Tokio deberá pagar 75.000 euros a doce esclavas sexuales de la II Guerra Mundial
La Vanguardia.- Han tenido que pasar más de siete décadas para que reciban justicia. Ayer, en lo que supone una sentencia histórica, un tribunal de Seúl ordenó al Gobierno japonés a indemnizar con 75.000 euros a doce de las esclavas sexuales surcoreanas explotadas en burdeles militares nipones durante la Segunda Guerra Mundial. Es probable que el fallo, que Tokio ya ha dicho que no piensa acatar, congele aún más las frías relaciones entre estos dos aliados claves de Estados Unidos en la región.
“Las evidencias materiales y los testimonios muestran que las víctimas sufrieron un dolor físico y mental extremo e inimaginable por los actos ilegales del acusado, que no ha sabido compensarlas por su sufrimiento”, leyó el juez Kim Jeong Gon. Según algunos historiadores y académicos, hasta 200.000 mujeres, en su mayoría coreanas –también las hubo chinas y de otros países del sudeste asiático–, fueron forzadas o engañadas a prostituirse en una red de lupanares montado por el ejército del imperio del Sol Naciente para sus huestes entre 1932 y 1945, los años más cruentos de la violenta ocupación japonesa en la región.
Apodadas eufemísticamente como mujeres de consuelo o mujeres de solaz , su pasado permaneció oculto durante décadas bajo el peso de la vergüenza y la estigmatización social. No fue hasta 1991 que una de las víctimas, Kim Hak Soon, hizo pública su historia de abusos y violaciones durante aquellos años, un testimonio que animó a varias decenas más a sacar sus casos a la luz. En la actualidad, tan solo quedan vivas 16 de ellas, todas ellas ancianas que superan los 80 o 90 años.
“Es un fallo histórico”, resumió un grupo que da voz a esas mujeres. Según dijeron, la demanda se presentó en el 2013 por parte de una docena de supervivientes como un intento de exigir cuentas a las autoridades japonesas, a las que acusan de blanquear la historia y los abusos cometidos por su tropa imperial.
De hecho, todavía son muchos en Japón los que defienden que estas mujeres eran simples prostitutas que entraron a los burdeles por voluntad propia o de la mano de traficantes y que cobraban por sus servicios. “El Gobierno japonés debe honrar el fallo y pagar las compensaciones de inmediato”, dijeron antes de agregar que tan solo cinco de las 12 ancianas que presentaron la demanda están vivas.
Pese a su importancia, la sentencia tiene más valor simbólico que real. Desde hace años, Japón insiste en que todas las reclamaciones de indemnización se zanjaron cuando los países normalizaron sus relaciones diplomáticas en 1965, y que el asunto de las mujeres de consuelo se resolvió “final e irreversiblemente” con un acuerdo del 2015 por el que se comprometieron a ingresar 7,5 millones de euros en un fondo de compensación. Sin embargo, las víctimas dicen que ese acuerdo no es válido, ya que carece de una disculpa sincera por parte de Tokio y se excluyeron sus voces en el proceso de negociación. Cuando el actual presidente surcoreano, Moon Jae In, llegó al poder en el 2017, su Gobierno decidió cancelar el acuerdo.
Sobre el proceso finalizado ayer, las autoridades niponas desestimaron el caso desde un inicio con arreglo a la inmunidad soberana, que garantiza a un Estado protección frente a una demanda civil en un tribunal extranjero. Ayer, el secretario del Gabinete japonés, Katsunobu Kato, tildó el veredicto de “extremadamente lamentable” y dijo que su Gobierno elevó una protesta formal. “Hemos dicho repetidamente que no estamos sujetos a la jurisdicción coreana”, apostilló.
Ahora, la sentencia corre el riesgo de agriar aún más una relación ya tocada por otra disputa: la de los trabajos forzados en tiempos de guerra. En el 2018, una corte surcoreana dictó que varias firmas japonesas debían compensar a los coreanos obligados a trabajar para ellos durante la Segunda Guerra Mundial. Japón rechazó con vehemencia el fallo, y en el 2019 impuso controles a las exportaciones surcoreanas, una medida que se interpretó como una represalia al fallo.
Para disgusto de Washington, que cuenta con ambos para hacer frente a la amenaza nuclear norcoreana y el auge chino, la disputa pronto alcanzó el ámbito de la seguridad, con Corea del Sur amenazando con abandonar un acuerdo de intercambio de inteligencia vital para mantener la cooperación. Aunque Seúl finalmente no materializó sus amenazas, los lazos bilaterales no se han llegado a restañar, y el fallo de ayer, junto a otro similar que se espera la próxima semana, augura un futuro complicado en la zona.