En Uruguay hay, en promedio, dos denuncias cada mes por discriminación hacia afrodescendientes
MARTÍN SILVA. EL OBSERVADOR.- Con lágrimas en sus ojos, Marcia Rodrigues, oriunda de Brasil, asegura que fue discriminada por su piel negra en un local comercial en Montevideo. A la altura del Ministerio de Salud Pública, Marcia entró a un local de venta de helados, y haciendo fila para comprar presenció cómo una empleada del local fue ofreciéndole helados a todos los que estaban a su alrededor mientras aguardaban su turno.
Le ofreció incluso a personas que habían llegado después que ella. Pero a ella no. Así empezó esta historia que días después terminaría con un despido.“No había excusas para decir que yo no estaba ahí, que no me vio. Y yo en ese momento pensé muchas cosas, de qué fue lo que pasó en realidad (…) después me di cuenta lo que había sucedido y esperé mi turno de pedir el sándwich». Miró alrededor y se percató de que era la única persona de raza negra en el local.Luego, se dirigió a la cajera y mencionó lo ocurrido: “Recién pasó una situación extremadamente incómoda y me pareció bastante ofensiva”.
Una persona que se encontraba detrás de ella confirmó diciendo «¡Yo vi!». Según relató a El Observador, la cajera respondió que tenían una promoción de 10% de descuento en los helados y que, por lo que había pasado, le daría 20%. “Acá no se trata de descuentos. Estoy hablando de actitud”, le contestó Marcia a la cajera.
Muchas denuncias y pocas respuestas
Según la Unidad Temática por los Derechos de los Afrodescendientes de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM), existe un promedio de dos denuncias mensuales por casos de discriminación a personas de raza negra. La directora de la unidad, Beatriz Santos, dijo a El Observador que la organización sólo puede «orientar a la gente a que presenta denuncias en las comisarías», pero que «no hay marco jurídico» para dar respuesta a la problemática desde la unidad.
«Nos llaman y nos cuentan que están siendo víctimas de la problemática. Convocamos a la persona a la oficina, vienen, hablan con nosotros y por lo menos se van con esa contención. Por lo menos hay una institución que da contención a su problemática», aseguró Santos.En Uruguay existen tres organizaciones estatales que trabajan en coordinación para recibir denuncias por discriminación racial. La Unidad Temática de la comuna capitalina, la Comisión Honoraria contra el Racismo y la Xenofobia del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), y la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo.
A pesar de que existen vínculos entre ellas, estas instituciones no pueden realizar apercibimientos ni aplicar multas. En el caso de la Comisión Honoraria contra el Racismo y la Xenofobia, se realizan informes para que sean presentados frente a los juzgados, en el caso de que la víctima de discriminación haga una denuncia en la Justicia.La directora de la comisión del MEC, Alicia Saura, dijo a El Observador que el organismo puede presentar una denuncia, a entendimiento de la comisión, cuando se configura un delito y se considera que es necesario denunciar penalmente. No puede presentar ninguna denuncia en otras áreas del derecho, como el derecho laboral o civil. En el caso de discriminación laboral, la comisión da a conocer el caso a la Inspección General del Trabajo, del Ministerio de Trabajo, que sí tiene potestades de multar.
Para la directora de la Unidad Afro de la IMM, son pocas las denuncias que llegan a la sanción. «Se va por la tangente, hay confusiones. Yo creo que hay una herramienta que está fallando en ese sentido. Hoy también hay una política de desgaste. Hacen ir a la persona tantas veces a un lado y a otro que la persona, al final, termina abandonando las denuncias».La Comisión contra el Racismo y la Xenofobia del MEC ha registrado 78 denuncias por discriminación hacia afrodescendientes entre 2007 y 2014. Ningún organismo relacionado con la defensa de los derechos de los afrodescendientes tiene datos sobre la cantidad de denuncias que efectivamente son penadas por la Justicia.
Raúl Oxandabarat, vocero de la Suprema Corte de Justicia, declaró a El Observador que no existen números sobre cuántas penas por discriminación hacia afrodescendientes se han imputado.Marcia tiene 32 años, está cursando una maestría en educación y es miembro del Fondo Cristiano de Educación en Angola, de la Universidad Católica del Uruguay. Está haciendo vínculos para llegar a un acuerdo de intercambio entre los dos países y, además, es docente de música.Según dijo a El Observador, luego de que se quejó con la cajera en el restaurante al que asistió, se quedó a esperar la comida.
