01/05/2018 El Diario.es Tras 24 años de democracia, Sudáfrica aún sufre heridas del apartheid en forma de discriminación racial; para combatir el racismo prevalente, suma ahora una nueva arma: una aplicación móvil para reportar incidentes de odio racial.
Denominada Zimele Racism Reporting App (Zirra) y disponible, por el momento, solo para el sistema operativo Android, el proyecto está impulsado por la Fundación Ahmed Kathrada, custodia del legado de uno de los nombres más destacados de la lucha contra la segregación racial en el país.
Zirra busca llenar un vacío existente en Sudáfrica, ya que no existe un sistema formal para recolectar estadísticas sobre este tipo de incidentes y ni de acceder a asesoramiento de forma remota.
«Se hace difícil acceder a los datos y también, por ejemplo, en las áreas rurales para la gente es difícil reportar los incidentes porque tienen que viajar lejos», dijo a Efe Bongani Makhubo, miembro de la Fundación y encargado del proyecto.
Mientras que para el usuario -que no tiene por qué ser la víctima directa- se hará más cómodo recibir el consejo de las organizaciones antirracismo sobre cuáles son sus derechos y cómo proceder, la aplicación permitirá crear una base de datos con cifras sobre cuáles son las zonas más problemáticas, qué tipo de incidentes son más abundantes o las edades y sexo de los afectados.
La denuncia a través de la «app» no tiene consecuencias legales y puede ser anónima, pero si en el mensaje se dejan los datos personales la Fundación se pondrá en contacto para dar asesoramiento o indicar si hay bases para una demanda.
La aplicación fue lanzada en fase piloto en marzo y ahora se trabaja para implementar mejoras y para poner a disposición del público una versión iOS (Apple).
Por el momento, ha habido algo más de 300 descargas y más de un centenar de incidentes reportados.
«Hemos recibido, por ejemplo, casos como que un empleador llama a sus trabajadores una palabra peyorativa que empieza con ‘k’ (‘kaffir’, usado para dirigirse a la población negra de forma muy insultante)», explicó Makhubo.
Pese a los avances logrados en las últimas décadas y los valores de reconciliación social que alumbraron la desmantelación del apartheid (imperante desde 1948), la brecha entre la minoría blanca y la mayoría negra o mestiza sigue siendo muy grande y los delitos de odio son, a menudo, duramente castigados por la ley.
Un caso reciente muy sonado fue el de la condena de dos años de prisión a una agente inmobiliaria, Vicki Momberg, bajo el cargo de «injuria criminal» por atentar contra la dignidad de policías negros con comentarios racistas.
Otros similares, sin embargo, ocurren cotidianamente sin que salgan a la luz.
«Hay situaciones en las que se usan términos derogatorios como ‘mono’ o la palabra con ‘k’ (…). Muchas de estas cosas pasan y la gente no las reporta o no tiene forma de denunciarlas», ejemplificó
Aunque el racismo impera en todos los ambientes, Makhubo apuntó que las áreas rurales son especialmente problemáticas porque ese fenómeno es muchas veces algo «normalizado».
En otras ocasiones hay «miedo» de hablar de ese tema, agregó, y a veces la persona que comete la injuria ni siquiera es consciente de su racismo.
«En los últimos años ha habido bastante progreso en términos de alentar a la gente a hablar de racismo y en términos de legislación y justicia», expuso Makhubo, lo que ha permitido reducir la sensación de impunidad pero también educar a la gente en mejores valores gracias al debate público.
«Todavía -resaltó- tenemos un largo camino pero se están dando pasos. Se crea conciencia y el diálogo también sirve a la gente para identificar cuando algo es racista».
Como ejemplo recuerda la polémica por un anuncio de la cadena de ropa sueca H&M en el que un niño negro vestía una sudadera con el lema «the coolest monkey in the jungle» (el mono más guay de la jungla).
La publicidad desató una fuerte ira en Sudáfrica, donde la marca tuvo que cerrar sus tiendas temporalmente porque estaban siendo asaltadas.
«Nosotros hablamos con ellos. La palabra ‘monkey’ puede tener dos connotaciones, una peyorativa y otra cariñosa (…). En este caso es un ‘racismo accidental’, porque la intención no es cometerlo pero aquí es un término asociado con el racismo», agregó Makhubo.
Nerea González