Los planos están disponibles en la página de «un criptoanarquista» y solo es necesario descargarlos e imprimir las piezas
PIXEL. EL MUNDO.- Las armas de fuego cuyos planos se pueden descargar y utillizarse para crear las piezas en una impresora 3D han vuelto a aparecer en la política estadounidense.
Los fiscales generales de 25 estados han escrito una carta dirigida al Departamento de Justicia y al Departamento de Estado de Estados Unidos en la que solicitan al Gobierno de Trump que bloquee una página desde la que se pueden descargar estos planos. Anteriormente ya se había bloqueado su distribución (especialmente durante el mandato de Obama) y cuando la administración de Trump dio su visto bueno la Justicia estadounidense finalmente no lo permitió. A pesar de ello, la página está activa desde marzo.
Detrás de esta iniciativa está Defense Distributed, una compañía dirigida por Cody Wilson, quien, según denuncian estos fiscales, es «un criptoanarquista» cuyo objetivo es evadir las leyes de control de armas y acabar con los intermediarios en este sector.
«Cualquier que descargue y utilice uno de los archivos de Defense Distributed -incluso si esa persona no puede poseer un arma por su edad, historial delictivo o cualquier otro factor- podría fabricar armas funcionales que no se pueden detectar (…) y son irrastreables, pues no tienen número de serie», denuncian.
Los planos permiten crear las piezas de armas automáticas como la pistola ‘Liberator’, que, al estar hecha de plástico, es capaz de esquivar los detectores de metales tradicionales. Estos archivos, explican, están en la lista de municiones de los Estados Unidos y publicarlos en Internet sin una autorización federal podría suponer una violación de la ley.
«Si el gobierno no actúa, estos archivos se distribuirán ampliamente con consecuencias potencialmente graves para nuestra seguridad doméstica y nacional», lamentan en su carta. Así, la eficacia de sus detectores de metales existentes en lugares como aeropuertos, colegios o estadios se vería comprometida.
Durante toda el proceso el principal problema ha sido que la legislación estadounidense no prohíbe la publicación de los planos. Además, aunque la posibilidad de crear armas de fuego utilizando impresoras es real, el proceso es bastante más laborioso que el de comprar una de ellas. Por otro lado, su fiabilidad y sus materiales hacen que no sean muy útiles.
A esto hay que sumar que la medida parece llegar tarde: la página está disponible y la propia carta de los fiscales ha creado un efecto Streisand -como ya ocurrió hace unos años– que ha hecho que los planos se descarguen y se distribuyan.