Diario Sur.- La Noche de San Juan es sinónimo de verano. Una jornada en la que familia y amigos se reúnen en la playa para celebrar la llegada de esta estación. Como hicieron Cristian Osorio y su pareja Juanfran Alcón en Almería, en la Playa del Zapillo. La velada transcurría con normalidad hasta pasadas las 5.00 horas de la madrugada, cuando un hombre se acercó a pedirles un cigarro. Cigarro que no tenían. «Cuando le dijimos que teníamos, empezó a decirnos maricones, a pegarnos y nos tiró agua en la cara», relata Osorio, quien ya ha interpuesto una denuncia ante la Policía Nacional por estos hechos.
Unos hechos que no se quedaron en esta primera agresión, que también afectó a un primo de Osorio. El agresor salió corriendo y la familia reunida en la playa fue tras él con la intención de hacerle una foto. «Cuando se dio cuenta de que iba con el móvil detrás me dio una patada en el costado y, en el suelo, me reiteró algunas más», relata Alcón, quien asegura que quedó inconsciente durante unos minutos.
En otro punto se percató de la presencia de Osorio. «Me golpeó en la cabeza y me dejó inconsciente en el suelo», relata. El afectado no sabe con qué lo golpeó y el siguiente recuerdo que tiene es el de estar rodeado por siete agentes de la Policía Nacional, quienes querían una descripción del agresor para ir en su búsqueda. Antes de este golpe, le dio otro en el oído. «Quiso desestabilizarme y me reventó por dentro la parte de la mejilla izquierda», dice Osorio.
Sobre las 7.00 hora de la madrugada la pareja llegó al hospital. «En el informe no pone muchas cosas de las que me hicieron, como las ocho grapas que me pusieron», relata Osorio. «Esperamos más de media hora para que le pusieran las grapas. Y no vi preocupación por él. No le hicieron ni una radiografía», se queja Alcón.
Osorio aún tiene secuelas físicas, le cuesta hablar y se encuentra dolorido. «En el momento no sientes el dolor, pero van pasando los días y te duele la espalda, luego un pie…», señala. Unas secuelas físicas a las que se suman las psicológicas. «Me dan capítulos de tristeza, de depresión, de miedo», narra. Su pareja también siente estos daños: «Estoy menos dolorido que él, pero me duele todo el cuerpo».
La pareja se encuentra con miedo de salir a la calle cogidos de la mano tras esta agresión. «Nunca nos hemos ocultado, pero ahora no nos sentimos seguros», afirman. Además, es la primera vez que sufren una agresión física, pero aseguran que los comentarios, las risas e insultos en la calle son constantes. A pesar de estos miedos, han alzado la voz porque desean que esto no «le pase a nadie más. «Si me hubiera dado el golpe en otro lado, yo no podría estar aquí contando esto», asegura Osorio, quien añade que «siempre» hay que denunciar tanto de manera pública como ante la Policía.