El Periódico/Eliseanda Colell.- El grueso de las quejas que llegan a la oenegé son por ‘bullying’ entre alumnos por cuestiones raciales. «Son situaciones muy sutiles, en las que se trata a estos menores con prejuicios y estereotipos que marcarán su desarrollo», explica Úrsula Ruiz
Hace tan solo diez días, Iván saltó por el balcón de su casa para acabar con el sufrimiento que le atormentaba. Los niños de su clase se metían con él porque había decidido ser un niño, pero el acoso había empezado en la primaria. Era diferente. Había nacido en Argentina y tenía un acento característico al hablar. Distintos alumnos del instituto en el que estudiaba apuntan que fue el detonante para que empezara el acoso. No es un caso aislado. Los niños migrantes, adoptados o de familias españolas pero con rasgos raciales son uno de los principales blancos del acoso escolar. Lo sostiene la oenegé SOS Racismo, que año tras año recibe denuncias de padres que buscan atajar esta situación con la mediación de la entidad.
Sin embargo, este 2022 han empezado a detectar que las escuelas, el profesorado y la propia institución educativa también discrimina a los menores. «El problema es que la inspección de Educació no hace nada al respecto», se queja Úrsula Ruiz, técnica del Servei d’Atenció I Denuncia (SAID) de la entidad. Los principales sindicatos de la escuela pública catalana, Ustec y CCOO, no tienen constancia, aseguran, de que esto sea así.
El agujero de la escuela catalana: urgen profesores de origen migrante
Hace años que el SAID de SOS Racismo, un espacio de denuncia para las personas que sufren discriminación racial, detecta casos de ‘bullying’ entre escolares por motivos de raza. «Lo sorprendente es que este 2022 estamos viendo discriminación entre maestros, orientadores, tutores… la propia escuela en su conjunto señala a los jóvenes y adolescentes racializados», sostiene Ruiz, criminóloga y jurista. «Son situaciones muy sutiles, en las que se trata a estos niños con prejuicios y estereotipos que marcarán su desarrollo».
El ‘efecto Pigmalión’
Alude a que una mirada negativa y las bajas expectativas de los profesores hacia los alumnos de origen migrante, el llamado efecto Pigmalión, es uno de los principales factores que dificulta, por ejemplo, que estos estudiantes lleguen a la universidad. Ruiz pone el ejemplo de los prejuicios que según ella se activan entre el profesorado ante un alumno latino. «Le tratan como a un futuro delincuente. Lo vigilan más desde la coacción y la desconfianza. Y sus castigos son desproporcionados», afirma.
También cita el caso de docentes que rebajan las expectativas de los menores. «Les dicen que no sirven para el bachillerato y la universidad, a pesar de que que no tienen mal nivel. Esto afecta a las expectativas y esperanzas que se depositan en cada niño», lamenta. Este es un tema que preocupa a la entidad, dado que el porcentaje de alumnos migrantes en la universidad es tres veces menor respecto a los nacidos en España, según un estudio del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia del Gobierno, publicado el año pasado. «Nos parece peligrosísimo ya que las escuelas tienen la obligación de cuidar y proteger a los menores. Se deben corresponsabilizar de ellos», subraya Ruiz.
SOS Racismo siempre aborda las denuncias relacionadas con el profesorado con el Departament d’Educació. En la mayoría de casos, contactando con los inspectores territoriales asignados a la escuela implicada. «No son colaborativos. Rebajan la queja. Nunca acceden a la petición que hacemos. No han establecido ni una sola sanción… ¿hasta dónde tiene que llegar el racismo para que necesiten empezar a actuar?», se queja Ruiz. En algunos casos, explica, la ‘conselleria’ se escuda en que se trata de un centro concertado, porque muchos niños recién llegados son matriculados en estos centros, donde la tasa de niños racializados es mucho menor, a petición de la Administración.
El grueso, acoso entre alumnos
Sin embargo, el grueso de los casos de discriminación que gestiona SOS Racismo son relativos a ‘bullying’ entre alumnos de la misma escuela o la misma clase. «Vemos agresiones verbales, físicas y contra objetos. La edad va de los ocho a los 17 años y normalmente el acoso está relacionado con temas físicos: el pelo, el olor o las formas diferentes de actuar». Por ejemplo, la comida que traen al recreo. «Vemos un malestar emocional en estos niños, no se sienten válidos ni aceptados. Es el primer rechazo en la sociedad y no entienden aún la cuestión racial. Nadie quiere ser el diferente, pero en el caso de la discriminación racial es aún más duro: no quieren ser diferentes pero no pueden dejar de serlo», expone Ruiz.
En los casos de discriminación entre menores sí que hay una mayor cooperación de la escuela. «La implicación es positiva pero nos damos cuenta de que no tienen herramientas ni medios para abordar el racismo. Se les escapa, no lo ven», agrega Ruiz. En muchos casos, el acoso termina con una mediación de la oenegé, y a veces nace una colaboración entre la escuela y SOS Racismo con charlas y talleres en el centro. «Pero, sinceramente, la mayoría de padres terminan cambiando a sus hijos de escuela.
Algunas de las familias aprovechan ese momento para tener una charla con sus hijos que les marcará de por vida. Una charla en la que se ven obligados a advertirles de que esa discriminación les acompañará toda la vida. Otras familias lo han normalizado. O simplemente lo ignoran. «Somos conscientes de que las familias que llegan hasta SOS Racismo son sólo la punta del iceberg: son los que tienen menos miedo, que tienen tiempo para venir y los más empoderados. Pero hay centenares de personas que no se atreverán a dar este paso», subraya Ruiz. Muchas personas, especialmente los que se encuentran en situación administrativa irregular, temen contactar con la Administración por miedo a ser deportados a su país.