtió que en este contexto de emergencia “aumentan los riesgos de violencia contra las mujeres y las niñas, especialmente violencia doméstica, debido al aumento de las tensiones en el hogar y puede también aumentar el aislamiento de las mujeres”. Todas las cifras presentadas así lo demuestran y necesitamos, como sociedad, prepararnos para ayudarlas a reconstruir sus vidas. Y a las mujeres asesinadas por culpa de la violencia machista les debemos que sus victimarios no se escondan más en la impunidad.