El Periódico de España/David López Frías.- Aumenta el número de incidentes en los estadios de fútbol y aledaños protagonizados por radicales.
Algunos grupos ultras cambian sus nombres originales para burlar las sanciones
El pasado 16 de marzo, los ultras de la Real Sociedad agredieron a un grupo de aficionados de la Roma que se desplazaron hasta San Sebastián para ver el encuentro de la Europa League que enfrentó a ambos equipos. Un tipo de noticia recurrente en los últimos tiempos: reyertas entre radicales de fútbol, bien entre equipos contrarios, bien entre diferentes facciones de un mismo equipo. ¿Es un problema en aumento en nuestro fútbol? EL PERIÓDICO DE ESPAÑA ha elaborado un informe en tres entregas para evaluar el alcance de estos sucesos.
«Efectivamente, ha habido un repunte de los incidentes tras la pandemia», afirman desde el Consejo Superior de Deportes (CSD). Es uno de los integrantes de la Comisión Nacional contra la Violencia en los Espectáculos Deportivos (conocida como Comisión Antiviolencia), el organismo que rige los destinos de la seguridad en el fútbol español. Y con cifras ilustran que, aunque estos incidentes «se mantienen en cifras bajas», sí que existe un incremento respecto a las cifras prepandemia: «El total de propuestas de sanción de la temporada 2018-2019 alcanzó la cifra de 1207; y, en la temporada 2021-2022, ascendió a 1579. Las temporadas 2019-2020 y 2020-2021 se vieron afectadas por la celebración de encuentros a puerta cerrada o con limitación de aforo».
Los ultras vuelven a las andadas en los estadios españoles. Aunque no existe un escenario como el que se dio a finales de los 80 y toda la década de los 90 (con los grupos ultra exhibiendo simbología nazi en las gradas y con espacios en el estadio cedidos por los propios clubes para guardar sus pancartas), el número de incidentes protagonizados por radicales de equipos de fútbol ha aumentado tras la pandemia. Sea en el interior de los campos, sea en los aledaños de los estadios.
«Podemos considerar una mala temporada cuando levantamos unas 1.200 actas por incidentes en una temporada entera. En la última concluida, la 2021/22, estuvimos rozando los 1.600. La temporada actual aún no ha acabado, pero creemos que acabaremos con unas cifras parecidas», explican a este diario fuentes policiales. Las Fuerzas de Seguridad del Estado son otra de las patas de la Comisión Antiviolencia, donde también se encuentra LaLiga, la RFEF, Fiscalía y el Ministerio del Interior. Todos ellos han sido contactados para elaborar la radiografía de un problema que crece en nuestro país.
CAMPEONATO MODÉLICO
Vaya por delante que todas las partes consultadas han coincidido en definir al fútbol español como «modélico» en materia de violencia en comparación a otros campeonatos próximos. «Ya no es que estemos lejos de los niveles de violencia de lugares como Polonia o Rusia, es que estamos mucho mejor que otras ligas más próximas e importantes. Somos un modelo a seguir», cuentan a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA desde LaLiga, que ha sido una de las pocas partes de la Comisión que ha abierto las puertas a este diario para hacer entrevistas presenciales.
Insisten en que “se lleva a cabo una formación constante con agentes de seguridad” y que desde España se asesora a otros campeonatos en materia de iniciativas de seguridad implantadas. «No tenemos nada que envidiar en materia de tecnología a una gran empresa tecnológica», resumen. Desde el estamento han facilitado estos datos sobre ‘denuncias por cánticos, invasiones de campo y lanzamiento de objetos’:
Somos modélicos, pero aumentan los incidentes. Versiones contradictorias. ¿Cuál es, entonces, el minuto y resultado del mundo ultra nacional? ¿Hay más violencia ahora en el fútbol español? Desde la Fiscalía, otro de los agentes de la Comisión, declaran que «la violencia no se crea, se transforma. Lo que sí se ha replanteado es el concepto ‘violencia’. Ahora se persiguen y castigan los insultos xenófobos u homófobos. Ya no se dan invasiones de campo, como en los 80. O no se puede entrar al campo con alcohol o bengalas. De hecho, el último fallecido por violencia en un campo de fútbol español fue un niño en un partido del RCD Espanyol, que recibió el impacto de una bengala en 1992».
