Es la voz del deporte minoritario y la periodista que más Juegos Olímpicos ha cubierto. Por primera vez, habla para LOC de su lesbianismo. ‘Lo importante es ser feliz como eres’. ‘He tenido problemas con mis compañeros, han hecho comentarios muy soeces’
JOSÉ LUIS ROMO. EL MUNDO.- Cuando pide una cita telefónica para ir al médico o cualquier otra gestión, es habitual que le respondan: «Su voz me suena de algo…». Paloma del Río (55 años) lleva más de 30 años siendo la voz del deporte minoritario en España. Ella ha narrado hitos deportivos españoles como el día en el que Javier Fernández López ganó el campeonato mundial de patinaje artístico. Además, puede presumir (con certificado) de ser la periodista española que más Juegos Olímpicos ha cubierto en España. En total,13 (siete juegos de verano y seis de invierno). Quizás por ello, es capaz de aguantar retransmisiones maratonianas de siete horas sin pestañear. «Los compañeros ni se enteran de cuando me levanto para ir al baño», dice entre risas.
Con todas estas vivencias, en septiembre publicará su biografía ‘Enredando en la memoria’, donde cuenta su periplo deportivo y escribe párrafos como éste: «Para mí no supuso ningún problema aceptar que me había enamorado de una mujer; en absoluto. No fue ningún conflicto porque lo primero que hice fue ser sincera conmigo misma y dejar de ocultarme».
- ¿Por qué ha querido salir del armario públicamente?
- Yo creo que el mundo de los homosexuales es muy particular. Entre nosotros nos conocemos, sabemos quiénes somos. Pero de puertas hacia fuera, no. Y, precisamente, de puertas hacia fuera puede ayudar a gente que esté pasando un momento de indecisión, dudas, dolor, quebraderos de cabeza… Cuando llevas una vida normalizada como la mía y puedes ser un referente para gente que lo pase mal, me veo en la obligación de dar este salto y decirle a la gente que no pasa nada, lo importante es ser feliz tal y como eres.
- Usted se mueve en el ámbito deportivo, donde la homosexualidad aún es un tabú…
- El tabú existe porque en la mayoría de los trabajos, tú no estás con el foco puesto. Y los deportistas tienen la presión de hacer una buena actuación y, si le añades, tener a algún energúmeno, que siempre los hay, que les pueda ofender desde la grada, es duro. Por eso, muchos se mantienen en la retaguardia. Al final, todos tienen miedo, todos los deportistas homosexuales que sé que existen no se atreven a dar la cara. Y yo sé que existen.
- Hay otras profesiones, por ejemplo los políticos, que también soportan mucha presión… ¿Es el deporte español especialmente homófobo?
- Yo creo que en el mundo del deporte, los propios deportistas no están acostumbrados a tener una persona homosexual cerca de ellos y no saben cómo reaccionar ante esa situación. Lo normal es que no pasara nada, que fuera un compañero más. Así ha pasado con los pocos casos que lo han dicho, como Navratilova. Pero todo el mundo tiene el resquemor de: «A ver si este patrocinador se va a echar atrás…». Así que prefieren quedarse en la retaguadia por lo que pueda pasar.
- Es la periodista española que más Olimpiadas ha cubierto, ¿en los Juegos la homosexualidad está más normalizada que en el deporte español?
- Sí, la noticia es el día que un olímpico sale del armario y hay un titular. A partir de ahí, tan sólo se tienen en cuenta los resultados. Nada más. Eso ayuda a normalizar todo y que los deportistas gays sean como uno más. Evidentemente, hay países en los que la homosexualidad no se puede ni nombrar. Pero en todo occidente, el debate ya está superado. Luego, el problema, es el miedo a nivel individual.
- Pero en los últimos Juegos de invierno, celebrados en Sochi (Rusia), sí que hubo cierta polémica por la legislación rusa sobre la propaganda homosexual…
- Pero luego no hubo ningún problema. Sabiendo que había esas reglas, nadie iba a montar un escándalo. Cuando vas a un país en el que tienen determinadas reglas, tienes el sentido común de aternete a ellas. Así que en Sochi no hubo problemas. Los homosexuales fueron a competir y punto.
- Pero debió ser duro para ellos competir en tierra hóstil, ¿no?
- Sí, claro que lo es. A mí también me pasa. Cuando voy a retransmitir en países en los que la homosexualidad está mirada de reojo, procuro ser absolutamente blanca porque no quiero problemas.
- Es mujer y lesbiana en el mundo deportivo, lo que equivale, generalmente, a una doble discriminación. ¿Alguna vez ha tenido problemas por esta condición?
- Con mi trabajo, no. Pero con mis compañeros, sí. Algunos de ellos han hecho comentarios verdaderamente desafortunados, que han llegado a mí y ha sido muy triste. Porque luego tienes que convivir y trabajar con ellos en el día a día sabiendo lo que han hecho. Te toca tragarte sapos, porque hay que sacar las cosas adelante, pero piensas: «Esto es muy feo, muy soez y te pone en evidencia».
- ¿Cómo se lidia con algo así?
- Pues te sientes mal y, sobre todo, te parece muy injusto. En las retransmisiones de Televisión Española es normal que los compañeros lleven a algún familiar, porque tenemos habitación doble. Así que tú te haces cargo de los gastos y los últimos días de las Olimpiadas los hoteles se llenan de familiares y amigos que van a pasar allí las vacaciones. En un viaje para transmitir la copa de vela, aquí en España, se vino conmigo mi pareja y qué casualidad que los sindicatos empezaron a enredar y parecía que yo era la única que había llevado a alguien. ¿Por qué pusieron el foco en mí? ¿No era eso homofobia? Se lo hice ver y todos se disculparon, pero me pareció una hipocresía.
- ¿Fue traumático decir en Televisión Española que era lesbiana?
- Yo desde pequeña tuve claro que me gustaban las chicas. Luego la sociedad y la educación que tuve en un colegio de monjas me llevó a hacer la vida que se esperaba de mí… Pero cuando me dí cuenta de que lo que me gustaban de verdad eran las mujeres, lo empecé a incorporar a mi vida poco a poco. Primero a mís íntimos, luego a mi entorno y en el trabajo… y todo el mundo lo fue aceptando.
- Hoy es normal que haya mujeres en las redacciones de deportes, pero usted fue una pionera…
- Si, hoy es muy común. Pero cuando yo empecé de becaria, sólo estaba un chico por la mañana y yo por la tarde… Me sentí arropada por compañeras como Elena Sánchez, Mari Cruz Estaban, María Antonia Martínez, Olga Viza, María Escario… ellas fueron un referente. Pero durante mi beca pasé las de Caín. Había allí un tío lascivo, que por escribir de fútbol se creía la pera y me buscaba. Un día incluso me puso las manos en los pechos. Y le dije: «¿Qué te parecería si le hicieran esto a tu hija?». A partir de eso, nunca quería quedarse conmigo a solas. Es importante hacerse respetar.