VICENTA COBO. EL PAÍS.- El continuo flujo de niños inmigrantes provenientes de Centroamérica, que día a día cruzan la frontera para adentrarse en Estados Unidos, provocó este martes un estallido de ira en Murrieta, al sur de California. Un grupo de entre 100 y 200 personas de la localidad salieron a las calles para interceptar tres autobuses que transportaban inmigrantes indocumentados interceptados en la frontera, en su mayor parte mujeres y niños.
Los manifestantes, enarbolando banderas estadounidenses y pancartas con el lema “Go home” (marchaos a casa) y “ Stop illegal immigration” (Parad la inmigración ilegal), y coreando frases como “Deport” (deportación) y “Obama Impeach” (destitución de Obama) obligaron a los autobuses a abandonar la localidad.
Las 140 personas detenidas en Riverside County que se encontraban a bordo y que se dirigían a la estación de policía de la frontera en Murrieta, fueron finalmente llevadas a la estación de policía de San Ysidro, en la frontera con México. Los inmigrantes, entre ellos más de un centenar de mujeres y niños de Centroamérica, fueron finalmente desviados a San Diego por el Departamento de Seguridad Nacional.
El incidente se produjo un día después que el alcalde de Murrieta, Alan Long, conminara a los residentes a protestar contra la decisión del gobierno federal de trasladar a los inmigrantes indocumentados que están cruzando la frontera a esta localidad. Según el alcalde, la oleada de indocumentados no ha hecho más que comenzar y se prevé que lleguen más.
“Murrieta espera que nuestros gobernantes hagan valer las leyes, incluida la deportación de inmigrantes que cruzan ilegalmente la frontera. Todo lo contrario que forzarnos a acogerlos en nuestras comunidades”, ha dicho Long, expresando el malestar que ha creado entre muchos la crisis humanitaria que recorre la frontera.
El lunes por la noche, un grupo de agentes federales fueron abucheados en Murrieta por permitir la llegada de inmigrantes indocumentados. La localidad celebró una reunión con las autoridades locales para tratar el espinoso asunto. El auditorio, con capacidad para acoger a 750 personas, se vio desbordado por una multitud que se agrupó a las puertas e increpó y abucheó a los agentes, gritándoles: “Send them back” una y otra vez.
Especialmente mal parado salió el jefe de los agentes de la patrulla fronteriza, Paul Beeson, tras responsabilizarse de haber transferido de Texas a Murrieta a una oleada de niños de Centroamérica que desde hace varios meses vienen cruzando la frontera huyendo de la violencia y la pobreza.
Beeson reconoció desconocer si en días sucesivos van a llegar más autobuses cargados con menores provenientes de Texas. “Tomamos decisiones a medida que las circunstancias así lo indican”, dijo.
La multitud se mostró mas amable con los políticos locales que hicieron un llamamiento para reforzar las fronteras. El alcalde de Murrieta, Alan Log, fue ovacionado cuando dijo que “la ciudad va a remitir a Washington los costes que este asunto nos está acarreando, y va a ser una factura muy alta”. Y añadió: “Tienen que producirse cambios a nivel federal en muchos sentidos”.
Tratando de aliviar las saturadas instalaciones de Texas, por donde están entrando la mayoría de los niños, las autoridades están intentando dispersarlos por otros estados, entre ellos California. Hay quienes piensan, entre ellos Ron Zermeno, del Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza, que “hacerse cargo de estos inmigrantes en lugar de reforzar la frontera e impedir su llegada, significa empeorar la situación”.
El congresista republicano Ken Calvert, que representa a Murrieta, no está de acuerdo con la decisión del gobierno federal de desviar a los inmigrantes interceptados en la frontera de Texas a California. En declaraciones realizadas al periódico Los Angeles Times, manifiesta que «los indocumentados que están cruzando la frontera deberían permanecer en Texas; son ellos quienes deben resolver el problema y no California».
Calvert dice también que ha recibido cientos de llamadas y que el enfado por la situación provocada por la llegada de inmigrantes indocumentados a Murrieta es creciente. El congresista no descarta nuevas protestas si, como se espera para el viernes, llegan nuevos autobuses cargados con los niños que continúan cruzando la frontera.
Las autoridades de EE UU aseguran que desde el pasado mes de octubre, más de 52.000 personas, en su mayoría menores que no viajan acompañados de un adulto, han llegado hasta su frontera con México. La cifra supera con creces los 24.000 interceptados en los 12 meses anteriores y ha desbordado todas las previsiones del Gobierno federal.
“Murrieta no es El Paso, no somos Tucson. Esta es una pequeña comunidad y no contamos con los recursos necesarios como para alojar, alimentar y vestir a la avalancha de gente que se nos echa encima por un tiempo indeterminado”, manifiesta el concejal Rick Gibbs, poniendo de relieve que en las instalaciones de las que dispone la Patrulla Fronteriza local sólo cuentan con bancos de metal y pocos servicios.
La localidad de California es un ejemplo más de las muchas dificultades que está acarreando a EE.UU la crisis humanitaria desencadenada en la frontera desde que dos meses atrás miles de menores provenientes de Centroamérica iniciaran su particular odisea hacia el territorio norteamericano. Las autoridades estiman que entre 60.000 y 80.000 niños, sin compañía de ningún adulto, cruzarán la frontera durante este año. La Casa Blanca considera lo que está sucediendo una “crisis humanitaria”.