Las últimas semanas se han producido varios episodios de violencia verbal contra las mujeres en el fútbol. Mayte Porro lleva 20 años arbitrando y cree que «en el fútbol todo está permitido»
JOSÉ LUIS GARCÍA ÍÑIGUEZ. CADENA SER.- «Vete a escribir poesía o vete a fregar es lo más suave que te dicen». Mayte Porro lleva arbitrando 20 años y ha escuchado todo tipo de insultos en un campo de fútbol. Asegura que palabras como «zorra o puta» son más o menos habituales. Y en dos décadas, por mucho tiempo que haya pasado, no puede acostumbrarse: «Al principio te asustas un poco y piensas que por qué tienen que decirte eso por ir a arbitrar. Ahora me pregunto por qué después de tanto tiempo tengo que seguir oyendo ese tipo de cosas». El machismo, dice, «es en parte un reflejo de la sociedad, pero en el fútbol se agrava. En el fútbol parece que todo está permitido».
Desde la Federación de Mujeres Jóvenes su presidenta, María Jesús Girona, exige a la Federación Española de Fútbol que actúe: «Ya está bien. La Federación debe adoptar medidas ante este tipo de comportamientos bélicos y machistas». «Un insulto también entra dentro de la discriminación y la violencia contra las mujeres», asegura.
La colegiada Mayte Porro, que durante 18 años fue la única árbitra de La Rioja, en este tiempo no ha percibido una evolución hacia mejor en los insultos que recibe: «No he notado cambios, siempre ha habido groseros». Según Girona, «el hecho de que se reproduzcan este tipo de insultos lo que hace es normalizarlos en un contexto dominado por hombres». El problema, para Porro, es que «en el fútbol cuando alguien insulta el de al lado se ríe».
Ni siquiera los últimos acontecimientos que relacionan machismo y fútbol, como los cánticos en el campo del Betis o los comentarios machistas contra una árbitra asistente andaluza, han rebajado la intensidad en las últimas semanas. Lo cuenta Maye Porro: «La última vez que recibí ese tipo de insultos fue el pasado domingo, en un partido de Tercera. Me dijeron de todo y la entrada a los vestuarios fue horrible».
La árbitra, curtida en muchos partidos de Tercera, en los que grada y terreno de juego apenas están distanciados, señala que la mayor gravedad de los insultos se aloja en las categorías inferiores: «Lo que dicen los padres o los espectadores influye en los chavales, y al final los más sensatos son los propios chavales».
Girona opina que igual ha llegado el momento de tomar alguna medida más contundente, como detener un partido hasta que cesen ese tipo de insultos, igual que se ha hecho en casos de cánticos racistas: «Tal vez sea el momento de decir que si escucho cánticos xenófobos, racistas o machistas, hasta aquí hemos llegado».
