Identificarse de cualquier otra forma que no fuera la heterosexual estaba penado con muerte
JARA ATIENZA. LA VANGUARDIA.- Mientras muchos países del mundo celebraban el día -e incluso el mes- del Orgullo, algunas zonas del continente africano veían como sus intentos de glorificar las diferentes orientaciones sexuales quedaban sepultados. Es el caso de Uganda, donde por segundo año consecutivo el Gobierno ha cancelado la semana que hace honor al orgullo gay.
“Se prohíbe cualquier tipo de manifestación homosexual”, proclamaba este agosto el anuncio gubernamental difundido en Kampala, capital de Uganda. Sin embargo, no es ni el primero ni el más restrictivo al que se ha enfrentado la comunidad LGTB+ del país. Hace tan solo unos años, la conocida como “ley mata-gays” sembró el caos en el territorio.
En Febrero de 2014, el presidente ugandés Yoweri Museuevi firmaba la controvertida ley anti-homosexual, justificando que estaba basada en el consejo de “expertos médicos”. Una vez aprobada, en el Código Penal de Uganda se consideró un delito no solo la homosexualidad, sino también la “homosexualidad agravada”, en la que se engloba a personas de esa orientación que son padres o figuras de autoridad o a pedófilos y a personas VIH-positivas.
En su primera versión, la ley condenaba a los acusados de estos “delitos” a pena de muerte. Luego se modificó y la condena pasó a ser de siete años de cárcel, luego de cadena perpetua e incluso se barajaba la expatriación en algunos casos.
En agosto de ese mismo año, un grupo de activistas se reveló contra esta ley por considerarla “injusta” y “un atentado contra los derechos humanos”. Bajo la atenta mirada de los gobiernos y ONG occidentales, La Corte Constitucional del país acabó derogando la ley.
Parecía que había esperanza para Uganda. Incluso tan solo un año después, en 2015, la policía dio permiso para celebrar el Orgullo Gay. Sin embargo, de nada sirvió esa decisión judicial que aplaudieron tanto observadores internacionales como activistas locales.
Todavía está mal visto ser gay en Uganda, tal y como recogen los informes de diversas organizaciones europeas. En los años 90, los líderes religiosos anglicanos promovieron, en su misión colonizadora, que la homosexualidad es una decisión malvada que debe ser castigada.
Esa creencia, ese odio y rechazo sigue presente en la población ugandesa; así como en otros países como en Nigeria, Etiopía y Sudán. Y es que a pesar de que no exista una “ley mata-gays”, el código penal sigue castigando con cadena perpetua los supuestos “actos carnales contra natura”.