Ortega dará una conferencia en el Parlamento Europeo, tras el veto a Puigdemont y la Falange
ÁLVARO SÁNCHEZ. MIGUEL GONZÁLEZ. EL PAÍS.- A Vox le salen novias fuera de España. Su presumible desembarco en el Parlamento Europeo tras las elecciones del 26 de mayo ha disparado el interés de sus potenciales socios por sumar a los diputados del partido de Santiago Abascal a las nuevas alianzas de la derecha radical. Tras los resultados de Andalucía, el caladero español, hasta ahora vedado a las fuerzas extremistas,está abierto, y los representantes en Europa de Marine Le Pen, Geert Wilders o Jaroslaw Kaczynski faenan para sacarle partido. El ultraderechista Frente Nacional francés y los ultracatólicos polacos de Ley y Justicia, integrados en grupos diferentes en el hemiciclo, lideran la puja por atraer a sus parlamentarios y ganar influencia.
La formación polaca parece llevar cierta ventaja. Este miércoles, el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, ofrecerá una conferencia en la sede de la Eurocámara en Bruselas. El acto, en el que varios dirigentes del partido de Santiago Abascal darán su particular visión del contencioso catalán, ha sido organizado por Kosma Zlotowski, eurodiputado de Ley y Justicia, el partido ultracatólico que gobierna Polonia y cuya gestión ha denunciado Bruselas por vulnerar la separación de poderes y socavar el sistema democrático.
Zlotowski es también tesorero del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), el tercero del Parlamento Europeo con 70 diputados. Desde hace meses, apadrina al partido revelación de la derecha española. El propio Zlotowski acompañó a Abascal a visitar la valla de Melilla en plena campaña al Parlamento andaluz, y también se han visto en Madrid.
ECR tiene buenos motivos para intentar atraer a Vox a sus filas: 19 de sus eurodiputados pertenecen al Partido Conservador británico o al Partido Unionista, por lo que ya no se sentarán en la Eurocámara tras el Brexit. El interés en mantener un grupo parlamentario propio se explica porque en la Eurocámara, como en los parlamentos nacionales, estos cuentan con prerrogativas que van desde un cupo de presentación de iniciativas hasta financiación pública para contratar asesores y empleados. Según el reglamento de la Cámara, para formar un grupo no solo hace falta contar con un mínimo de parlamentarios, 25, sino que deben pertenecer a al menos la cuarta parte de los países de la UE: siete.
Desde su despacho, Zlotowski explica su buena sintonía. “Hace unos meses tuvimos el primer contacto gracias a unos intermediarios en Madrid. Vox tiene unas ideas muy parecidas a las nuestras. Creemos en las raíces cristianas de Europa. Estamos en contra de federalizar la Unión. Y somos partidarios de una Europa de las naciones y del mercado común. Esperamos que tenga eurodiputados y cooperar aquí. Nuestra puerta está abierta, pero la decisión es suya”. Para ECR, el fichaje de los diputados de Abascal es especialmente valioso pues el Brexit le dejará sin los representantes del partido conservador británico.
El ECR no es el único grupo que se ha acercado a Vox, al que un reciente estudio de la Eurocámara atribuye siete escaños en la próxima legislatura. Santiago Abascal mantiene relaciones cordiales desde hace años con la líder del Frente Nacional francés (ahora rebautizado como Reagrupamiento Nacional) Marine Le Pen, quien jaleó el éxito de Vox en las andaluzas.
Eduard Ferdinand, dirigente del partido de Le Pen, visitó en 2016 España e invitó a Vox a sumarse al Grupo de la Europa de las Naciones y las Libertades, en el que se sientan también el UKIP de Nigel Farage —aunque por poco tiempo—, la Liga Norte de Salvini o el FPO austriaco. Esos contactos se han multiplicado en las últimas semanas, también cara a cara, en Madrid o Estrasburgo, tal y como reconocen fuentes del partido de Le Pen. De momento, Vox se deja querer. Su responsable de Relaciones Internacionales, Iván Espinosa de los Monteros, asegura que aún no han tomado una decisión. La elección no es fácil ya que los grupos son muy heterogéneos y en el ECR, por ejemplo, se sientan junto a los ultracatólicos polacos los nacionalistas flamencos aliados de Puigdemont.
En una entrevista a El Mundo, en octubre pasado, Abascal daba alguna pista sobre sus preferencias. Le Pen es “muy valiente”, decía, pero “más estatalista”, subrayando el perfil ultraliberal de Vox. “Me gusta lo que está haciendo Salvini con la inmigración”, añadía, “pero estoy más cerca del húngaro Viktor Orban”. Orban sigue formando parte, por ahora, del Grupo Popular Europeo, el mismo del PP.
Vox no tiene que decidirse todavía. Se da por descontado que, tras las elecciones del 26 de mayo, habrá que redibujar el mapa ideológico del Parlamento europeo. Se espera que eurófobos y ultraderechistas experimenten un fuerte aumento y, si superan sus diferencias y forman un único grupo, sea uno de los primeros de la Eurocámara. Se trata de ampliar, bajo el liderazgo de Salvini y con la incorporación de Orbán la lista de asistentes a la cumbre ultraderechista de enero de 2017 en Coblenza (Alemania): Le Pen, Abascal, Frauke Petry (Alternativa Por Alemania) y Geert Wilders (del holandés PPV).
Escaldados por el Brexit, ni los más eurófobos piden ya la salida de la UE: aspiran a deconstruirla desde dentro, debilitando las instituciones en beneficio de los Estados y convirtiéndola en una fortaleza frente a la inmigración. Prácticamente lo único que une a grupos que se caracterizan por cultivar cada uno su propio nacionalismo singular.