EL MUNDO.- En Verona insultaron al marfileño Franck Kessie, del Milán, y en Cagliari le tocó al belga Romelu Lukaku, del Inter. En ambos campos también sufrió el francés Blaise Matuidi, de la Juventus, como lo hizo el brasileño Dalbert en Bérgamo contra el Atalanta, o el senegalés Koulibaly, del Nápoles, en su visita a la Roma en el Olímpico.
Italia no para de vivir situaciones vergonzosas de racismo en sus estadios, y no parece que vayan a detenerse. La última, de nuevo en Verona y con Mario Balotelli como protagonista. El delantero, cansado de los gritos que llegaban de la grada, cogió el balón con sus manos y lo lanzó hacia una parte de la afición para después intentar abandonar el campo, mientras sus compañeros y rivales intentaban evitarlo. El partido estuvo detenido durante unos minutos y volvió a reanudarse como si nada hubiera pasado.
El colegiado del encuentro, que al principio había amonestado al delantero italiano por coger el balón con las manos durante la acción, retiró su tarjeta tras enterarse de lo ocurrido.
Curiosamente, fue Balotelli quien recortó distancias para el que ahora es su equipo, el Brescia, en la derrota de su equipo por 2-1 ante el Verona.