Rebaja de pena para el fascista romano que mató durante una «caza del napolitano»

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«No fue un incidente deportivo, fue un intento de masacre racista»

IGNACIO PATO. PLAYGROUND.- Hace unos días familiares, amigos y otros napolitanos indignados se manifestaban en contra de la posible reducción de pena de Daniele de Santis, el asesino de Ciro Esposito. Temían una rebaja de seis años y finalmente ayer la corte de apelación confirmó que esta sería de diez.

De «increíble» y «absurda» han tildado los abogados de la familia Esposito la decisión, que deja a De Santis con una condena de 16 años en lugar de la inicial de 26 al excluir motivaciones «fútiles» aun dentro del delito de homicidio voluntario. «Diez años de descuento para quien mata a un chico es absurdo», ha dicho el abogado Angelo Pisani.

¿Qué pasó con Ciro Esposito? La respuesta corta es que fue víctima de una caza al napolitano coordinada por la extrema derecha romana.

Esposito fue uno de los miles de hinchas del Napoli que el 3 de mayo de 2014 viajó a Roma para ver a su equipo disputar la final de la Coppa Italia contra la Fiorentina. Horas antes del partido, ultras romanistas de extrema derecha rodearon y atacaron un autobús lleno de aficionados del Napoli. Esposito y otros compañeros acudieron en su ayuda y Daniel de Santis, uno de los atacantes, fuertemente vinculado al fascismo de la capital, disparó sobre Ciro.

El napolitano estuvo 53 días luchando por la vida en el hospital hasta que murió, con 30 años.

Daniele De Santis, su asesino, hacía diez años que no iba a la curva de la Roma, según dijeron en prensa otros ultras capitalinos. Su militancia en colectivos de extrema derecha incluye el Movimento Politico Occidentale o el Popolo della Vita.

Para el hincha y escritor napolitano Angelo Forgione, hay que separar lo sucedido de las peleas entre tifoserias. El homicidio de Ciro tuvo «trasfondo racista, con matriz neofascista, y fue algo que hubiera podido tener consecuencias aun peores si Ciro no hubiera intervenido para defender un autobús -que también llevaba niños- de los lanzamientos de petardos». Para Forgione, aquello fue «un intento de masacre».

Los medios italianos, mientras Ciro estaba conectado a una máquina, centraron su atención en uno de los líderes ultras del Napoli que justo antes de aquel partido, ante las informaciones del ataque a los aficionados, habló con el capitán Marek Hamsik para templar los ánimos. Con Ciro casi inerte, los debates de la RAI y otras cadenas tenían que ver con el aspecto feroz del portavoz del colectivo ultra napolitano Mastiffs, y por qué un futbolista tenía que parlamentar con este. Seguramente aquella conversación, en la que Hamsik convenció a Gennaro de Tommaso para jugar el partido, evitó más muertos.

«Italia no lo ha entendido. Se piensa que fue un incidente deportivo», lamentó Forgione hace unos días en la manifestación por Ciro. Por eso no solo reclaman justicia en su nombre, sino «en el del pueblo napolitano».

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