ENRIQUE RUBIO. EFE / ELDIARIO.ES.- La ultraderecha francesa, que ha hecho de la batalla contra la inmigración el pilar de su discurso, apunta ahora también contra los demandantes de asilo que llegan a Europa, a los que considera «una rama más de la inmigración clandestina».
En una entrevista con Efe, Nicolas Bay, candidato a las elecciones europeas por la soberanista Agrupación Nacional (RN) y uno de los rostros más reconocibles del partido de Marine Le Pen, destaca la necesidad de «acabar con la lógica de acogida a los inmigrantes» y apuesta por reformar el sistema de refugiados.
«El asilo se ha convertido en una rama de la inmigración clandestina. Hay poquísima gente que realmente sea elegible para el derecho de asilo, pero tenemos legislaciones cada vez más laxas en los países europeos», señala Bay en la conversación que mantiene con Efe en un «bistró» parisino.
El responsable del antiguo Frente Nacional (del que ha sido secretario general y vicepresidente) responsabiliza también a «instancias supranacionales como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos» de favorecer la llegada de migrantes y protegerlos «mucho más allá del derecho de asilo».
Las encuestas pintan halagüeñas para el RN. Pocos hubieran creído, después del descalabro de Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales de 2017, que el partido estaría de nuevo a punto de ser el más votado en las europeas, como ya sucedió hace cinco años.
Los ultranacionalistas han querido convertir la votación en un referéndum sobre el presidente Emmanuel Macron. De hecho, Le Pen reclama su dimisión si el partido de éste no vence el próximo domingo.
Según Bay, el activo papel que ha tomado el presidente en la campaña y su objetivo declarado de batir a la ultraderecha hacen de la contienda un reto personal para Macron, que debería «actuar en consecuencia» si es derrotado.
«Se ha instalado una nueva línea divisoria: de un lado, Macron, que representa la visión globalizadora, y del otro la nuestra, que quiere resituar a la nación y el pueblo en el corazón de la política», arguye, en una estrategia -promovida también desde el «macronismo»- que pretende dejar fuera de combate a socialistas y conservadores.
Los buenos augurios para su partido tienen su correlato en otros países como Italia, donde la Liga de Matteo Salvini aspira a conseguir un triunfo aplastante en las europeas.
Para el francés, que ha presidido el grupo de la ultraderecha en el Parlamento Europeo en la última legislatura, «esta Europa de las naciones, que por mucho tiempo ha parecido un eslogan, se está convirtiendo en un proyecto muy concreto».
Aunque los intereses de cada país separan a las fuerzas ultra, el pegamento que las une es, a su juicio, de tres tipos: «La reforma de las instituciones europeas, para recolocar a las naciones en el corazón del proyecto; la protección de las fronteras y la firmeza contra inmigración e islamismo; y proteger económicamente Europa».
Todo eso pasa, en primer lugar, por acabar con la Comisión Europea y por abolir Schengen, de forma que se puedan restablecer los controles fronterizos nacionales, además de por condicionar las ayudas a terceros países a que cierren los flujos migratorios.
El propio Bay mantiene «contactos regulares» con el partido español Vox y con su líder, Santiago Abascal, a quienes espera aglutinar en el grupo parlamentario de la ultraderecha en la próxima Eurocámara.
«Tenemos puntos de convergencia en lo esencial, combates comunes por librar y la misma visión del papel de las naciones y de la necesidad de proteger nuestra identidad», detalla.
Bay ha sido noticia esta semana en Francia tras revelarse una foto de su asistente parlamentario Guillaume Pradoura disfrazado de judío de forma despectiva.
Aunque Pradoura fue suspendido por el RN inmediatamente, la imagen resucitó las sospechas de xenofobia y antisemitismo que siempre han pesado sobre el partido de Le Pen.
«Encuentro insultante que se nos llame racistas, y sobre todo es falso. Evidentemente, no se corresponde con nuestros valores. Tenemos, incluso en las listas a las europeas, a personas de color. No hay ninguna forma de racismo solo porque defendamos una cierta política de inmigración», se defiende Bay.