Miquel Porta, prestigioso epidemiólogo y experto en salud pública, ve «indecente» que el secesionismo, apoyado por sus científicos de cabecera, busque rédito político en esta crisis
DAVID BRUNAT. EL CONFIDENCIAL.- El ‘procés’ se ha subido al carro de la pandemia y está echando mano de todas sus armas para demostrar que el Gobierno de España es negligente, inepto incluso, y que a Cataluña le iría mucho mejor si pudiera gestionar por sí misma la respuesta al coronavirus. El arma más potente hasta la fecha es el papel de los científicos catalanes. Un grupo de 70 expertos en distintos campos publicó el pasado sábado un manifiesto en el que exigen al Gobierno el confinamiento total de la población y la restricción del transporte.
El documento, que no ha pasado por ningún filtro de validación científica independiente, fue ampliamente difundido por los medios de comunicación en Cataluña y es desde entonces utilizado por el Govern como medida de presión contra el Gobierno y para apuntalar el discurso de que el gabinete de Quim Torra sí está preparado para frenar la pandemia.
Esta incursión en el activismo político de los 70 científicos ha sido muy aplaudida en los círculos independentistas pero ha soliviantado a la comunidad científica, tanto en Cataluña como en el resto de España, que trabaja sin descanso por atajar la emergencia sanitaria. Miquel Porta, investigador del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas de Barcelona (IMIM) y profesor adjunto de Epidemiología por la Universidad de Carolina del Norte, ha dado un paso el frente para denunciar el “uso indecente y muy dañino” que el independentismo está haciendo de la situación, valiéndose de la colaboración de especialistas que agitan a la opinión pública “para facilitar sus agendas personales y políticas”. Otra parte de los firmantes, “ingenuos y de buena fe” pero sin ningún conocimiento en políticas de salud pública, “hacen el juego a determinados intereses políticos”. Algunas adhesiones proceden de científicos de otros puntos de España.
Ese manifiesto es muy negativo y está haciendo mucho daño a los profesionales en primera línea de esta emergencia
“Intento siempre vivir al margen del ruido político», explica Porta. «Estaba desconectado de esta guerra del discurso en Cataluña hasta que apareció este manifiesto y me pareció necesario intervenir. Ese manifiesto es muy negativo y está haciendo mucho daño a los profesionales que están en primera línea de esta emergencia. Hoy mismo me lo han dicho personas que trabajan en la Agencia de Salud Pública de Barcelona y en el comité de emergencias de Canarias. Para quienes sabemos algo de epidemiología y salud pública, esto es inconcebible, una falta de respeto y de profesionalidad increíble”.
El problema, según este reputado epidemiólogo y experto en salud pública que ha dado cátedra en instituciones europeas y americanas, no es disentir de cómo aborda la pandemia el Gobierno y sus técnicos asociados. La crítica es sana, dice Porta, pero existen unos canales de validación científica que los firmantes de este manifiesto “se han saltado haciendo gala de una gran soberbia”, generando así suspicacias dentro de la población sobre el trabajo de los profesionales al mando de esta crisis. Perfiles técnicos que desde Cataluña exigen medidas políticas con base en un estudio propio que no ha pasado los filtros habituales de la comunidad científica internacional, y que el Govern blande como la prueba irrefutable de que Madrid lo está haciendo todo mal.
«Lo que un científico hace cuando tiene un informe o ‘paper’ es enviarlo a una revista para que haga la ‘revisión por pares’ y luego se publique, o hacerlo llegar a las instituciones públicas a través de los canales transparentes, que existen y funcionan. Lo que un científico no puede hacer es elaborar un manifiesto, que ya para empezar no es ni siquiera un trabajo científico, y soltarlo al escenario político-mediático saltándose las normas y despreciando el trabajo de cientos de especialistas. Esto es hacer activismo pandémico en favor de ciertas causas».
