Más de 200 profesores españoles trabajan en los 11 colegios de titularidad del Estado español repartidos por Marruecos y por el Sáhara Occidental
OLGA R. SANMARTÍN. EL MUNDO.- Elisabeth Muñoz, maestra malagueña que trabaja como interina en el colegio público Melchor de Jovellanos de Alhucemas (Marruecos), lleva desde el martes dando clase desde casa a sus alumnos de cinco años. Se graba vídeos enseñando a los niños el abecedario y los distribuye por WhatsApp. Sus lecciones son todo un ejercicio de ingenio, pues utiliza lo que tiene en la cocina para ilustrarlas. Ha puesto, por ejemplo, espuma de afeitar en una bandeja y la ha convertido en una pizarra.
«Me levanto y preparo fichas, envío a mis alumnos audios y juegos y estoy hasta las 22.00 horas respondiendo sus dudas. Es un trabajo muy gratificante, pero lo podría hacer desde España también. Estoy preocupada porque las condiciones sanitarias e higiénicas aquí no son las mejores. Me gustaría regresar», explica por teléfono.
Más de 200 profesores españoles trabajan en los 11 colegios de titularidad del Estado español repartidos por Marruecos y por el Sáhara Occidental. Están «desesperados» porque Rabat cerró el lunes los centros educativos y desde el miércoles trabajan desde casa «en una completa incertidumbre» porque «no está garantizada la atención sanitaria».
Muchos han pedido volver a España. La consejera de Educación en Marruecos, la ex ministra María Antonia Trujillo, les ha dicho que se tienen que quedar en tres circulares que no han sentado bien a los docentes, que denuncian que da «órdenes dictatoriales».
En una reunión con el Ministerio de Educación, el sindicato CCOO pidió ayer que se facilite el regreso de los profesores destinados a países con sistemas sanitarios precarios, pero no logró ningún compromiso.
PROFESORES QUE SE MARCHAN Y RENUNCIAN A LA PLAZA
El Gobierno marroquí ha declarado el estado de emergencia sanitaria y ha anunciado restricciones a la circulación. Las fronteras están cerradas aunque en teoría dejan pasar a los turistas españoles. Pero ayer dos compañeros de Elisabeth que renunciaron a su plaza y trataron de escapar hacia Melilla por el paso fronterizo de Beni Enzar no consiguieron hacerlo.
«Aquí las condiciones de salubridad son muy deficientes, no limpian ni las calles. Dicen que oficialmente hay 62 casos de coronavirus pero no están haciendo las pruebas a nadie», relata otro de los profesores que se quieren volver. «La gente por la calle nos increpa y nos dice que hemos traído el virus», cuenta.
La pandemia genera insólitas escenas: marroquíes que se muestran racistas con los españoles y españoles que tratan de huir de Marruecos como si fueran inmigrantes en situación irregular.
«Nos han dicho que hay 1.500 camas de UCI para 35 millones de personas. El virus ha llegado y la gente sigue yendo en grupos de cuatro en cuatro por la calle. No hay conciencia social y, si nos ponemos malos, no me quiero ni imaginar tener que ir al hospital», expresa otra profesora del norte de Marruecos.
«No tiene sentido exponerse a tanto peligro», reflexiona Elisabeth, que lleva una semana y media encerrada porque ha tenido fiebre, tos seca y dolor corporal, al igual que tres de sus compañeros. «No sé si es coronavirus o gripe. Vinieron los de la sanidad pública marroquí a verme. Me preguntaron si me aislaban en el hospital o me quedaba en casa; me dejaron tres mascarillas y prometieron hacerme un seguimiento y visitar a las personas con las que había estado en contacto. Pero no me han llamado ni una vez. Eso sí, ha salido en la prensa local una noticia que decía que yo tenía gripe común. ¡Pero si no me han hecho las pruebas!».