Un tercio de los españoles entre 14 y 24 años confiesa haber sido maltratado a través de la red y el 22% realiza apuestas ‘online’
ALFONSO TORICES. EL HERALDO.ES.- Los jóvenes españoles tienen muy claro que el acoso a través de internet y las redes sociales se ha disparado. Siete de cada diez internautas de entre 14 y 24 años aseguran que el riesgo de sufrir estas persecuciones o ataques ‘online’ es muy alto, hasta el punto de que el mismo 70% avisa de que es una realidad «mucho más frecuente de lo que se dice». El problema es que la amenaza ha ido a más, como lo demuestra que la alta percepción del riesgo haya crecido 13 puntos en solo tres años, según el estudio ‘Jóvenes en el mundo virtual: usos, prácticas y riesgos’ de la FAD y la Fundación Mapfre, basado en una encuesta nacional.
Dos de cada tres adolescentes y jóvenes consultados indicaron que la publicación en la red de imágenes íntimas o de contenido sexual sin el consentimiento de los perjudicados se ha convertido en habitual, algo que hasta el 20% de ellos sabe por experiencia propia, pues ha sufrido el problema. La mitad señala que es igual de frecuente el ‘grooming’, el acoso de un adulto a un menor, normalmente con fines sexuales; y hasta el 66% indica que los casos de ‘ciberbullying’ -el acoso electrónico entre compañeros- son el pan de cada día. En los tres modalidades la dimensión del problema es entre 9 y 12 puntos mayor que en 2015. A controlar este peligro no ayuda que el 20% indique que se relaciona constantemente con personas a las que solo conoce por su actividad virtual.
Pero no todo es riesgo percibido. Uno de cada tres chicos confesó haber sido víctima de maltrato en internet o las redes sociales, a través de bromas pesadas, amenazas, insultos, vejaciones o actos que le condujeron a la exclusión social, y el 9,2% admitieron ser los agresores. El estudio desvela que, en muchas ocasiones, la víctima se transforma en atacante. Existe el doble de probabilidades de ser maltratador digital si antes se ha sufrido maltrato.
Otro de los peligros que sufre un alto número de jóvenes internautas, según su propio relato, es el frecuente acceso a páginas con contenidos duros o potencialmente peligrosos, que muchas veces después lamentan. El 38% de los consultados dijo haber estado en el último año en webs que lanzan mensajes de odio, un tercio entró en lugares que hablan del consumo de drogas y un 28,6% en páginas que dicen «cómo estar extremadamente delgado». Entre el 20% y el 25% navegaron por webs que cuentan maneras de hacer daño a los demás, formas de autolesionarse o que tienen contenidos sexuales o violentos explícitos.
Se quitan horas de sueño
Pese a ser conscientes de los peligros, la inmensa mayoría de los jóvenes tiene una visión positiva de internet y las redes sociales, donde ven más ventajas que inconvenientes, y tienen claro que es el lugar «donde hay que estar y desde el que hay que relacionarse», aunque haya que afrontar por ello riesgos y renunciar a parte de laprivacidad y la intimidad.
El estudio indica que el uso es masivo y creciente. El 84,1% de los chicos de entre 14 y 24 años tienen su propio ‘smartphone’, el 72,9% su portátil y el 91% perfiles en las redes que usan habitualmente. El 49% reconoce una dependencia de las nuevas tecnologías, el 55,4% admite mirar el móvil constantemente -incluso cuando está en clase o trabajando (29,3%)-, y más de la mitad cuenta como, en ocasiones, ha tenido que desconectarse por sentirse saturado.
Esta «bendita dependencia», como muchos encuestados la describen, les lleva a dejar de lado otras actividades. El 49% cuenta que le roba tiempo al estudio y a la lectura, y el 31% a practicar deporte. Pero lo más grave probablemente es que el 43,2% confiesa que se quita horas de sueño para poder navegar o chatear. Se trata de una tendencia perniciosa en ascenso, ya que en 2015 solo lo confesaron el 31,3%, doce puntos menos que ahora. Otro de los comportamientos que ha encendido las alarmas de los expertos que elaboraron el estudio es que hasta el 22,8% de los chicos de 14 a 24 años admiten que aprovechan las conexiones digitales de sus móviles para realizar apuestas ‘online’ en las webs de juego.