El Mundo.- Murió en su celda, un día antes de cumplir 29 años de prisión, de «neumonía bilateral». Tenía 86 años y será ahora el presidente de Perú, Pedro Castillo, quien deberá decidir qué hacer con los restos del «genocida», la palabra que utilizan los principales medios de comunicación peruanos para referirse al mayor criminal de su historia. En todo caso, «ni con la muerte de Abimael Guzmán probablemente muchas heridas no se van a cerrar», dijo el polémico primer ministro, Guido Bellido. Prueba de ello es que tanto él como otros miembros del Gabinete están cuestionados por sus presuntos nexos con Sendero Luminoso.
Y si bien la inmensa mayoría del país repudia a la organización criminal, no descartan algún tipo de manifestación callejera a favor del fallecido. De ahí que el ministro de Justicia considere que lo mejor sería cremar sus restos. Aníbal Torres quiere evitar que su sepultura se convierta en un lugar de peregrinaje de simpatizantes de los terroristas. «La vía más apropiada sería la incineración, para no tener un lugar para que determinados peruanos puedan rendir homenaje a este personaje», dijo Torres a TV Perú. Y recordó que cualquier expresión a favor de Guzmán sería considerada apología del terrorismo, castigado con penas de cárcel de cuatro años o más. «Hay que hacer presente a la población que haga movilizaciones en memoria de Abimael, es apología al delito y pueden ser procesados por esa razón», advirtió
En el mismo sentido se pronunciaron políticos peruanos de diferentes partidos, con propuestas de arrojar sus cenizas al mar o enterrarle rápido en algún lugar secreto.
La policía en Lima emitió una señal de «alerta absoluta» a todas sus unidades para prevenir «posibles alteraciones del orden público -movilizaciones, protestas, desmanes, pintadas, atentados y otros- con motivo del fallecimiento de Abimael Guzmán Reynoso». Y el general Jorge Angulo recordó «que toda manifestación pública que respalde o enaltezca alguna agrupación terrorista es considerado delito de apología al terrorismo por lo que las personas que incurran en ello serán capturadas«.
De momento solo su viuda, la reclusa Elena Iparraguirre, número dos de la organización criminal e igual de sanguinaria que su marido, ha solicitado ver el cadáver. Se casaron en 2010, en una ceremonia de 15 minutos, y nunca les permitieron visitas conyugales por estar los dos condenados a cadena perpetua. Guzmán realizó con posterioridad una huelga de hambre para protestar por no permitirles estar juntos.
Pedro Castillo, por su parte, publicó en Twitter un mensaje para marcar distancia con los criminales. «Falleció el cabecilla terrorista Abimael Guzmán, responsable de la pérdida de incontables vidas de nuestros compatriotas. Nuestra posición de condena al terrorismo es firme e indeclinable. Solo en democracia construiremos un Perú de justicia y desarrollo para nuestro pueblo«, escribió.
Más blando con el fundador del marxista-leninista Sendero Luminoso fue el polémico Vladimir Cerrón, líder del partido gubernamental Perú Libre. «La muerte de Abimael Guzmán debe hacer reflexionar al país si las causas del terrorismo subversivo y de Estado, han desaparecido, menguado o se mantienen. Mientras existan grupos humanos privilegiados y otros explotados, la violencia encontrará tierra fértil«, aseveró en su cuenta de Twitter.