Con casi dos décadas de experiencia a sus espaldas, es la primera vez que sufre un ataque por su profesión
JESÚS DÍAZ. ABC.- Beatriz Alfonso es de Triana, tiene 41 años de edad y lleva casi dos décadas trabajando como auxiliar de enfermería en el Hospital Quirónsalud Infanta Luisa. Es una más de las sanitarias a la que toda la sociedad española le dedica cada tarde un aplauso por su trabajo para combatir el coronavirus. Pero también es una de las sanitarias que ha sufrido en su piel como algún vecino, siempre desde el anonimato, ha mostrado su peor cara contra los que están en primera línea luchando para frenar esta pandemia. En esta ocasión, una persona ha rociado con ácido o un producto químico su coche produciéndole graves destrozos en el mismo.
Ella vive desde hace diez años en Moguer, aunque sólo pasa allí los fines de semana. El resto de la semana reside en Sevilla. Su primera sorpresa se la llevó el pasado 5 de abril, Domingo de Ramos. Entonces, se encontraba en el municipio onubense, donde jamás ha tenido problema alguno con los vecinos.
Aquel día se percató de que parte de la delantera «abrasada». Ella no pensó que la mano del hombre estuviera detrás de aquellos daños ni hubiera una mala intención. Lo achacó a las tareas de fumigación que en días atrás se habían llevado a cabo en el pueblo. Trasladó lo sucedido a su compañía de seguro y ya está.
El siguiente fin de semana volvió a Moguer. Era Domingo de Resurrección cuando se percató de nuevo de que su coche tenía nuevos destrozos en la parte trasera. Otra vez la pintura levantada como si le hubiese caído un producto químico o ácido, difícil de adquirir en cualquier tienda. Dos ataques en dos calles distintos y en fines de semana distintos. Pero siempre cerca de su casa.
Entonces acudió a la Policía Local, donde le apuntaron que con toda probabilidad sería algún vecino cercano que supiera a lo que ella se dedicaba. Beatriz ya ha denunciado los hechos ante la Guardia Civil y confía en que se abra una investigación al respecto.
Esta sanitaria lleva días pasándolo muy mal, sobre todo ante el temor de que se vuelvan a repetir estos ataques. Tras casi dos décadas trabajando como auxiliar de enfermería, es la primera que vive una situación como ésta. «Me da pena pensar que sea alguien de mi entorno», confiesa Beatriz, que tiene dos niños pequeños.
«Cada fin de semana llego a mi hogar después de una semana larga de trabajo, me encierro en mi casa con mis hijos y mi marido, y cuando vuelvo a coger el coche para volver a mi trabajo me lo encuentro destrozado, echándome algún vecino un líquido que estropea mi coche». Así explica Beatriz su experiencia en las redes sociales, donde añade :«A los autores que hacen este tipo de hechos decirles que no los cogerán, aunque algunos lo hayan visto. Pero decirles que lo material todo tiene arreglo y solución, lo que no tiene vuelta atrás es el odio que están sembrando en sus corazones».
«Sois unos unos verdaderos cobardes y no tenéis corazón. Basta ya de sembrar odio y más respeto a los que estamos en primera línea», concluye su comentario.