Los migrantes denuncian el uso de fuego real para dispersar su concentración a las puertas de la UE pero Atenas lo niega
ANDRÉS MOURENZA. EL PAÍS.- Un día después de que la cúpula de la Unión Europea visitase Grecia –en una jornada inusualmente tranquila– y diese un espaldarazo a las políticas de mano dura del Gobierno de Atenas como “escudo” de Europa, la frontera turco-griega ha vuelto a ebullición. Durante la mañana del miércoles, los varios miles de refugiados que se hallan concentrados desde el pasado jueves en el paso de Pazarkule-Kastanies protestaron ante las barricadas y el alambre de espino colocados por las fuerzas de seguridad griegas para cerrarles el paso. Algunos, intentaron acceder de nuevo a territorio griego a través de la valla que separa ambos países y fueron repelidos por las fuerzas de seguridad griegas con abundantes gases lacrimógenos, balas de plástico e incluso, según diversas fuentes, utilizando fuego real.
La delegación provincial del Gobierno turco en Edirne acusó en un comunicado a la policía griega y las unidades fronterizas de que «han disparado con balas de plástico y munición real a los migrantes que esperan entre las puertas fronterizas de Kastanies y Pazarkule”. Como resultado, “seis hombres han resultado heridos: tres por disparos en el pie, uno en la ingle, otro en la cabeza y otro en el pecho”. Este último, fue atendido en el lugar de los hechos y luego trasladado en ambulancia al hospital de la Universidad de Tracia, donde perdió la vida. La Fiscalía de Edirne ha iniciado una investigación sobre este caso, añade el comunicado.
El portavoz del Gobierno griego, Stelios Petsas, negó “categóricamente” que las fuerzas de seguridad griegas hayan abierto fuego contra los refugiados y acusó a Turquía de “difundir fake news”. Sin embargo, numerosos refugiados consultados por este y otros periodistas aseguran que, desde por la mañana, han recibido disparos con munición real del lado griego de la frontera.
“El Gobierno griego miente, yo he visto lo que han hecho”, explicó un refugiado iraní llamado Morteza, con el que este diario estuvo en contacto durante toda la mañana por vía telefónica y mensajes de WhatsApp, pues la policía turca impide –desde la noche del sábado– que la prensa extranjera acceda al paso de Pazarkule. Durante la llamada telefónica se escuchaban de fondo ráfagas de disparos y el sonido de las ambulancias. Diversos medios locales confirman haber visto una decena de ambulancias salir del lugar en dirección a la ciudad de Edirne.
Varios vídeos en poder del refugiado iraní contienen imágenes en las que se aprecia a refugiados corriendo por los campos vecinos a la valla fronteriza, afectados por los gases lacrimógenos. En otro, se puede observar cómo los migrantes transportan a un compañero supuestamente herido. Otros vídeos procedentes de la zona muestran a otros heridos con abundante sangre en las piernas. El Gobierno turco ha publicado imágenes de dos de los supuestos heridos en los que se aprecian orificios de proyectil de pequeño calibre, quizás balines.
El lado griego de la frontera es zona militar y lo patrullan tanto efectivos de la policía como del ejército. Sin embargo, en los últimos años, activistas de derechos humanos han denunciado la presencia de vecinos armados o paramilitares, así como de uniformados que despojan sus trajes de los distintivos oficiales y que patrullan el área y en ocasiones detienen a los migrantes que cruzan el río Evros. En los últimos años también se ha denunciado el aumento de devoluciones en caliente de migrantes e incluso de secuestros y deportaciones ilegales de refugiados con permiso de estancia en la Unión Europea.