El País/Carlos Bajo Erro.- Un pequeño grupo de verificadores de informaciones luchan contra la difusión de noticias falsas y discursos de odio en un contexto en el que colisionan los intereses de las potencias internacionales.
La República Centroafricana fue uno de los primeros escenarios en los que se desveló la nueva estrategia de despliegue de Rusia en el continente africano. En esta fórmula destaca el apoyo militar para afrontar de manera expeditiva la correspondiente crisis de seguridad. Esa es la parte más visible y la que ha generado más atención. Sin embargo, va acompañada de una importante proporción de intervención en los círculos de poder y de un tercer ingrediente que pasa mucho más desapercibido, el de la influencia de la opinión pública. En su batalla por remplazar a otras potencias internacionales, fundamentalmente Francia, Rusia no solo pretende contar con el apoyo de las instituciones, sino también con el aplauso de la ciudadanía, a través de intensas campañas de propaganda y, en ocasiones, desinformación.
En un país como la República Centroafricana, atrapado en la inestabilidad como si se tratasen de arenas movedizas, con un gobierno amenazado constantemente por decenas de grupos armados que controlan amplios territorios y una convivencia torpedeada por los discursos de pertenencia étnica y religiosa, las operaciones de desinformación son una bomba de relojería y, cada vez más, todos los actores que pugnan por el control recurren a estas maniobras.about:blankPUBLICIDADEn un país como la República Centroafricana, atrapado en la inestabilidad como si se tratasen de arenas movedizas, las operaciones de desinformación son una bomba de relojería y, cada vez más, todos los actores que pugnan por el control recurren a estas maniobras
En medio de las tensiones entre las potencias internacionales, las que pretenden preservar sus privilegios y las que aspiran a sustituirlas; y de los actores nacionales atomizados, enfrentados y aferrados al control de determinadas comunidades, los miembros de la sociedad civil intentan neutralizar los rumores y las noticias falsas utilizados para manipular a la población. “La comunicación se ha hecho virtual y viral y la desinformación se ha convertido en un arma de combate para las potencias internacionales que luchan por la influencia” advierte Grâce Ngbaleo. Ella es una de las componentes de un pequeño pero incansable grupo de periodistas, blogueros y activistas digitales que se han volcado en la verificación de informaciones. “Hoy asistimos a un boom de la desinformación en las redes sociales en relación con el contexto de seguridad del país”, explica.
A pesar de que el perfil tecnológico del país podría hacer pensar que el impacto de la desinformación a través de Internet es anecdótico, la experiencia demuestra cómo las redes alimentan los canales de distribución de rumores e informaciones falsas. Solo siete de cada cien centroafricanos tienen acceso a Internet y menos de la mitad de ellos (un 2,8% de la población) están activos en redes sociales. Sin embargo, Ngbaleo recuerda: “En nuestro país, la desinformación o el rumor es oral antes que nada. En sango (el idioma mayoritario en el país), a la mala palabra la llamamos atènè. Se refiere a las malas informaciones, que tenían un origen oral pero ahora han abandonado esta forma tradicional de difusión. Para adaptarse a las redes sociales, sobre todo, con el actual contexto de inseguridad y con la crisis sanitaria de la pandemia”.
La incertidumbre provocada por la covid-19 ha intensificado la lógica de desinformación y ha multiplicado, precisamente, la circulación de ese tipo de informaciones falsas. “En mayo de 2020, la UE envió kits de protección para la población y ciertos medios y blogs aseguraron que esas mascarillas estaban contaminadas por el virus y que los europeos las habían enviado para acabar con la población centroafricana”, relata Ngbaleo. Y este contexto también ofrece una muestra de la interacción entre la difusión oral y la digital. “A veces”, comenta la verificadora centroafricana, “los rumores abandonan la comunidad para difundirse por las redes sociales y, a veces, dejan las redes sociales para integrarse en la comunidad. Durante la crisis de la covid-19 había un rumor extendido en la República Democrática del Congo y en Camerún que decía que si hacías una infusión con cabellos encontrados dentro de una Biblia y te la bebías estabas inmunizado contra la enfermedad. Era un rumor que venía de lejos y que llegó a la República Centroafricana a través de las redes sociales, pero siguió difundiéndose por los hogares y mucha gente llegó a practicarlo”.
