ITON GADOL.- Una base de menorá en la capital ucraniana de Kiev fue rociada con sangre el domingo, solo unos días después de que una esvástica haya sido garabateada en el mismo candelabro de nueve lámparas. De acuerdo con una estimación, la menorá fue desfigurada con sangre animal.
La comunidad judía de Ucrania presentó una queja ante la policía local, que inició una investigación sobre el incidente, que probablemente tuvo lugar alrededor de las 7 pm del domingo en el barrio de Podil.
La ex primera ministro israelí Golda Meir nació en el mismo barrio, que era el hogar de la única sinagoga activa durante la era soviética.
«Quien cambia el nombre de las calles después de los líderes que asesinaron a judíos no debería sorprenderse por el objetivo de una menorá y los símbolos judíos de hoy», señaló el activista ucraniano Alex Tentzer.
Mientras tanto, el lunes, el rabino Menachem Margolin, director de la Asociación Judía Europea (EJA), felicitó al nuevo canciller austriaco, Sebastian Kurz, por la formación de su nuevo gobierno, que incluye al partido de extrema derecha Freedom, pero declaró que «Austria como miembro de la UE, no puede ignorar el temor de que en otros países, los partidos extremos se unan al gobierno basado en el modelo austriaco sin el rechazo inequívoco del antisemitismo que Austria ha proporcionado».
El acuerdo de coalición entre los conservadores austríacos, dos meses después de una elección parlamentaria dominada por la crisis migratoria de Europa, pone fin a más de una década en oposición al Partido de la Libertad (FPO), que entró en el gobierno en 2000 con el Partido Popular (OVP) que Kurz ahora conduce.
El rabino Margolin pidió al gobierno austriaco que «se una a Estados Unidos, la Unión Europea y otros países para designar a un representante especial del gobierno para iniciar y coordinar acciones gubernamentales para erradicar el antisemitismo y la xenofobia en Austria en el espíritu de las definiciones antisemitas».
Según el rabino, «en los últimos años, los judíos europeos se han enfrentado a una ola de oposición a las prácticas religiosas judías en el continente, así como a un preocupante aumento del nivel de antisemitismo y la popularidad de los partidos extremistas, tanto a la derecha como a la izquierda».
