La localidad que ha acogido el acto del fugado Puigdemont va camino de acabar regida por un íntimo de Le Pen
JUAN PEDRO QUIÑONERO. ABC.- Perpiñán (120.000 habitantes), la localidad que ha acogido el acto del fugado Carles Puigdemont y sus fieles, es uno de los símbolos más espectaculares de la ascensión de la extrema derecha, la crisis de los partidos políticos «tradicionales» y los «cambalaches» de los políticos locales, amenazando la credibilidad del Estado que defiende Emmanuel Macron.
Jean-Marc Pujol, alcalde de Perpignan, el «anfitrión» de Carles Puigdemont, es miembro de «Los Republicanos» (LR, derecha tradicional, el partido de Nicolas Sarkozy). Se cotiza como posible perdedor en las elecciones del 15 y el 22 de este mes de marzo, víctima de su descrédito personal.
Romain Grau es el candidato de «La República En Marcha» (LREM), el partido de Emmanuel Macron, en las inminentes elecciones municipales. Se le presume perdedor «seguro», víctima de su carrera política personal. Antes de ser «macronista» ha sido socialista, ecologista, reformista… antecedentes devastadores. Si se confirmasen todos los sondeos al día de hoy, el alcalde de Perpignan dentro de tres semanas sería Louis Aliot, expareja sentimental de Marine Le Pen, candidato de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha).
Vínculos con Le Pen
Desde hace meses, todos los sondeos sugieren que Perpiñán se ha convertido en un bastión de la nueva extrema derecha: la primera de las grandes ciudades francesas, de más de 100.000 habitantes, que pudiera tener un alcalde íntimo de la familia Le Pen.
El posible triunfo de Aliot y la extrema derecha en Perpiñán es un símbolo y un fracaso para la política de Estado de Emmanuel Macron, que ha sido, desde su elección, el más firme defensor de España. Posición de Estado confirmada, siempre, ante el Rey, ante Mariano Rajoy y ante Pedro Sánchez.
Los «cambalaches» municipales de Perpignan se inscriben en una variopinta estela política: crecimiento de la extrema derecha en todo el Mediodía francés, crisis del socialismo local, fragmentación de las derechas locales, falta de representatividad del «macronismo» municipal y una erosión de la política de Estado del presidente de la República.