“Yo podría haberme ido, pero me senté a comer porque hice la queja y esperé las disculpas (…) la dueña me pidió disculpas y vi que ella salió a hablar con la chica que no me atendía. Y la chica pasó por al lado mío con cara sarcástica y no me dijo absolutamente nada».Cuando terminó de comer, Marcia se acercó de nuevo a la cajera y le dijo: «Quiero hacer una queja formal. Simplemente ofrecerme un descuento, no es correcto. Algo tiene que pasar acá».
La respuesta que recibió de la cajera fue: ‘Eso no es un problema tuyo’, según relató a El Observador.Después del episodio, decidió realizar una denuncia en la Seccional N°5. Publicó en Facebook la constancia de la denuncia, con una carta contando el caso: “Creo que muchas personas solo se dan cuenta o denuncian un acto de discriminación cuando la conducta abusiva se acerca a la agresión física. Las discriminaciones «más discretas» son las que menos escuchamos pues están naturalizadas en la vida cotidiana (…) culturalmente, son aceptadas, reforzadas y no reciben ninguna atención. Basta a de impunidad y de discursos sin acción.
Tenemos todos el derecho a ser tratados con igualdad”, manifestó Marcia en su cuenta personal.AntecedentesEl Código Penal de Uruguay, en su artículo 148, prevé que la persona que cometa «actos de violencia moral o física o de desprecio” contra una o más personas en razón de su color de piel, su raza, religión, origen nacional o étnico o identidad sexual, puede tener una pena de tres a dieciocho meses de prisión. Lo mismo sucede con los que incitan al odio o al desprecio público a las personas en razón de su raza, religión, orientación sexual, etc. En este caso, la pena puede ir desde seis a veinticuatro meses en la cárcel.
El vocero de la Suprema Corte de Justicia aseguró que los casos de sentencia penal por discriminación son «mínimos» en comparación con otros delitos. Según dijo a El Observador el director de la Institución Nacional de Derechos Humanos, Juan Faroppa, “no se han dado casos en donde se haya aplicado estrictamente la ley contra la discriminación”.En 2013, el caso de la joven Tania Ramírez tuvo amplia repercusión. La universitaria afrodescendiente de 27 años sufrió una golpiza a la salida del boliche Azabache, mientras esperaba un taxi. Por esa causa, la joven fue internada en CTI. Desde distintos ámbitos se calificó el episodio como un acto racista. Cuando el caso fue a la Justicia, el magistrado Carlos Fernández Lecchini descartó el contenido racista de la agresión y condenó a las agresoras por «lesiones graves».Una respuestaLuego que Marcia publicó en las redes sociales la denuncia, la encargada del local de comidas del Cordón le escribió un mensaje personal en Facebook.
«Nos apena mucho que hayas tenido que pasar por esto y te hayas sentido discriminada de alguna manera. La funcionaria con la cual tuviste este inconveniente ya no trabaja más con nosotros. (…) Esperamos ser afortunados y poder contar con tu presencia nuevamente en nuestro local», escribió la jefa del lugar.Marcia prefirió no responder. Fue a la comisaría para saber los avances en la investigación policial y, según relató a El Observador, la denuncia no había sido ingresada al sistema.
Habló con el comisario de la seccional. Le contestó que el reclamo había quedado sólo en papel y que él nunca se había enterado del caso. Le aseguró que investigará la situación.»A pesar de que todo el mundo va y nadie hace nada, yo creo que hay que denunciar. No se puede ser indiferente con esto. He recibido el apoyo de una gran mayoría en las redes sociales, pero hubo algunos pocos que no. Hubo un caso en que me llamaron de conventillera. Y yo sé de dónde viene esa palabra. Viene del conventillo, donde vivían los negros. Es un concepto histórico, de que los negros gritan y hacen barullo. ¿Los blancos no lo hacen?».Según Marcia, es necesario «hacer algo» para que estas reacciones, que a veces pasan desapercibidas, no ocurran nunca. Con esperanzas de tener respuestas, afirmó: «Todo empieza aunque sea por un grano de arena. Yo estoy haciendo mi parte».