El caso de Patrick George Zaki pone de relieve la interminable campaña de represión que sufre el país y recuerda el crimen sin resolver del italiano Giulio Regeni, torturado hasta la muerte
FRANCISCO CARRIÓN. EL MUNDO.- Patrick George Zaki, un joven egipcio matriculado en un postgrado de la Universidad de Granada, es el último investigador en engrosar la lista de académicos, activistas e intelectuales arrestados por el régimen egipcio en la interminable campaña de represión que sufre el país más poblado del mundo árabe. Su pesadilla, que ha desempolvado el crimen aún sin resolver del italiano Giulio Regeni hace cuatro años, comenzó el viernes al aterrizar en el aeropuerto de El Cairo para unas breves vacaciones con su familia.
«Fue detenido por la Seguridad Nacional en el aeropuerto y permaneció desaparecido durante las siguientes 24 horas«, denuncia en un comunicado la Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales (EIPR), la ONG en la que trabajaba en asuntos de género. El pasado verano Zaki pidió una excedencia para cursar un máster centrado en estudios de género. El posgrado, que realizaba en la universidad italiana de Bolonia, está coordinado por la Universidad de Granada.
«Patrick es alumno de un máster de Erasmus Mundus impartido por un consorcio de universidades europeas. El programa cuenta con una dotación económica para que personas de países no europeos puedan estudiarlo durante dos años», explica a este diario Adelina Sánchez, profesora de la universidad granadina y coordinadora del máster en Estudios de las Mujeres y de Género (GEMMA). «Anualmente recibimos 500 solicitudes de becas y Patrick es uno de los 25 beneficiarios. Es un alumno excelente y muy comprometido en la investigación en derechos humanos«.
Tras su paso por el aeropuerto, Zaki fue enviado a unas dependencias de la Seguridad Nacional en la capital egipcia y más tarde trasladado a otra unidad en Mansura, su ciudad natal emplazada a 120 kilómetros al noreste de El Cairo. «Durante esas 24 horas, según el abogado que se reunió con él en la oficina del fiscal general, fue golpeado, sometido a descargas eléctricas, amenazado e interrogado por asuntos relacionados con su trabajo y su activismo», detalla la ONG citando las mismas penalidades y abusos que han sufrido miles de egipcios desde el golpe de Estado de 2013 urdido por el actual presidente Abdelfatah al Sisi.
«Había regresado para unas breves vacaciones. En el aeropuerto le rompieron sus pertenencias y le incautaron todo lo que tenía. También sufrió violencia física», relata a EL MUNDO un amigo egipcio de Zaki que exige anonimato por miedo a represalias. «Lo investigaron y torturaron y luego lo enviaron al fiscal que decidió mantenerlo en prisión durante los próximos 15 días, como hacen con todo el mundo«, agrega.
Según las autoridades locales, Zaki no fue arrestado en el aeropuerto sino en un puesto de control por una orden de búsqueda y captura dictada el pasado septiembre, un mes después de que abandonara el país. Entre las presuntas acusaciones a las que se enfrenta, figuran «la difusión de rumores y noticias falsas para perturbar la paz social y propagar el caos»; «llamar a protestas no autorizadas para socavar la autoridad estatal y la caída del régimen»; «administrar una cuenta de redes sociales que atenta contra el orden social e incitar a la violencia e incidentes terroristas».
Toda una retahíla de cargos usados para perseguir a la oposición pacífica y aplastar cualquier voz disidente desde la llegada a palacio de Al Sisi, el mariscal de campo que lideró la asonada y ha impuesto un estado de terror. Desde entonces, la salvaje represión se ha cobrado más de 3.000 vidas y ha encarcelado a más de 40.000 personas. Ningún sector de la disidencia ha escapado al puño de hierro: islamistas, izquierdistas, liberales, activistas de derechos humanos y jóvenes revolucionarios aparecen en la lista de víctimas, entre denuncias de desapariciones forzosas y torturas en comisarías y cárceles del país árabe.
«En la ONG, Patrick había trabajado temas relacionados con la defensa de los derechos humanos, la igualdad de género o los derechos de las minorías», comenta a este diario desde Bolonia su compañero de clase, el venezolano Rafael Garrido. «Siempre estaba muy atento a las noticias de lo que acontecía en Egipto desde una perspectiva de derechos humanos y justicia. También se había comprometido con otras partes del mundo y con Italia, participando en un movimiento contra la violencia hacia las mujeres», detalla.
EL RECUERDO DE GIULIO REGENI
El drama de Zaki ha recuperado la memoria del brutal asesinato a principios de 2016 de Giulio Regeni, un estudiante italiano de 28 años torturado hasta la muerte. Su cuerpo apareció arrojado a una cuneta a las afueras de El Cairo, en la carretera que conecta la capital con la ciudad mediterránea de Alejandría. Regeni fue torturado salvajemente durante cuatro días. Tenía siete costillas rotas y, además de recibir puñetazos y patadas, fue electrocutado en los genitales. Su cuerpo presentaba lesiones propinadas con un arma blanca -presuntamente una maquinilla de afeitar- además de abrasiones y contusiones.
Como consecuencia de los golpes, el joven sufrió una hemorragia cerebral. Desde entonces, las fuerzas de seguridad han negado cualquier implicación pero la fiscalía italiana consideró hace dos años que cinco miembros de la policía y la seguridad nacional habían estado implicados en su desaparición. Roma ha denunciado, además, la falta de colaboración del régimen egipcio, que ha multiplicado la represión y la campaña de arrestos desde la oleada de protestas que estallaron el pasado septiembre en varias ciudades del país.
La Universidad de Granada se ha sumado a la petición de liberación inmediata lanzada por la ONG a la que pertenecía Zaki y prevé celebrar manifestaciones como las que se han registrado ya en Bolonia, la ciudad a la que tenía que regresar el estudiante egipcio esta misma semana. «Exigimos la puesta en libertad inmediata de Zaki y el fin del continuado hostigamiento y la detención arbitraria de profesionales de los derechos humanos, miembros de la sociedad civil y periodistas en Egipto», reclama el grupo.