Un jefe neonazi ha dirigido un centro de menores subvencionado por la Generalitat Valenciana
El ultra se enfrenta a tres años de prisión por tenencia ilícita de armas
JOAQUÍN GIL. EL PAÍS.- Pedro Costa, Lofer, encargó el 30 de junio de 2005 cuatro cajas de munición del calibre 22 a un camarada de su banda neonazi Frente Antisistema (FAS), según la Guardia Civil.
Nueve años después, Lofer se sentaba esta semana en el banquillo de la Audiencia de Valencia junto a otros 17 militantes de FAS. Se le considera el contable y miembro de la cúpula de la organización ultra, la denominada Junta de Mandos.
El neonazi, de 34 años, ha dirigido hasta hace una semana un centro privado en Valencia que atiende a seis jóvenes de entre nueve y 17 años en riesgo de exclusión. Los menores están tutelados por la Consejería de Bienestar Social de la Generalitat Valenciana. La institución sin ánimo de lucro tiene siete trabajadores y el pasado año se benefició de una subvención conjunta de 19 millones de euros que la administración de Alberto Fabra otorgó a una veintena de entidades. Lofer aterrizó en la asociación en 2008, cuando ya llevaba tres años imputado en el caso Panzer que investigó las entrañas de FAS.
La gerencia del centro descubrió el pasado ultra de su director tras ver su foto en un semanario en febrero de 2013 pero no le despidió por “carecer de fondos”, según una fuente. El organismo encadenaba entonces cuatro meses de impagos de la Generalitat (ahora lleva tres). Y Lofer se ganó el favor de sus jefes tras erigirse en portavoz ante la administración de la reclamación de la deuda. “En lo profesional se ha portado de forma excelente”, admite un compañero que también le define de “astuto y manipulador”.
La Generalitat Valenciana se desmarca de la contratación. “Velamos para que se preste el servicio. No gestionamos las relaciones laborales de los centros”, precisa una portavoz de la Consejería que dirige Asunción Sánchez, del PP.
La Fiscalía solicita para Lofer tres años de prisión por asociación ilícita y tenencia prohibida de armas. La Guardia Civil incautó en su casa de la calle Jesús de Valencia un bolígrafo pistola, una escopeta, una navaja con una esvástica en el puño y una defensa eléctrica Power 200. También, vídeos y propaganda del genocidio alemán.
Los neonazis valencianos se enfrentan a penas que suman 50 años de cárcel. El caso ha quedado visto para sentencia esta semana. FAS propagaba por la red su fervor al Tercer Reich, negaba el Holocausto y se financiaba con la venta de armas. Dos militares, un atleta paralímpico que compitió en Pekín en 2008, un concejal del partido ultra España 2000 y un escalador integraban parte del “ejército”. Su lema: La traición se paga con la muerte. Y su ideología fue definida por los investigadores tras analizar decenas de documentos como “próxima al terrorismo”. La Fiscalía y la acusación popular que ejerce una plataforma de ocho asociaciones pilotada por el Movimiento contra la Intolerancia han centrado su estrategia en los registros y en decenas de horas de pinchazos telefónicos.
—— Me llevo un pincho. Voy a hacer pupa (…). Hay que darles bien. Dejarlos mareados.
Pedro Cuevas, El Ventosa, presumía así en agosto de 2005 de participar en cacerías humanas. Sus presas eran “moros” y “guarros”. O, lo que es lo mismo: inmigrantes, antifascistas, gitanos y Latin Kings. Cuevas frecuentó los cenáculos ultras desde adolescente. Cumplió cuatro años de prisión por asesinar en 1993 al joven antifascista Guillem Agulló. En FAS se encargaba de distribuir las armas, según la Guardia Civil. En las conversaciones inéditas a las que ha tenido acceso EL PAÍS, el neonazi que hoy tiene 43 años se ofrecía como suministrador de un “hierro” (pistola o revolver). Sugería revender puños americanos a “chiquillos”. Y aparece vinculado en agosto de 2005 a una batida humana en Villena (Alicante) donde un “punkarro asqueroso” recibió un “palizón”. Otra transcripción le relaciona con un robo.
La génesis de uno de los grupúsculos neonazis más activos de España hay que buscarla en un local de la Avenida Tres Cruces de Valencia. El Centro Thule se financió entre 2003 y 2005 con cuotas de 40 euros, acogió conferencias sobre armas de fuego y conciertos de música RAC (rock anticomunista). FAS sentía devoción por el grupo Batallón de Castigo. Su vocalista es el asesino confeso de un joven Eduardo Clavero.
Los neonazis valencianos eran jerárquicos aunque manejaban el Manual del resistente sin líder. Un documento que aconsejaba actuar como lobos solitarios y la creación de células como Al Qaeda.
La cúpula estaba pilotada por el curtidor de pieles de 44 años Juan Manuel Soria. Excandidato por Valencia de la neofascista Alianza Nacional (AN), Soria se encuentra en busca y captura por Interpol. No se ha presentado al juicio de Valencia. Su cuenta de Facebook se actualiza a diario desde Tánger, donde se presenta como asesor en comercio exterior. “Nos dijo hace un año que vivía tranquilo en Marruecos”, confiesa un conocido ultra valenciano, que sitúa a su camarada en el neoconservadurismo católico. Otro acusado ausente en el juicio ha sido Facundo Esteban, Escorpión, de 37 años. Un hombre de idéntico nombre, apellidos y edad se ofrece como contratista militar en Buenos Aires. Y asegura trabajar en la agencia de seguridad privada Tech Security SRL. “No puedo confirmar ni desmentirlo”, zanja un portavoz de esta firma bonaerense apelando a la protección de datos.
FAS está considerado el tercer grupo neonazi más activo tras Hammerskin y Blood and Honour. “Fue la organización autónoma más importante de España”, explica el presidente del Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra. El abogado de su grupo fue escoltado esta semana por la Guardia Civil en la Ciudad de la Justicia de Valencia. Un seguidor de los acusados le llamó “hijo de puta” y “judío”.