Infectólogos y activistas
Los infectólogos Oriol Mitjà y Bonaventura Clotet son las cabezas visibles de ese manifiesto y se han convertido en los expertos de cabecera del Govern en esta crisis. Ambos firmaron un documento de adhesión a Junts per Catalunya el pasado mes de mayo, previo a las elecciones municipales y europeas, junto a otra sesentena de científicos. En esta ocasión, Mitjà y Clotet exigen el “confinamiento total” de la población para contener la pandemia en base al resultado de “simulaciones matemáticas”. Si no se actúa de inmediato, dicen los 70 expertos, el sistema sanitario “colapsará” alrededor del 25 de marzo, es decir, este mismo miércoles.
Mitjà ha dicho en más de una ocasión que “es necesario un recambio” al frente del Comité de Gestión Técnica del Coronavirus del Ministerio de Sanidad. No consta ninguna crítica al rol de la Generalitat en la gestión de la muy mermada sanidad catalana en los últimos años. Mitjà, al igual que Clotet, trabaja en el Instituto Germans Trias i Pujol de Badalona, dependiente de la Generalitat.
La publicación del manifiesto coincide en el tiempo con el giro de 180 grados del Govern, que ha pasado de ignorar la epidemia durante semanas, promoviendo el acto de apoyo a Carles Puigdemont en Perpiñán el 29 de febrero y manteniendo toda su agenda pública hasta el último momento previo al estado de alarma, a criticar al Gobierno por lento e incapaz.
“Muchos de estos firmantes no tienen idea de las consecuencias o implicaciones sociales que tiene lo que propone ese manifiesto. No lo saben explicar, no pueden exponer los efectos prácticos de confinar totalmente a la población ni el impacto sobre la salud pública porque gestionar una pandemia no es su campo profesional. Es un manifiesto de adhesión que transmite un mensaje falso a la sociedad, y es que todo depende del trabajo de investigadores endiosados, políticos y hasta periodistas. Los que luchan de verdad son los epidemiólogos y los técnicos de salud pública, con base en modelos científicos concretos, junto a los profesionales médicos y de enfermería”, afirma Porta.
“Imagínese que un cirujano le está operando de tiroides”, pone a modo de ejemplo. “Debe ir con gran precisión, pero entonces llega alguien y le da un golpe en el codo. Pues esto es mucho más grave porque hablamos de la vida de miles de personas, de las consecuencias económicas y de la calidad democrática de una sociedad. Los principales promotores de esto saben perfectamente que así no se hacen las cosas. Se puede enviar un estudio científico a revistas explicando las medidas de confinamiento propuestas y que estas lo revisen con rapidez. Lo han hecho el grupo de Imperial College y ‘The Lancet’ sin ningún problema. La manipulación electoralista tiene límites, y estas personas los han traspasado”.
La manipulación electoralista tiene límites, y estas personas los han traspasado
Francisco Bolúmar, catedrático de Epidemiología en la Universidad de Alcalá, se ha expresado en términos parecidos en las últimas horas. “Yo quería saber qué piden exactamente cuando hablan de confinamiento total. ¿La paralización absoluta del país? Porque eso es una locura. No hay ninguna evidencia, ningún dato, que nos diga que si aumentamos el aislamiento, disminuimos el contagio. Muchas de las medidas que ha tomado Italia en el nuevo decreto ya se estaban aplicando en España”, dijo Bolúmar recientemente a ‘El País‘.
Muestra de la oportunidad de este manifiesto en el discurso político del Govern es que fue el principal argumento empleado por Quim Torra en su reciente reunión de presidentes autonómicos. Un manifiesto que, insiste Porta en nombre de otros profesionales indignados, “no es un trabajo científico” revisado. “Mientras tanto hay centenares de técnicos de la administración y epidemiólogos luchando realmente para superar esta crisis. Por desgracia en España contamos con un tejido científico débil, lo que facilita que la sociedad caiga en manipulaciones políticas”, concluye.