Miles de ciudadanos se han unido a esta controvertida agrupación que lucha contra la “islamización de Occidente” y que ha tomado el atentado contra Charlie Hebdo como una confirmación de su tesis según la cual el islam no es compatible con la democracia. Las alarmas de buena parte de la sociedad germana se han encendido para responder a este movimiento al que muchos rechazan por considerar xenófobo
ANNA CAROLINA MAIER. THE OBJECTIVE.- Más de la mitad de los alemanes (57%) consideran el islam como una amenaza, y 61% estima que esta religión es incompatible con el mundo occidental. Las cifras resultan de un sondeo hecho por la fundación alemana Bertelsmann en noviembre pero publicado justo el mismo día de los atentados perpetrados la semana pasada en París por islamistas radicales, que costaron la vida a 18 personas.
Miles de alemanes que consideran al islamismo como una amenaza a su cultura, se están uniendo a un polémico movimiento denominado “Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente” (Pegida, por sus siglas en alemán). “Sin violencia y unidos contra guerras religiosas en suelo alemán”, es uno de sus lemas.
Un fenómeno de masas
Pegida ha crecido de forma exponencial. Su primera aparición pública fue a mediados de octubre, cuando congregaron a unos 200 simpatizantes en Dresde, capital del estado federado de Sajonia, donde curiosamente menos de 1% de los habitantes son musulmanes y expertos aseguran que no hay casi inmigrantes.
Desde entonces, todos los lunes se citan en números crecientes: más de 7.500 personas a comienzos de diciembre y 25.000 el lunes pasado. Sus manifestaciones han sido pacíficas y, pese a la calificación que le han dado sus críticos de grupo xenófobo, sus consignas no incurren abiertamente en el racismo. «Para la preservación de nuestra cultura», «Contra el fanatismo religioso», son algunos de los lemas que se leen en sus pancartas aunque siempre dejan claro que su eje de lucha es ir contra «la islamización» de Occidente.
Aseguran que el temor de que yihadistas que hayan participado en combates con el grupo radical Estado Islámico puedan volver a Alemania, los ha hecho salir a las calles. Dirigen sus críticas a la inmigración, a los medios de comunicación y a las élites políticas.
De acuerdo con la prensa alemana, esta iniciativa surge como respuesta a un conjunto de hechos como los atentados del 11 de septiembre de 2001 y el miedo al terrorismo islámico, el surgimiento del Estado Islámico, la creciente presencia de musulmanes en Alemania, el temor a lo que ocurrirá cuando los yihadistas que han marchado a Siria o Irak regresen a países de Occidente, la llegada de refugiados desde regiones dominadas por el EI y la aún posible eventual incorporación de Turquía, con su mayoría musulmana, a la Unión Europea.
¿Excusas o razones?
Este autodenominado movimiento antiislamización ha señalado que el atentado contra el semanario francés Charlie Hebdo confirma su tesis acerca de la situación del Islam en Europa, asegurando en su página de Facebook que el ataque ilustraba la incompatibilidad de los islamistas con la democracia.
«Los islamistas, contra los que Pegida alerta desde hace más de 12 semanas, han demostrado en Francia que son simplemente incompatibles con la democracia» y que «recurren a la violencia y la muerte como solución», publicó el movimiento en su red social que tiene unos 132.663 seguidores y que fue donde realmente se inició el grupo.
La canciller alemana Ángela Merkel se ha mostrado preocupada por esta creciente corriente. En su tradicional mensaje de Fin de Año a la nación invitó a sus compatriotas a permanecer alejados de las protestas de Pegida. “Les pido que no sigan a quienes convocan estas manifestaciones ya que a menudo sus corazones albergan prejuicios, frialdad, incluso odios”, expresó la mandataria, quien también defendió la decisión de las autoridades de acoger a miles de refugiados que llegaron al país en el curso de 2014 (unos 200.000) huyendo de guerras y persecuciones religiosas.
Las ideas de Pegida, sin embargo, parecen haber encontrado un buen caldo de cultivo en Alemania, donde según la encuesta de Bertelsmann- 24% de los ciudadanos querrían que se prohíba la inmigración de musulmanes al país de 81 millones de habitantes, de los cuales 4 millones son musulmanes.
El mismo estudio demoscópico indagó sobre las costumbres de los musulmanes en Alemania y constató que las personas de origen extranjero, de segunda o tercera generación, son más religiosas que sus padres y que la gran mayoría se reconoce en los valores de la democracia y de la Constitución alemana.
