El Diario.es.- Madrid, 20 oct (EFE).- ¿Qué edad tienes? La pregunta parece básica e inofensiva pero la respuesta puede condicionar el acceso a un empleo e incluso a un tratamiento médico, explica la experta internacional en edadismo y envejecimiento Vânia de la Fuente-Nuñez, que acaba de publicar ‘La trampa de la edad’.
Coautora principal del Informe mundial sobre el edadismo de la ONU y directora de la Campaña Mundial Contra el Edadismo de la OMS, De la Fuente-Núñez reflexiona en su último libro (publicado por Ediciones B) sobre cómo los estereotipos edadistas nos perjudican en todas las etapas de la vida.
El edadismo está detrás de expresiones como “eres un viejuno”, de la decisión de arrinconar a trabajadores al cumplir los 55, de utilizar un lenguaje infantil con las personas mayores o de negar un crédito o un producto bancario por tener una determinada edad.
“Todos somos edadistas, pero algunos tienen más papeletas para serlo”, cuenta la autora -médica y antropóloga- en una entrevista con EFE.
Pregunta: El libro parte de una pregunta ¿Qué edad tienes? ¿Qué puede haber detrás de ella?
Respuesta: Muchas veces no somos conscientes de cómo se está utilizando nuestra edad para restringir en caso de instituciones el acceso a bienes o servicios, y a oportunidades como un empleo, formación, vivienda e incluso a una cuenta bancaria.
Está muy presente en el entorno sanitario, afecta desde el diagnóstico que vamos a recibir hasta el tipo de tratamiento que a veces no vamos a recibir por la edad; incluso hasta el hecho de que se excluya a personas mayores de estudios de ensayos clínicos, a veces de medicamentos para ellos.
El libro quiere provocar una reflexión sobre el papel dominante que le hemos asignado a la edad en la sociedad, por eso el título ‘La trampa de la edad’. La edad en sí no es el problema, sino el papel que le hemos asignado.
P: ¿Dónde está más extendido?
R: Va desde expresiones como “eres un viejuno” o “la juventud es el único defecto que se cura con la edad”, hasta discriminaciones en el acceso a empleo, salud… Y se usa constantemente para definir quiénes somos, qué deberíamos hacer y qué oportunidades deberíamos de tener.
Al irnos empapando de todos estos estereotipos por edad que existen en la sociedad, llega un momento en el que los interiorizamos y los acabamos aplicando a nosotros mismos.
P: El edadismo se suele vincular a los mayores, pero también se da con los jóvenes.
R: Nos afecta a lo largo de la vida, pero sí que se ve que las experiencias de edadismo se concentran en dos etapas, en la juventud y luego otra vez en la vejez.
Todos somos edadistas, pero no necesariamente todos tenemos las mismas papeletas para serlo. Sabemos por ejemplo que los hombres y las personas que temen a la muerte y aquellas que tienen menor nivel educativo son más propensas a ser edadistas hacia las personas mayores.
También sabemos que si tenemos más conocimiento acerca del envejecimiento, los diferentes grupos de edad y más contacto con personas de diferentes edades tenemos menos papeletas de serlo.
Y hay una cosa también muy interesante cuando hablamos de quién es edadista: muchas veces se piensa que una persona de 47 años no lo va a ser porque dentro de poco formará parte de la población mayor. Y lo que vemos es que estas personas en esta situación limítrofe son a veces más edadistas, es un mecanismo adaptativo para distanciarse de la vejez por todo el estigma asociado y por ese miedo a que le asocien con ese grupo de edad.
P: ¿Qué consecuencias tiene en nuestra vida?
R: Nos interesa a todos hacerle frente y acabar con él. Nos hace daño tanto a nivel individual como social. Tiene un impacto muy negativo en muchos aspectos de nuestra salud y bienestar, se asocia con una vida más corta, peor salud física y mental (estrés, depresión, deterioro cognitivo) y también peor calidad de vida.
Incluso puede llegar, por ejemplo, a legitimar la violencia y el maltrato a las personas mayores. Es una pendiente un poco resbaladiza, empezamos a deshumanizar a una persona y esto puede legitimar esa violencia y maltrato.
Como sociedad nos divide y nos enfrenta. Es muy pernicioso este discurso que enfrenta a población joven y mayor. Cuando se intenta dividir desde la política y los medios de comunicación evitas que a lo mejor estos dos grupos que comparten experiencias y frustraciones se unan en esfuerzos colectivos para cambiar las cosas.
P: El libro incluye herramientas para abordar el edadismo
R: Una de ellas es el ‘Caza mitos’ para que la gente aprenda a detectar los bulos que enfrentan a distintos grupos de edad, por ejemplo, el de la falta de compromiso de las personas mayores con el cambio climático.
Otra herramienta es ‘La despensa’ para identificar y trabajar con las contradicciones entre nuestros valores y nuestros sesgos, y para ponernos en la piel de los demás.
‘Las agujas de hacer ganchillo’ están destinadas a tejer una red de relaciones sin límites de edad: cuantas más personas de diferentes edades tengamos, será más efectivo para acabar con el edadismo.
Y por último, ‘La gota de agua’ recuerda como una simple gota puede provocar profundos cambios sociales. Basta con que una de cada cuatro personas ponga freno al edadismo, para que realmente tengamos ese punto de inflexión, no necesitamos que cambie toda la población.
P: La RAE incorporó la definición en su diccionario en 2022, pero creo que no le satisface: “Discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas”.
Si equiparamos el edadismo solo con discriminación por edad, nos hacemos un flaco favor. La definición no incluye las tres dimensiones del edadismo.
La discriminación es nuestra forma de actuar, pero también es importante que consideramos nuestra forma de pensar que son los estereotipos y lo que sentimos que son los prejuicios. Y obviamente, otra cosa que destacaría es que utilicen la palabra ‘anciano’ que la población mayor no admite por todas las connotaciones negativas.