Un artículo de tres académicos que llevan varios años investigando la cuestión apuntan al riesgo de fragmentación social y a una pérdida de identidad europea en las filas independentistas
LA VANGUARDIA.- Un artículo en el influyente diario The Washington Post vuelve a centrar la mirada sobre Catalunya. Y lo hace calibrando las consecuencias en las percepciones de independentistas y no independentistas de las últimas decisiones políticas, judiciales y demandas de diálogo. Es su falta de solución, según reza la pieza rubricada por tres académicos –Nafees Hamid, Clara Pretus y Hammad Sheikh– sitos en Barcelona, Nueva York y Londres, que llevan varios años investigando la cuestión y habían escrito previamente en la revista The Atlantic , lo que ahonda la polarización en la que se haya la sociedad catalana.PUBLICIDAD
Con datos que se incluyen en un paper conjunto sobre los efectos de la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo a los líderes independentistas del pasado mes de octubre y sobre el impacto del uso de la ley en la polarización social, Hamid, Pretus y Sheikh utilizan información pública como el barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) del pasado mes de noviembre, documentos del think tank Real Instituto Elcano y otros datos propios como un sondeo de la firma YouGov en España con más de 1.000 entrevistas a catalanes -así como contactos con activistas del independentismo y del llamado espectro constitucionalista-, para concluir cómo “la falta de una solución ha ayudado a crear esta situación”, que resumen en fractura interna entre los partidos independentistas, auge de la extrema derecha en España o la dificultad para formar un Gobierno. Algo que unen, a su vez, a la “línea dura” mantenida por el Ejecutivo central negando el diálogo con los líderes independentistas o las consecuencias de la condena a prisión de varios de los líderes políticos el 1-O.
En el texto publicado en el rotativo estadounidense estos autores también detallan que han comprobado cómo el factor étnico del movimiento independentista ha adquirido más peso y que se ha vuelto un poco “más tribal”. Pero uno de los datos llamativos que resaltan es que hace cinco años la base independentista era mucho más europeísta que ahora.
Así, una de las explicaciones que se da sobre ello es la inacción de la Unión Europea en el conflicto catalán, siempre tratado como un asunto interno español desde Bruselas. Es así que, según su investigación, los independentistas entienden que el ente comunitario respalda los posicionamientos del Estado.
También se apunta que con el conflicto ha enquistado las posiciones moderadas de hace unos años, que se han escorado hacia los extremos en muchos casos, de forma que hay más polarización y se va reduciendo la cuestión a favorables y contrarios a la independencia.
Fruto de ese proceso de polarización, los investigadores concluyen que “los extremos se están volviendo más extremos”, complicando así cualquier solución de cara al futuro. Por ello mismo los académicos sentencian que hay un riesgo real de fragmentación social, con los independentistas más cerrados y el auge del nacionalismo español.