PABLO R. SUANZAES. EL MUNDO.- Tras un silencio ominoso durante el fin de semana ante la orden ejecutiva del presidente de EEUU, Donald Trump, prohibiendo el acceso a los nacionales de siete países, y una más que tibia reacción el lunes por parte de un portavoz de la Comisión Europea, Bruselas saca la cabeza. Y de qué forma.
El presidente del Consejo, Donald Tusk, ha enviado hoy una carta demoledora, brutal, calificando a Donald Trump y EEUU como una «amenaza para la UE», al nivel de China, Rusia o el islam radical. Llamando «demagogo» al presidente norteamericano y pidiendo a los europeos que se levanten «para defender su dignidad».
El viernes, los líderes de los 28 Estados Miembros se reúnen en Malta para una Cumbre dedicada a la inmigración y, en menor medida, Brexit. Las capitales están haciendo auténticos escorzos para intentar no enfangar sus relaciones con Washington en los primeros días de la nueva Administración, a pesar de los enormes esfuerzos de Trump y su equipo para provocar una pelea. Con ataques a Alemania, vaticinando el final del euro en 18 meses o alegrándose sin disimilo de la ruptura de la Unión y anticipando más salidas próximamente.
Ni la Comisión ni los Gobiernos parecen dispuestos a una escalada, pero el presidente Tusk ha dado hoy un paso al frente sin precedentes, pidiendo abiertamente que «tengamos el coraje de oponernos a la retórica de los demagogos», en referencia velada al presidente de EEUU, y apelando a los europeos a que se pongan «de pie por nuestra dignidad, por la dignidad de una Europa unida, sin importar si estamos hablando con Rusia, China, Estados Unidos o Turquía».
El envite es tan claro que ha sorprendido a la mayoría en una Bruselas resignada a que fuera el Parlamento el que llevara la voz cantante en las protestas, cambiando incluso la agenda para discutir esta misma semana «acciones frente a las medidas del Gobierno de Trump».
En una carta remitida a los jefes de Gobierno, Tusk asegura que «los desafíos a los que se enfrenta la UE son los más peligrosos desde la firma del Tratado de Roma«, cuyo 60º aniversario se celebrará el próximo 25 de marzo. «Hoy lidiamos con tres amenazas. La primera, una externa, está relacionada con la situación geopolítica del mundo. Una China cada vez más, llamémoslo así, firme, especialmente en los mares. La agresiva política rusa hacia Ucrania y sus vecinos. Guerra, terror y anarquía en Oriente Próximo y África, con el islam radical jugando un papel principal», escribe Tusk. Y aquí, y de forma muy calculada, sube la retórica y añade «las preocupantes declaraciones de la nueva Administración estadounidense». Factores, todos ellos, que hacen «que nuestro futuro sea altamente impredecible».
‘Una situación difícil’
Tusk mide mucho sus palabras, no habla con nombres y apellidos en ningún ejemplo concreto pero deja claro lo que piensa. La inclusión del principal aliado estratégico y en temas de Defensa, el líder de la OTAN, entre las amenazas para la UE es un hecho sin precedentes. Tusk lamenta sin tapujos que «por primera vez en nuestra historia, en un mundo cada vez más multipolar, muchos se están volviendo abiertamente antieuropeos, o euroescépticos en el mejor de los casos». Y añade, en particular, que «el cambio en Washington pone a la UE en una situación difícil, con una nueva Administración que aparentemente pone en cuestión los últimos 70 años de política exterior estadounidense».
El desafío del presidente del Consejo es enormemente sorprendente. Según avanzan los párrafos va perdiendo la timidez. Tras semanas de sorpresa, estupor y parálisis, Bruselas mueve ficha. Las humillaciones constantes, el desprecio permanente han tocado hueso en una UE que todavía espera respuesta a la invitación cursada a Trump para conocer de primera mano el trabajo de una Unión a la que ningunea un día sí y otro también. Una UE que no está dispuesta a aceptar como ‘embajador’ a un economista que la compara con la URSS y se jacta de que su trabajo será ayudar a derribarla.
El discurso tiene una carga potente. Tusk, asumiendo la defensa del continente y sus valores con una contundencia desconocida, apela al «coraje, la determinación y la solidaridad política de los europeos, sin los que no sobreviviremos. Si no creemos en nosotros mismos, ¿por qué deberían hacerlo otros?«, se pregunta. Y hace una llamada directa a la acción. Un recado a los ciudadanos, a sus líderes, y en concreto «a los 27», dejando ya fuera a Theresa May y Reino Unido. «Mostremos nuestro orgullo europeo. Si hacemos como que no podemos oír las palabras y no damos acuse de recibo de las decisiones dirigidas contra la UE y nuestro futuro, la gente dejará de tratar a Europa como su tierra. Y lo que es igualmente peligroso, nuestros socios globales dejarán de respetarnos», una frase que sólo puede ser entendida en referencia a Washington.
Tusk pide así a sus colegas contundencia. Que levanten la voz no atacando, pero tampoco permitiendo que se ataque. Con mucha más rotundidad y, sin decirlo, alineándose con los que, como Angela Merkel, no parecen dispuestos a llevarse bien a cualquier precio con Trump.
«Hablando objetivamente, no hay ninguna razón por la que Europa y sus dirigentes deban amilanarse ante los poderes externos y sus gobernantes. Sé que en política el argumento de la dignidad no debe ser utilizado en exceso, ya que a menudo conduce a conflictos y emociones negativas. Pero hoy debemos ponernos de pie muy claramente por nuestra dignidad, por la dignidad de una Europa unida, sin importar si estamos hablando con Rusia, China, Estados Unidos o Turquía. Por lo tanto, tengamos el valor de estar orgullosos de nuestros propios logros, que han hecho de nuestro continente el mejor lugar en la Tierra. Tengamos el coraje de oponernos a la retórica de los demagogos, que afirman que la integración europea es beneficiosa sólo para las élites, que la gente común sólo ha sufrido como resultado de ella, y que los países estarían mejor por su propia cuenta en lugar de juntos», concluye.
El destino del TTIP
El presidente del Consejo propone «usar el cambio en la estrategia comercial de EEUU en beneficio de la UE, intensificando las negociaciones con socios interesados, al tiempo que se defienden nuestros intereses». Si Trump pone fin a las charlas sobre el TTIP, busquemos nuevos mercados, sugiere. «Debemos defender firmemente un orden internacional sostenido sobre el imperio de la ley. No podemos rendirnos a quienes quieren debilitar o invalidar el vínculo transatlántico, sin el que el orden mundial y la paz no pueden sobrevivir. Deberíamos recordar a nuestros amigos americanos su propio lema: «unidos, resistimos. Divididos, caemos», acaba la carta.
En su carta a los 28, Tusk habla también de las «amenazas internas» como el «nacionalismo y el egoísmo que se están convirtiendo en una alternativa atractiva a la integración», así como el auge de la xenofobia dentro de nuestras fronteras.
La tercera amenaza que identifica el ex primer ministro polaco es «el estado de ánimo de las élites proeuropeas. La pérdida de la fe en la integración política, la sumisión a los argumentos populistas y la puesta en duda de los valores fundamentales de la democracia liberal son cada vez más visibles», advierte.