La organización denuncia una campaña de «insultos, amedrentamientos y amenazas» en Internet contra informadores nacionales y extranjeros
ROSARIO G. GÓMEZ. EL PAÍS.- Periodistas acosados en las redes sociales, insultados, desacreditados y amedrentados. Este es el clima de hostigamiento que los independentistas han implantado para cercenar la libertad de expresión. Los informadores críticos hacia el procés están en el centro de la diana de la intensa campaña de linchamiento que llevan a cabo en las redes sociales los ciberholligans, según denuncia la organización Reporteros sin Fronteras (RSF), que ha recogido testimonios demoledores tanto de periodistas nacionales como extranjeros.
El informe de RSF describe una «clima irrespirable» para el ejercicio del periodismo en Cataluña. Los informadores españoles y los corresponsales se quejan de la presiones que reciben desde el poder y del acoso en las redes sociales. «Las continuas presiones del Govern sobre la prensa extranjera y local, el hostigamiento de los hooligans del movimiento en las redes sociales contra los periodistas críticos y la intimidación por parte de multitudes de manifestantes contra los reporteros de televisión han creado una atmósfera tóxica contra la libertad de prensa», dice la organización.
RSF publica este informe tres días antes del referéndum sobre la independencia de Cataluña, convocado unánimemente por los partidos separatistas y prohibido por el Tribunal Constitucional. Al frente del Área de UE y Balcanes de RSF, Pauline Adès-Mevel, explica que el libre ejercicio del periodismo se ha visto «tremendamente viciado por la extrema polarización que viven la política y la sociedad catalanas». Y añade: «Las ansias del Gobierno de la región por imponer su relato a la prensa local, española e internacional han traspasado líneas rojas y las maniobras intimidatorias del Gobierno central español no ayudan».
Recuerda RSF que el ciberacoso a los periodistas no es exclusivo de una ideología,como demuestra el hecho de que en todos los países del entorno comunitario hay quejas de profesionales de los medios de comunicación que son linchados en Internet. La organización recoge testimonios de la prensa no alineada con los independentistas y presta especial atención a aquellos ataques que proceden, directa o indirectamente, de las estructuras de poder, ya que tienen consecuencias mucho más graves en términos de intimidación y autocensura.
La peor parte de esta campaña de desprestigio y coacción se la llevan los periodistas locales no alineados con las tesis de la Generalitat. El informe de RSF cita el caso de varios periodistas de EL PAÍS. Oriol Güell fue acosado en las redes sociales tras publicar que unas pocas cuentas relacionadas con del PDeCAT desencadenaron un tsunami para desacreditar a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; Cristian Segura sufrió un linchamiento de la CUP (fue acusado de «sembrar odio»), y Claudi Pérez, corresponsal en Bruselas, recibió reprimendas por parte del responsable de Comunicación Exterior de la Generalitat por escribir «verdades incómodas» para los defensores del procés.
También los corresponsales extranjeros tienen la sensación de que, escriban lo que escriban, sus noticias son observadas con lupa, tanto por los seguidores como por los líderes del movimiento independentista, y de que van a ser ignoradas (si no gustan) o usadas (si gustan) para ensalzar el procés, incide RSF.
En su afán por influir en los medios de comunicación exteriores, el Gobierno de la Generalitat ideó un proyecto para crear un grupo de corresponsales «afines» a secesionismo. «He tenido acceso a un documento de responsables de prensa de una conselleria en el cual figuraba la lista de todos los corresponsales extranjeros en España, con comentarios del tipo ‘muy sensible al tema catalán’ o ‘muy crítico con el independentismo’, desvela el francés Henry de Laguérie, corresponsal en Barcelona de la emisora de radio Europe1 o el diario La Dépêche du Midi. RSF considera que todo intento de categorizar a los periodistas por «afinidades políticas» es más propio de regímenes totalitarios que de sistemas democráticos.
“En las redes sociales, todo se vuelve más agresivo y desagradable. El independentismo lo es un poco más, porque tiene un componente muy emocional y considera que la batalla mediática, especialmente la internacional, es primordial», expone De Laguérie.
En la misma línea, su colega de Figaro Mathieu de Taillac, afirma: “En las redes sociales, especialmente en Twitter, en cuanto escribimos algo acerca del tema, sabemos que se nos va a interpelar de un modo u otro, porque genera susceptibilidades. En ocasiones, llega a ser un poco obsesivo”. El movimiento independentista sabe que el apoyo internacional es clave en el éxito de su causa. De ahí el lema utilizado durante las semanas previas al referéndum ilegal del 1 de octubre: El món ens mira (el mundo nos mira).
El corresponsal en Bruselas de la publicación digital Politico.eu, Ryan Heath, compartió en Twitter un artículo sobre los populismos y mencionó el referéndum unilateral catalán. El linchamiento de los trolls independentistas no tardó en llegar. También fue “llamado al orden” por diputados independentistas, así como por el entonces jefe de prensa de Artur Mas y actualmente encargado de la prensa extranjera de la Generalitat, Joan María Piqué.
El artículo del colaborador de Politico.eu y excorresponsal del diario británico The Times en España, Tunku Varadarajan, titulado Doce personajes que te harán la vida imposible, en 2017, desató también la ira de los secesionistas. En esta lista, Varadarajan había incluido a Carles Puigdemont. Los cyberhooligans le dedicaron insultos, descalificaciones e injurias. Le llamaron «mercenario al servicio de España» y «lacayo de la Corona española» e incluso se metieron con él por ser seguidor del Real Madrid.
La organización que vela por la libertad de prensa subraya que las presiones propagandísticas y la frecuente táctica de “señalar” al periodista para que sea linchado y acosado por los ciberhooligans no solo se libra en el “frente” de los corresponsales extranjeros en España, sino que se extiende a Bruselas. La posibilidad -reiteradamente defendida por representantes de diferentes instancias de la UE- de que Cataluña quede fuera de la Unión, tras una eventual independencia, es un tema espinoso para el Govern catalán, que en ocasiones afronta con la vieja técnica de “matar al mensajero”.
Por ello los agitadores de Internet se mueven con especial rapidez y contundencia contra los periodistas destacados en Bruselas. Los corresponsales de las principales cabeceras en la capital comunitaria son señalados cada vez que publican informaciones que incomodan a los independentistas. A la periodista de La Vanguardia le dedicaron un tuit demoledor: “Lo que dice y piensa Juncker es lo que Bea Navarro dice que dice y piensa Juncker”.
«Tan pronto como tuiteas algún comentario o artículo, propio o de terceros, tienes a todo el mundo encima, a los seguidores del movimiento independentista (sobre todo) y a gente que está radicalmente en contra y que gasta el mismo tono desagradable. He recibido burlas e intentos de descalificarme como profesional, y sobre todo comentarios desagradables, pero nunca ha llegado al amedrentamiento. Si estás en Twitter o alguna otra red social, el diálogo con los lectores o seguidores forma parte del trato, pero siempre que se haga dentro de los cauces de la educación y el respeto”, comenta Navarro.
Los corresponsales afirman recibir también ataques por parte de trolls anti-independentistas y de seguidores de la ultraderecha española, aunque estos suelen estar menos organizados que los partidarios del referéndum ilegal.