El presidente revoca su prohibición total, que ya está bloqueada por los tribunales, y se remite a una nueva política restrictiva del Pentágono
AMANDA MARS. EL PAÍS.- Donald Trump mantiene su intención de prohibir a la mayor parte de los transgénero servir en el Ejército. El presidente firmó este viernes un memorándum en el que renuncia al veto total de este colectivo, paralizado en los tribunales desde el pasado diciembre, pero se remite a una política nueva recomendada por el Pentágono que supone igualmente un duro golpe para el eslabón más débil de la comunidad LGTB. El departamento de Defensa plantea que las personas que estén pasando por un proceso de transición, y por ello necesiten tratamientos médicos relevantes, incluida la cirugía, “están descalificados para el servicio militar excepto ciertas circunstancias limitadas”.
EE UU se dispone a culminar un grave retroceso tanto para los transgénero que desean alistarse como para los que ya están en el Ejército, que se quedan en el limbo (unos 13.000, según las estimaciones más recurrentes, menos del 1% del total). La Administración de Barack Obama anunció en junio de 2016 que los militares transgénero podrían servir abiertamente –creando un programa para llevar a cabo y costear la transición de género de los que lo solicitaran- y fijó para verano de 2017 la posibilidad de que pudieran ingresar siendo ya transgénero. En julio, Trump tumbó la decisión.
Ahora, con las recomendaciones planteadas por el jefe del Pentágono, Jim Mattis, los transgénero que no han pasado por una operación de reasignación de sexo, ni lo demandan, podrían ser militares, siempre y cuando se hubieran mantenido estables en su sexo biológico durante los 36 meses previos a su entrada en el Ejército y pudiesen ser desplegados sin limitaciones. También podrían permanecer los militares que se identificaron como transgénero una vez ya dentro de las Fuerzas Armadas pero tampoco requieren un cambio de género. Es decir, pueden seguir aquellos que se resignen a su sexo biológico. Solo se contempla una excepción, la de aquellos que se declararon transgénero una vez aprobada la política de Obama, que permanecerían en el género con el que se identifican.
Es difícil saber en qué va a cristalizar finalmente este rechazo a los transgénero, no solo por cómo lo desarrolle el Pentágono, sino porque la cuestión se está dirimiendo en los tribunales. En octubre, una jueza federal de Washington, Colleen Kollar-Kotelly, emitió un fallo preliminar en el que consideraba que la prohibición de Trump violaba el principio de igualdad bajo la Constitución y la anuló, instando al Ejército a aceptar a los transgénero a partir del 1 de enero.
El Gobierno quiso mantener el veto en vigor mientras recurría la sentencia, pero en diciembre la jueza la ratificó y el Pentágono está, de hecho, cumpliendo con la ley de la resolución judicial. Es más, un portavoz confirmó a finales de febrero que un recluta abiertamente transgénero se ha alistado por primera vez en Estados Unidos, lo que fue posible gracias a la decisión judicial. También el nuevo plan del Pentágono conocido este viernes se combatirá en los tribunales.