Cuando se cumple un año de la muerte a palos del hincha de Riazor Blues los cinco acusados del homicidio continúan libres
PATRICIA ORTEGA DOLZ. EL PAÍS.- Se cumple un año de la muerte de Jimmy, el caso de violencia en el deporte que ha marcado un antes y un después en el mundo del fútbol, que conmocionó a sus máximos representantes y a la sociedad en su conjunto y que culminó con una batería de medidas para el control de los ultras en los estadios y enormes sanciones económicas para los violentos. Sin embargo, cinco imputados por homicidio y más de un centenar de detenidos después, Francisco Javier Romero Taboada, Jimmy, está muerto y sus asesinos en la calle.
Lo mataron a palos en las inmediaciones del Vicente Calderón la mañana del 30 de noviembre pasado. Los hinchas gallegos de Riazor Blues habían llegado aquel domingo a Madrid en autobús para acudir a las 12.00 al encuentro —no calificado de alto riesgo— entre el Atlético de Madrid y el Deportivo. Los ultras del Frente Atlético, de extrema derecha, esperaban a sus homólogos, de extrema izquierda, en la zona. Supuestamente, unos y otros, se habían citado por WhatsApp y acudían a la cita armados con porras, puños americanos, bengalas, y todo cuanto encontraron a su paso. Cientos de ultras rojiblancos contra algunos menos del equipo gallego despertaron con sus gritos y sus brutales agresiones aquella mañana a los vecinos y transeúntes de esa zona del Manzanares, que grabaron vídeos caseros que, más tarde, servirían de prueba a la policía.
A Jimmy, de 43 años, lo cogieron entre varios, lo apalearon brutalmente y lo arrojaron al río, de donde lograron sacarlo los servicios de emergencia casi media hora más tarde al filo de la muerte. Falleció poco después en el hospital. “Traumatismo craneoencefálico”, dictaminó el examen forense. Y, al igual que la bestial agresión, las imágenes de su cabeza amoratada ocuparon telediarios y páginas de periódicos en los días posteriores. Una muerte en directo.
Aparte de las múltiples detenciones del día de autos, en la llamada Operación Neptuno hubo dos oleadas posteriores de arrestos en Galicia, Madrid y ciudades limítrofes. Los ultras habían llegado hasta de Valencia para pegarse. La mayoría fueron acusados por riña tumultuaria, pero los agentes de la Brigada Provincial de Información de Madrid, tras un minucioso análisis de los vídeos y de las intervenciones telefónicas y geolocalizaciones de móviles, lograron identificar a cinco individuos. Cuatro en las primeras pesquisas y un quinto tras posteriores indagaciones.
Los imputados
Los cuatro primeros imputados por homicidio, del Frente Atlético, fueron: Ismael López Pérez (un taxista de Parla padre de dos hijos), Sergio Santiago Martínez (un joven de Alcobendas trabajador de una compañía de seguros), Francisco Javier Jiménez Linares (estudiante también de Parla) y José Luis Zarzoso (alias Zarpe). Ingresaron en prisión, inicialmente, pero el pasado 21 de mayo, el cuarto juez que se hacía cargo del asunto en el juzgado número 20 de Plaza Castilla, los dejaba en libertad “por falta de pruebas”.
Después se supieron varias cosas. La primera que hubo un error en la identificación de la víctima. Los distintos vídeos analizados por la policía, mostraban a dos personas que eran arrojadas al río, Jimmy fue el segundo en caer y no el primero, como se recogía en los informes iniciales presentados por los agentes. Sin embargo “el grupo agresor en ambos casos era el mismo”, según los policías. Ambas agresiones sucedieron con 15 segundos de diferencia y a escasos metros una de la otra. El primer ultra de Riazor Blues en ser arrojado salvó la vida. El segundo, Jimmy, murió.
Ese error fue usado por la defensa para desbaratar las acusaciones. Se trata de dos poderosos letrados. El conocido fiscal de la Audiencia Nacional Ignacio Gordillo, miembro de la junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Madrid con 30 años llevando casos de terrorismo y que en 2010 se pasó a la empresa privada; y Margarita Santana, también especialista en derecho penal. Ambos llevan una defensa “coordinada”, según reconoció Santana, y sus honorarios son sufragados —al menos en parte y en el caso de dos de los acusados— por el Frente Atlético, que hizo hasta una colecta para tal fin.
El juez Pedro Marchante Somalo, recién llegado de Guadalajara, no instruyó ninguna diligencia complementaria ni tan siquiera les imputó un delito de tentativa de homicidio. E Ismael López Perez, incluso montó una capea el pasado mes de junio para sus colegas del Frente Atlético a modo de celebración. Antes paz y después gloria.
Entretanto, y a pesar del juez, las pesquisas policiales continuaron. En el mes de julio aparecía un testigo protegido, que habría participado en la descomunal reyerta y que identificó a dos de los agresores de Jimmy, confirmando las averiguaciones policiales. Pero además, señalo a un quinto presunto autor. Un menor —por aquel entonces, ahora ya ha cumplido los 18 años— llamado Álvaro y apodado Kitkat. Se trata del líder de las juventudes del Frente Atlético. Un chaval que el día de autos le mandaba WhatsApp a su novia y a otro amigo del tipo: “Le hemos reventado, sin porra me he quedado”. “El puto respeto que nos hemos ganado hoy, somos putos dioses”. “Los mayores dándonos la enhorabuena, en plan que cojones le habéis echado”… Una sarta de mensajes que describían con pelos y señales los pormenores de la descomunal agresión y que resultaban escalofriantes si se tiene en cuenta que salían del teléfono móvil de un chico de 17 años.
El juicio contra el menor, debió haberse celebrado el pasado 24 de noviembre, pero tampoco fue así. Su defensa presentó un recurso. Tampoco el juez Somalo, ha llamado a declarar al testigo protegido, ni en calidad de testigo a secas. En resumidas cuentas, la policía da por esclarecida una complicada y polémica muerte y la justicia mantiene de momento a los presuntos culpables en la calle.