Desde la Federación de Fútbol de la Comunitat Valenciana reconocen que se trata de un castigo excepcional justificado por la situación en la que se produjeron los hechos. El entorno del jugador considera que se trata de una sanción excesiva tratándose de un niño y entiende que la agresión no fue tan grave y que hubo empujones entre el jugador y el árbitro, también menor. El club ha expresado «la más firme condena a cualquier hecho violento que suponga un menosprecio al colectivo arbitral», aunque puntualiza que la sanción «no es firme»
MIGUEL GIMÉNEZ. ELDIARIO.ES.- 25 partidos sin jugar al fútbol. Esa es la sanción ejemplar que se le ha aplicado a un niño de 10 años, integrante del alevín C del equipo valenciano de fútbol 8 del Atlètic Vallbonense por «agredir al árbitro, precisando este asistencia médica» en el encuentro disputado el 8 de diciembre del pasado año que enfrentó a su equipo con el Ciutat de València E en el campeonato del grupo 4 de Valencia de la categoría. Los hechos se produjeron en los vestuarios una vez finalizado el encuentro y el colegiado también era menor, apenas unos pocos años mayor que el jugador en cuestión.
Al jugador se le ha aplicado el artículo 110 (Agresión contra árbitros, delegados de equipo y campo, delegados federativos, directivos o autoridades deportivas) en su apartado 1 (el que agrediese al árbitro principal, a los asistentes, cuarto árbitro…), subapartado b: «Privación de licencia, inhabilitación o suspensión por tiempo de siete a doce meses o de veinticinco a cuarenta y ocho partidos, si el ofendido precisara asistencia sanitaria», del Código disciplinario de la Federación de Fútbol de la Comunitat Valenciana.
Desde la Federación de Fútbol de la Comunitat Valenciana reconocen que se trata de una sanción histórica, «sin precedentes» en estas categorías, aunque puntualizan que se le ha aplicado al niño el rango menor de la horquilla prevista por el código disciplinario. Así, recuerdan que ha habido alguna sanción a jugadores de fútbol base por agresión a un árbitro, «aunque se ha tratado de empujones y siempre dentro del campo. En este caso se da el agravante de que los hechos se produjeron en el vestuario del árbitro y que había dentro un adulto que intentó ocultar el número del jugador para evitar que fuera identificado».
Desde el entorno del jugador consideran que la sanción es excesiva, tratándose de un niño -no va a poder volver a jugar hasta bien entrada la próxima temporada-, y entienden que la agresión no fue tan grave y que hubo empujones entre los dos después de un partido que había resultado muy bronco y con decisiones disciplinarias, en su opinión, controvertidas por parte del colegiado. «El árbitro presentó una denuncia y un parte de lesiones, en el que aseguraba que sufrió una contusión mandibular, para que el castigo fuera todavía mayor», aseguran y lamentan que el comité de competición diera por «probadas» las incidencias recogidas en el acta sin que se haya tenido en cuenta las alegaciones presentadas ni la carta redactada por el jugador pidiendo disculpas: «No era consciente de la repercusión de sus actos».
El Atlètic Vallbonense ha hecho pública una nota este domingo mediante la cuál expresa «la más firme condena a cualquier hecho violento que suponga un menosprecio al colectivo arbitral», al tiempo que recuerdan que la sanción está recurrida ante el Tribunal del Deporte de la Comunitat Valenciana, por lo que apuntan que el castigo «no es firme».
Otras sanciones ejemplares
En los últimos años, se han producido otros castigos ejemplares en España por agresión, aunque no en categorías tan de base. Por ejemplo, en marzo del pasado año el Comité de Competición y Disciplina Deportiva de la Federación Interinsular de Fútbol de Las Palmas sancionó con dos años a un niño de categoría infantil (de 12 ó 13 años y ya en fútbol 11) por propinar un cabezazo a un contrario.
También la temporada pasada (septiembre de 2018) y también en Canarias, un juvenil fue sancionado con tres años y medio sin jugar por agredir a un árbitro que previamente le había expulsado (le propinó un puñetazo en la boca).
En cuanto al fútbol profesional, el castigo reciente más grave a un jugador de la Liga fue la temporada pasada para el delantero del Atlético de Madrid Diego Costa, a quien le ‘cayeron’ ocho partidos por insultar y agarrar al árbitro «con violencia leve». Con anterioridad, el defensa del Real Madrid Pepe fue suspendido durante diez encuentros en 2009 por patear a un rival, en este caso al defensa del Getafe Casquero.
Para encontrar un castigo semejante al de este niño en el fútbol de Primera División hay que retrotraerse hasta 1990, cuando el jugador búlgaro del Fútbol Club Barcelona Hristo Stoichkov fue sancionado con seis meses sin jugar después de pisar al árbitro Urízar Azpitarte durante un partido de la Supercopa de España, sanción que se le redujo a dos meses y dos partidos en apelación.