Un periodista judío graba las reacciones que debe aguantar durante un paseo por París. Pretende denunciar el antisemitismo en las calles de la capital francesa. La comunidad semita es el blanco del 40% de la violencia racista en Francia
IRENE HERNÁNDEZ VELASCO. EL MUNDO.- ¿Qué supone para un judío caminar durante 10 horas por las calles de París llevando la kipá, el tradicional gorro ritual que llevan los hebreos? Supone ser llamado perro, ser escupido, aguantar insultos, ser amenazado, vejado…
Zvika Klein, un periodista judío que trabaja para el medio digital NRG, ha hecho la prueba. Un mes después de los atentados en París contra la revista Charlie Hebdo y contra un supermercado de comida judía, se ha colocado la kipá en la coronilla y durante diez horas se ha lanzado a patear las calles de la capital francesa llevando una cámara oculta.
Inspirado en el experimento realizado recientemente por una joven, que en un paseo de diez horas por Nueva York sufrió (y grabó) un centenar de muestras de acoso, Klein ha querido indagar qué significa ser judío en estos momentos en París. El resultado no deja lugar a dudas y explicaría en gran medida el por qué numerosos judíos están optando por hacer las maletas y abandonar Francia…
«En las calles próximas a las atracciones turísticas la situación era tranquila, pero cuanto más me alejaba más disminuía la sensación de seguridad y aumentaban las hostilidades y las ofensas», sentencia el periodistas.
Según el Servicio de Protección de la Comunidad Judía (SPCJ), un organismo que trabaja codo con codo con el ministerio del Interior francés, el año pasado se contabilizaron en Francia 851 actos antisemitas, un 101% más de los 423 que se registraron en 2013. Las agresiones contra la comunidad hebrea en Francia se han multiplicado por siete en comparación con las que se producían en los años 90. «El antisemitismo en Francia se ha convertido en un problema estructural», sentencia en su último informe el SPCJ. Aunque los judíos representan únicamente el 1% de la población francesa, son el blanco del 40% de la violencia racista.