Cientos de personas con discapacidad intelectual participan en un ensayo para preparar las primeras elecciones en las que podrán ejercer su derecho al voto
FRAN SERRATO. EL PAÍS.– Cuando Nerea Cuervo tenía seis años los médicos dijeron que ni siquiera podría atarse los cordones de sus zapatos. Sufre síndrome de insuficiencia madurativa y tiene un 66% de discapacidad. Se equivocaron. Cuervo ha abanderado la lucha que ha conseguido que 100.000 personas con discapacidad intelectual en España, 12.000 en Madrid, puedan ejercer su derecho a voto. Hasta que el Congreso aprobó en octubre la reforma de la ley electoral dependían de la decisión de un juez. Se estrenarán en las elecciones legislativas del 28 de abril, pero este domingo la asociación Plena Inclusión ha organizado un simulacro para que conozcan su funcionamiento.
El ensayo ha cuidado hasta el último detalle. La organización había enviado previamente tarjetas censales a los 344 participantes. Sus nombres colgaban en un listado en la pared del Juan de la Cierva, un instituto público en el madrileño barrio de Embajadores. Las familias se agolpaban desde primera hora de la mañana en la entrada, flanqueada por dos agentes de la Policía Nacional. El colegio electoral ha abierto sus puertas a las 11.00. Se han formado colas en las tres mesas dispuestas para la ocasión y han surgido los comprensibles nervios de quienes votan por primera vez. No era el caso de Cuervo, que lleva más de una década ejerciendo su derecho.
La chica, que ahora tiene 30 años, ha sido interventora y formado parte de la candidatura del PSOE en Tres Cantos, donde el Gobierno municipal (PP) le concedió el año pasado un premio por su compromiso, que le llevó hasta el Parlamento Europeo. “Es un día muy especial. Cuando se aprobó la reforma, mi hija me dijo que había que enseñar a toda esa gente a votar. Es lo que estamos haciendo”, ha reconocido Gerardo Cuervo, padre de Nerea.
Cuando las personas con deterioro cognitivo cumplen la mayoría de edad, muchas familias optan por protegerles patrimonialmente, lo que llevaba al juez a incapacitarles también para votar. Gerardo siempre dotó a su hija de herramientas para que fuese independiente. Cree que la reforma otorgará la misma oportunidad al resto del colectivo.
Una larga espera
Si los españoles no tuvieron la posibilidad de elegir a sus representantes durante las cuatro décadas que duró el franquismo, las personas con discapacidad intelectual han tenido que esperar otros 40 años a pesar de lo dispuesto en el artículo 23 de la Constitución y la Carta de los Derechos Humanos.
La presión política se redobló en 2008, cuando entró en vigor en España la Convención Internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad. Se ha hecho efectiva una década más tarde. La Asamblea de Madrid, a propuesta del PSOE, instó al Congreso a un cambio normativo en junio de 2017. Este domingo, representantes de todos los grupos han acudido al simulacro y señalado el carácter histórico de la jornada.
Pablo Muñagorri, de 50 años y una discapacidad del 34%, no ha querido perder un segundo para votar. Proclama a los cuatro vientos que se ha decidido por Podemos. La papeleta la ha tomado de una mesa alargada dispuesta a la entrada del instituto. Había de tres tipos: unas blancas, para elegir a los representantes municipales; otras naranjas, para la Cámara regional; y las verdes, para el Parlamento Europeo. Las mismas que tendrán que usar en los comicios del 26 de mayo, solo que estas incluían nombres ficticios y han sido destruidas sin recuento tras el cierre de las mesas. “Por fin me considero un ciudadano de pleno derecho”, ha reconocido sonriente Muñagorri. Ahora espera que los partidos les tengan en cuenta porque “los políticos prometen cosas, pero casi nunca cumplen”.
“¿Qué papel hay que coger para votar a Ciudadanos?”, se preguntaba uno de los censados mientras su compañero Javier Cincuedez tomaba las papeletas con disimulo. Le auxiliaba Belén Jiménez, su monitora en la Fundación Gil Gayarre de San Sebastián de los Reyes. “Previamente les hemos explicado cómo se vota. Les damos unas pinceladas de los programas y lo vinculamos con el logo de los partidos. No lo tienen muy claro aún, pero con ayuda lo conseguirán”, explica Jiménez. Luego ha tomado la mano de varias personas, se han dirigido a la mesa electoral, entregado sus carnés e introducido los sobres en las urnas correspondientes. Previamente Jesús Fuentes, una persona con discapacidad que hacía las veces de vocal, ha debido certificar que aparecen en el censo. Al hacerlo, subrayaba el nombre con un rotulador verde y exclamaba enérgicamente: “Lo tenemos”.
Ha sido una jornada festiva en la que no han faltado las risas. Jorge Alonso, un chico de 20 años de El Molar, ha querido inmortalizar su primera vez con un selfi. “Votar es una forma de inclusión. Una oportunidad magnífica de formar parte del mundo. Para elegir el partido que más me representa veo las noticias y leo. Mis padres también me han explicado cosas”, señala.
España es el octavo país de la UE que acaba con esta barrera. Mariano Casado, presidente de Plena Inclusión Madrid, sostiene que con la participación de estas personas en los comicios “se revierte una deuda de ciudadanía”. Y apunta: “Se abre un horizonte nuevo. Si las personas con discapacidad votan, los partidos tendrán que focalizar sus propuestas hacia ellos”.