Esto se debe a que, precisamente esa escasez en la conexión hace que “la persona que está en las redes sociales, en realidad, sea el rey, y tenga la posibilidad de decir mirad qué me ha llegado a través de mi smartphone”, afirma Ngbaleo. La persona conectada “se convierte en la poseedora de la realidad y muchos periódicos hacen copiar y pegar de informaciones que circulan por las redes sin preocuparse de verificarlas”, añade, y lamenta: “Se puede imaginar el impacto que tienen”.“La persona conectada se convierte en la poseedora de la realidad y muchos periódicos hacen copiar y pegar de informaciones que circulan por las redes sin preocuparse de verificarlas”Grâce Ngbaleo, una de las componentes de un grupo de verificadores
La Asociación de Blogueros de la República Centroafricana hace un lustro que está trabajando para neutralizar la difusión de informaciones falsas y discursos de odio en las redes en un país en el que la convivencia se sostiene en un equilibrio precario. En los últimos tiempos, otras iniciativas se han sumado a esta labor. Por ejemplo, la Radio Ndeke Luka, la más escuchada del país y auspiciada por la Fondation Hirondelle lidera Stop Atènè, un proyecto que cuenta con el apoyo de la UE y en el que participan blogueros, colectivos de la sociedad civil, radios comunitarias e, incluso, artistas. Todos los medios implicados se encargan de compartir y amplificar las investigaciones de verificación de informaciones que se realizan en el marco del proyecto para conseguir más eco. Por otra parte, desde agosto de 2021 hay otro proyecto, apoyado por CFI, la agencia francesa de diplomacia pública y de desarrollo de medios, que se llama Desinfox Africa y que cuenta con un capítulo centroafricano que incorpora a doce periodistas de seis medios, radios comunitarias, blogs y periódicos.
Así se ha ido configurando un pequeño comando de verificadores, precisamente en un momento especialmente delicado. “Todo el mundo está implicado en esta ola de desinformación”, señala Ngbaleo, que recuerda que en las plataformas en las que participa se han desmentido rumores encaminados a desacreditar a la MINUSCA (Misión de Naciones Unidas en República Centroafricana), bulos que magnificaban la lucha del gobierno contra los grupos rebeldes o chismes que señalaban amenazas contra grupos religiosos concretos. “Esas publicaciones en las redes sociales tienen un impacto directo sobre la comunidad, porque no se puede olvidar el riesgo que atravesamos. En este país ha habido conflictos comunitarios entre cristianos y musulmanes, de manera que ciertas informaciones atacan a la convivencia y pueden tener consecuencias nefastas para la democracia, la cohesión social y la paz”, advierte la verificadora.La Asociación de Blogueros de la República Centroafricana hace un lustro que está trabajando para neutralizar la difusión de informaciones falsas y discursos de odio en las redes en un país en el que la convivencia se sostiene en un equilibrio precario
Esta labor de verificación de informaciones, la lucha de estos y estas blogueras y periodistas por neutralizar la desinformación, ya ha mostrado el coste personal de este compromiso. Hace tiempo que viven el descrédito, las intimidaciones y los obstáculos; sin embargo, la espiral de amenazas parece no haber hecho más que empezar y está escalando rápidamente. El pasado mes de febrero uno de los verificadores más populares del país, Jean Sinclair Maka Gbossokotto, murió en extrañas circunstancias. La versión oficial es que la muerte se produjo por causas naturales, por una enfermedad indeterminada; aunque en el entorno próximo del periodista resuena la sospecha del envenenamiento. Jean Sinclair Maka Gbossokotto había convertido su propia plataforma Anti Infox RCA, en un referente de la lucha contra la desinformación.
Este reducido pero activo grupo de verificadores de informaciones conviven con amenazas constantes y crecientes y asumen su actividad casi como una misión. Ngbaleo alerta de la generalización de una peligrosa estrategia de confusión: “Es una verdadera campaña de desinformación. Se dirige hacia el sentimiento de los centroafricanos anónimos. Hacen creer al público cosas que no son reales, para reforzar ciertas ideas, ya sea mostrar su poder o difamar al contrincante. Estamos en una situación que todavía es frágil”.