Detrás de la protestas
Según datos de la Oficina de Cultura de Sajonia, que se encarga de vigilar a los movimientos neonazis en Alemania, las manifestaciones de Pegida no son organizadas por personas de la extrema derecha, sino por ciudadanos entre los cuales se identificaron incluso a algunos exmiembros del Partido Demócrata Liberal pero algunos medios y personas continúan tildando al fenómeno de neonazi.
Muchas dudas sobre este movimiento, sin embargo, se vinculan con el pasado de su fundador, Lutz Bachmann. Dueño de una agencia de fotografía y relaciones públicas, confiesa en su página de Facebook que ha sido condenado por la justicia alemana a 3 años y medio de cárcel, aunque evita precisar qué delitos cometió. Del mismo modo que no quiere hacer público cuándo tuvo la idea de fundar a la agrupación que está polarizando a la sociedad germana.
«No soy racista», ha dicho Bachmann al diario Bild en una entrevista que ha sido una de las pocas declaraciones que ha dado a la prensa. Allí agregó que el movimiento no está en contra del derecho de asilo, ni tampoco contra los refugiados de guerra. “Nosotros combatimos a los refugiados económicos».
Sin embargo, sus posturas han sido ambiguas cuando el diario Sächsische Zeitung le preguntó si le molesta que los neonazis también tomen parte en las protestas. Entonces, se limitó a citar el marco legal en Alemania, que no prohíbe a ningún ciudadano participar en manifestaciones.
Bachmann abandonó sus estudios de cocinero para dedicarse a asaltar a clientes de las prostitutas y ese es sólo un detalle en su expediente policial en el que se agrega que huyó a Sudáfrica, donde se inscribió en la Universidad de Ciudad del Cabo con un nombre falso para evitar la cárcel. Después de 3 años, las autoridades descubrieron su verdadera identidad y lo expulsaron. Cumplió su condena en Alemania y al cabo de 2 años fue excarcelado. Poco después fue detenido cuando intentaba vender cocaína, lo que le costó otra condena de 2 años en libertad condicional.
Su expediente también incluye haber conducido sin licencia y en estado de ebriedad, robos y agresiones físicas.
Bachmann no es el único hombre detrás de las protestas, según Pegida, hay “un equipo organizador de 12 personas” pero tienen prohibido declarar a los medios.
Otra voz
Hay otra voz que se hace escuchar y es la de Kathrin Örtel, cofundadora de Pegida, quien en la última protesta del movimiento denunció ante los manifestantes las críticas dirigidas a la formación por «la casta política y los medios de comunicación».
Ya en la primera marcha de 2015 Örtel fustigó a Merkel por su discurso, diciendo que en Alemania nuevamente se ejercía la represión política. «¿Cómo lo verían ustedes cuando somos insultados y llamados racistas o nazis abiertamente por todos los partidos políticos tradicionales y por la prensa por nuestra crítica justificada de las políticas de asilo de Alemania y por la inexistente política de inmigración?”, se preguntó ante una multitud que la ovacionó.
Pegida acoge en su seno a otras polémicas organizaciones como HoGeSa (Hooligans contra Salafistas), a la joven formación de derecha AfD (Alternativa para Alemania) y a un congreso de la Unión Socialcristiana CSU en la baja Baviera.
Dentro de los votantes de AfD la identificación con el movimiento alcanza 71%. Este partido político que ha mostrado cada vez más acercamiento al movimiento acusó a la canciller Merkel de “criticar a Pegida desde arriba sin conocer a sus integrantes”.
Pero en los sectores más conservadores del partido de Merkel, la Unión Cristianodemócrata (CDU), y en su ala bávara, la Unión Socialcristiana (CSU), hay preocupación de que el auge de Pegida y AfD le quite a las dos agrupaciones votos de la derecha.
La protesta y la contraprotesta
Este lunes, pese a los mensajes que denuncian al movimiento enviados desde casi todas las orillas políticas y religiosas, los manifestantes anti-islamización han vuelto a tomar las calles de Dresde y a entonar la consigna «Nosotros somos el pueblo», utilizada en las protestas en la antigua RDA antes de la caída del Muro de Berlín. 25.000 personas han asistido a la convocatoria de Pegida.
La respuesta a esta creciente ola no se ha hecho esperar: 100.000 personas se reunieron en distintas ciudades alemanas para protestar en contra del movimiento al que consideran islamófobo.
A comienzos de este año 80 prominentes alemanes, excancilleres, deportistas, actores y arzobispos publicaron una declaración en contra de Pegida. Uno de los firmantes, el excanciller Helmut Schmidt, dijo entonces que la historia de Alemania debería haberles enseñado que el país tiene que estar abierto al mundo.