El Instituto Elcano analiza las características de los terroristas islámicos que han actuado en nuestro país
SANTIAGO TARÍN. LA VANGUARDIA.- Es un hombre de 31 años; casado y con dos hijos. Musulmán de origen. Extranjero, aunque cada vez hay más españoles. Reside principalmente en Catalunya. Es inmigrante de primera generación, si bien aumenta la posibilidad de que sea hijo de inmigrantes. Tiene estudios secundarios. Carece de antecedentes penales. Se ha radicalizado en España y forma parte de una red o célula, con vínculos con otros grupos similares en el extranjero. Este es el retrato robot del terrorista islámico que actúa en nuestro país, según se desprende del estudio Yihadismo y yihadistas en España, del Real Instituto Elcano.
El informe es obra de Fernando Reinares, Carola García-Calvo y Álvaro Vicente, investigadores del instituto, y se elaboró con motivo de los quince años de los atentados del 11 de marzo del 2004 en Madrid.
Entre los conversos hubo un exmiembro de ETA, otro del Grapo y uno del GAL
El yihadismo es una visión “fundamentalista y belicosa” del islam, según el estudio, que pone fecha de nacimiento a este movimiento: la creación de Al Qaeda el 11 de agosto de 1988 en la ciudad pakistaní de Peshawar, poco después de que se iniciara la retirada rusa de Afganistán. Los autores explican que desde entonces el yihadismo ha atravesado tres fases. La primera abarca desde su nacimiento hasta unos meses después de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos, cuando Al Qaeda perdió su santuario afgano. La segunda va del 2002 al 2011, en la que se produjo la muerte de Osama bin Laden y las revueltas antigubernamentales en varios países árabes. Y la tercera comenzó en el 2012, con el impacto de la guerra de Siria, la formación de Estado Islámico (EI) y la división en dos bloques del yihadismo global: uno, el citado EI, y el otro Al Qaeda y sus grupos asociados.
La primera célula de Al Qaeda en España se descubrió en 1994, siendo una de las más importantes con que contó en Europa Occidental. Corresponde a la primera de las fases, mientras que los atentados del 11-M se inscriben en la segunda, y los del 17 de agosto del 2017 en Catalunya, en la tercera. Entre 1995 y el 2003 fueron detenidas en España algo más de cien personas relacionadas con el terrorismo yihadista; una media de 12 por año. Entre el 2004 y el 2011, la media se incrementó notablemente, llegando a 58, siendo el total de 420 detenidos. A partir del 2012 y hasta el 2018, se arrestaron a 420, lo que implica una media anual de 60. Hasta el 2004, cuando se produjo la masacre del 11-M, no hubo yihadistas fallecidos en España.
El 73% de los terroristas no tenía antecedentes penales cuando fue detenido
Los autores del estudio llevan a cabo un minucioso análisis de las características del yihadista condenado o muerto en España entre el 2004 y el 2018, que en total son 215, y del que se puede extraer un retrato robot del terrorista islámico que ha actuado en España. Nueve de cada diez son hombres, que están casados (seis de cada diez) y tienen dos hijos de media. Estas dos últimas condiciones les diferencian de otros grupos terroristas, en los cuales sus integrantes suelen ser solteros. La explicación, según los autores, puede estar en la religión, pues el islam da gran importancia al matrimonio.
El 65% son extranjeros, y el 35%, españoles, tres veces más de origen que naturalizados. Aunque la mayoría han nacido en Ceuta (el 46% de los españoles), el 33% de los yihadistas fallecidos o condenados entre el 2004 y el 2018 residían en Catalunya y el 24% en Barcelona. El 51,3% son inmigrantes, pero en los últimos años están ganando presencia los hijos de los inmigrantes, que suman el 43,5%. Este es un fenómeno en crecimiento tanto en España como en otros países de nuestro entorno con este problema. Es muy probable que se deba a los problemas de identidad que sufre esta segunda generación de inmigrantes, pues no se sienten de ningún lugar y como respuesta se unen a un grupo donde se reconocen. Entre los extranjeros predominan los marroquíes (40%), seguidos a mucha distancia de argelinos (9%) o pakistaníes (7%).
España seguirá en el punto de mira por su compromiso en la lucha contra el terrorismo
La inmensa mayoría son musulmanes de origen y sólo uno de cada diez se ha convertido. En este apartado hay casos singulares, pues uno provenía de ETA, otro del Grapo y un tercero del GAL. Un 22,5% ha trabajado en el sector servicios y un 18% no tiene ocupación conocida. El 43% cursó estudios secundarios; el 26%, primarios y el 18%, superiores; mientras que el 11% no tenía educación reglada. Una cuarta parte, el 27%, tenía antecedentes penales, sobre todo por delitos contra la propiedad, las personas o drogas; sólo hubo dos condenados anteriormente por terrorismo. El 73% carecía de ellos. El 86% se ha radicalizado en España, y el 92% formaba parte de redes o células, muchas con relaciones con otras del extranjero; tan sólo el 8% eran lobos solitarios.
En España, el 58% de los yihadistas fallecidos o condenados entre el 2004 y el 2018 eran de Estado Islámico, y el resto pertenecían a Al Qaeda y otros 12 grupos afines a esta organización.
Crece la tendencia a que el número de activistas sean hijos de inmigrantes
Tras analizar todos los datos, los expertos concluyen: “Nuestro país no dejará de ser blanco de su terrorismo yihadista”, porque es una nación occidental e implicada en la lucha contra este tipo de violencia. Las dos grandes organizaciones de este tipo, Al Qaeda y Estado Islámico, “coinciden en la concepción de Al Ándalus como territorio islámico usurpado, idea presente desde la más temprana formulación doctrinal del yihadismo global y derivada de una noción según la cual el control islámico sobre cualquier territorio en que haya existido es irreversible”. Por eso, España y los españoles permanecerán en el punto de mira.