Al hilo de esos acontecimientos se ha ido modificando la ley vigente, que ya contempla dentro del catálogo de sanciones los insultos homófobos o xenófobos. El club puede ser castigado con el cierre del estadio y para los autores hay multas de hasta 60.000 euros. Sin embargo, los grupos ultra no han dejado de funcionar, aunque algunos han sido expulsados de sus respectivos estadios. Real Madrid y Barcelona fueron los pioneros en echar a los hooligans de sus gradas. El Celta de Vigo se sumó. Pero los respectivos grupos han seguido operando desde la clandestinidad: «Los Ultras Sur, por ejemplo, que están fuera desde que entró Florentino Pérez, siguen activos y montan sus tifos antes de los partidos en Marceliano Santamaría, una de las calles del Santiago Bernabeu», cuentan fuentes policiales.
LA LISTA
Antiviolencia elaboró un listado con las 15 hinchadas radicales que tienen prohibido recibir apoyo de clubes. Hay 10 de LaLiga Santander (Primera división): Boixos Nois, Casuals y Cachorros (Barça), Ultras Sur (Madrid), Frente Atlético (Atlético de Madrid), Bukaneros (Rayo), Biris Norte (Sevilla), Jove Elx (Elche), Indar Gorri (Osasuna) y Herri Norte Taldea (Athletic Club). En LaLiga Smartbank (Segunda división) encontramos seis: Iraultza (Alavés), Ligallo y Avispero (Zaragoza), Frente Bokerón (Málaga), Symmachiari (Oviedo) y Ultra Boys (Sporting). Y en Primera RFEF (La antigua 2ªB) están Riazor Blues (Deportivo de La Coruña).
Sin embargo, algunas de las hinchadas que más problemas están generando en los últimos tiempos no se encuentran dentro de este listado. Es el caso de la considerada hinchada ultra más peligrosa de España en los últimos años: la del Betis. Cuenta con dos facciones violentas enfrentadas entre sí: Supporters Gol Sur y United Family, una escisión con la que han mantenido reyertas incluso dentro del estadio y que está hermanada con Boixos Nois.
Otras de las aficiones que está registrando más incidentes violentos en los últimos tiempos es la ya mencionada de la Real Sociedad. De hecho, la última pelea multitudinaria la han protagonizado ellos, tras el partido entre los txuri urdin y los pupilos de Mourinho. Y en 2022 se registró una agresión de este grupo a la United Family en las inmediaciones del Reale Arena que se saldó con dos detenidos, cuatro heridos y numerosos daños materiales en la zona.
Ellos tampoco se encuentran en la lista de ‘grupos prohibidos’, porque se reinventaron recientemente. Son los herederos de la histórica Peña Mujika, y su nuevo nombre (RSF Firm) todavía no ha sido incluido en la lista de los más peligrosos, por lo que pueden exhibir sus símbolos sin problema en el Reale Arena. Esta práctica de cambiar el nombre del grupo ultra cuando está muy señalado se viene popularizando en las gradas españolas. Es una de las claves que explican por qué los ultras siguen en el fútbol español
LAS CLAVES
A pesar de la lucha desde la Comisión Antiviolencia por erradicar esta lacra, los grupos siguen activos. Fuera o dentro de los estadios. «Sabemos que, aunque no puedan exhibir sus símbolos, siguen entrando al campo», explican desde la Policía. En este sentido, las fuerzas de seguridad entienden que deberían ser los clubes los que presionasen más a sus propios radicales: «Los clubes tienen la obligación de disponer de un Reglamento Interno como establece la Ley 19/2007, donde se recogen los derechos y obligaciones de los espectadores. La deberían emplear para que los violentos pierdan la condición de abonados. Pero tienen que tener esa firme voluntad».
«Al no poder exhibir sus símbolos, algunos los esconden. Otros, directamente, se los cambian», cuentan fuentes policiales. Es el caso de los ya mencionados ultras de la Real. Pero también de Tropas de Breogán, que es el nombre de la hinchada radical del Celta después de que el club prohibiese a Celtarras en Balaídos. O de Indar Gorri, que según la Policía ahora se hacen llamar Sadar Bizirik.
Otra de las claves por las que los ultras se siguen colando en los campos es la lentitud de los procesos judiciales. «Son grupos que están preparados judicialmente, tienen abogados. El campo del Sevilla va a ser objeto en breve de un cierre parcial por una sanción de unos hechos registrados en 2016. Los procesos son muy lentos, se van eternizando, van recurriendo… y mientras, los ultras pueden seguir entrando a los estadios».