La violenta crisis familiar desatada tras la relación entre dos jóvenes de diferentes religiones ha hecho que el Gobierno trabaje con urgencia en un proyecto de Ley para combatir el «separatismo cultural y religioso»
JUAN PEDRO QUIÑONERO. ABC.– Romeo (cristiano) y Julieta (musulmana) en la nueva Francia multicultural. Una adolescente musulmana de 17 años, de origen bosnio, ha sido rapada y apaleada por su familia por «frecuentar» y desear casarse con un joven de 20 años, cristiano de origen serbio, en Besançon (116.000 habitantes), en el este de Francia.
La joven y su familia huyeron de Bosnia y se instalaron en 2017 en un barrio multicultural de Bensançon, Clairs-Soleils, que la alcaldía de la ciudad considera como «problemático, de gran prioridad política».
Las familias de la joven musulmana y el joven cristiano vivían en el mismo inmueble, sin problemas aparentes. Todo se complicó de manera dramática cuando la pareja comenzó a frecuentarse y «salir», a diario, llegando a concebir un proyecto de matrimonio.
Décadas después de la descomposición y guerras de los Balcanes, Francia parecía un destino «ideal», lejos de los antiguos campos de batallas y matanzas, políticas, religiosas, culturales, en Bosnia, en Serbia. El proyecto de matrimonio recordó la persistencia trágica de incomprensiones y enfrentamientos a flor de piel.
Según los expertos en tradiciones islámicas, un hombre musulmán puede casarse con una mujer no musulmana, siempre que ella sea practicante de una de las religiones del Libro (la Biblia), judía o cristiana. Por el contrario, es «inconcebible» para los musulmanes que una mujer pueda casarse con un no musulmán.
Los padres de la chica (Julieta musulmana de nuestro tiempo) hicieron saber a la joven que su proyecto de matrimonio con un cristiano era algo «indeseable». La pareja tomó una decisión temeraria: fugarse. Huidos durante cuatro días, los jóvenes decidieron volver para «solucionar» la crisis. El joven (Romeo cristiano) hablaría con sus padres. Ella lo haría con los suyos. Y juntos «negociarían» el posible matrimonio.
Cuando la joven musulmana confirmó a sus padres el proyecto, estalló una violenta crisis familiar. La madre la abofeteó y tiró al suelo a patadas. El padre y el tío le raparon la cabeza. Al corriente de la violencia familiar, el joven pidió socorro a la policía local, que terminó interviniendo y liberando a la joven…
La fiscalía del Tribunal de justicia regional intervino expeditivamente. La chica fue puesta bajo protección policial. La familia está en libertad bajo control judicial. El padre y la madre pueden ser inculpados por diversos delitos, que Gérald Darmanin, ministro del Interior, ha calificado de este modo: «Actos de tortura y barbarie que deberán ser castigados con la mayor severidad».
Darmanin debe presentar el otoño que viene un proyecto de Ley para combatir el «separatismo cultural y religioso», que Emmanuel Macron comenzó a denunciar hace meses.