El Correo.- El problema de la violencia y los insultos racistas en el fútbol, pese a las constantes campañas de concienciación puestas en marcha los últimos años por los diferentes estamentos implicados, se ha convertido en un tema de difícil solución y la preocupación va en aumento. En Bizkaia, se han registrado en los últimos meses varios incidentes que han trascendido y que dejan claro que queda mucho trabajo por hacer para erradicar una lacra que principalmente «se registra en partidos de categorías inferiores», destacan fuentes del máximo estamento federativo territorial.
El último episodio tuvo lugar el pasado fin de semana en Erandio, en el encuentro de Segunda Regional que enfrentaba al Basamortu con el Balmaseda B. El colegiado tuvo que suspender el choque por los insultos racistas recibidos por un futbolista de origen marroquí del conjunto visitante. Según fuentes de la entidad encartada, el jugador estaba siendo increpado por un deportista rival y se plantó. Dijo basta y «comunicó al árbitro que no iba a continuar jugando». El colegiado decidió entonces parar el encuentro con empate en el marcador.
Ahora, ambas entidades se encuentran a la espera de conocer las sanciones por estos hechos en base a lo recogido en el acta. El Balmaseda condenó el lunes a través de las redes sociales «cualquier acto de violencia racista o xenófoba, venga de donde venga» y ayer también lo hizo el Basamortu, que mostró su «repulsa y compromiso contra cualquier tipo de insultos o ataques» en el fútbol.
La realidad es que desde el pasado mes de octubre se han registrado tres incidentes graves en campos vizcaínos, a los que hay que sumar el acontecido hace unos días en Vitoria en el choque de Liga Vasca Juvenil entre el Lakua y el Indautxu, en las instalaciones de Sansomendi. El envite acabó con una agresión al meta del conjunto bilbaíno por parte de un grupo de entre cinco y diez encapuchados que saltaron al césped lo que originó una batalla campal posterior en la que, según el acta arbitral, participaron alrededor de un centenar de personas.
También se vivió un grave episodio de violencia en el campo de los Llanos, en Portugalete, el mes pasado cuando. Varias personas saltaron al verde tras el derbi también de juveniles entre los jarrilleros y el Sestao y, además de amenazar al árbitro, uno de ellos propinó un puñetazo al técnico verdinegro que le dejó semiinconsciente.
Más recientemente y, también en territorio vizcaíno, el Ibaiondo femenino denunció insultos machistas a sus jugadoras en el choque que le enfrentó al Kimuak en Basauri y días después el club bilbaíno anunció que si se repiten hechos de este tipo sus jugadoras se plantarán.
El presidente de la Federación Vizcaína, Iñaki Gómez Mardones, al igual que hace unos días hizo su homólogo de la Vasca, Javier Landeta, no ocultó ayer su preocupación por este tipo de hechos, que «se han visto incrementados después de la pandemia», y señaló que «hay que actuar con firmeza». En este sentido, la consigna de la Territorial al estamento arbitral esta temporada es clara. «Poner los hechos en conocimiento del delegado de campo primero para intentar que cesen de inmediato los insultos y amenazas a jugadores y colegiados y, si continúan, suspender el partido», recalcó.
El máximo responsables federativo reiteró su apuesta por las campañas de concienciación, además de las sanciones, para frenar esta lacra y adelantó que «tenemos ya varios proyectos adelantados para poner en marcha lo antes posible». Esta temporada ya se ha implantado por ejemplo la figura del Delegado de Partido, que es el encargado de realizar el informe correspondiente sobre lo que acontece a lo largo de los encuentros. «Es el Comité de Competición el que se encarga de asignar los partidos a cubrir por estas personas», apuntó Mardones.