No tan pacíficos: historia del terrorismo independentista catalán

, | 1 octubre, 2019

El independentismo catalán nos ofrece múltiples ejemplos de lucha armada, algunos conectados con nombres vinculados al ‘procés’

JORDI COROMINAS I JULIÁN. EL CONFIDENCIAL.- El 9 de mayo de 1977, José María Bultó almorzaba en casa de su hermana, sita en la calle Muntaner. Unos supuestos operarios de la compañía de gas llamaron al timbre y accedieron al domicilio, llevándose a punta de pistola al presidente de la química Cros SA a una habitación, donde le endosaron una bomba, pequeña como una tableta de chocolate, en el pecho. Solo podría quitársela, recibiendo las correspondientes instrucciones, cuando les pagara 500 millones de las antiguas pesetas. Bultó se fue sin decir nada a su hermana y cogió un taxi para ir a su casa de la avenida de Pedralbes. Al llegar, ordenó a la mujer de servicio llamar a su hijo. Fue al lavabo y el dispositivo estalló.

En esta última semana, la totalidad de los partidos independentistas y asociaciones afines ha proclamado por activa y por pasiva el intrínseco pacifismo del movimiento sin reparar en los matices, siempre válidos para confirmar cómo existen excepciones a la regla. La violencia puede expresarse de muchas maneras, pero si la centramos en su expresión terrorista, la historia del independentismo catalán nos ofrece múltiples ejemplos de lucha armada, algunos conectados con nombres vinculados al ‘procés‘.

El primero de ellos surge durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Desde 1918, se percibió en el catalanismo una escisión más radical, encarnada en la figura del coronel Macià, quien abandonó el ejército español tras los hechos del ‘¡Cu-Cut!’ en noviembre de 1905, cuando el ejército español quemó la sede de este semanario satírico y la del periódico, órgano oficial de la Lliga Regionalista, ‘La veu de Catalunya’. Cuando culminó la Primera Guerra Mundial, con el eco de la autodeterminación de los pueblos propugnada por el presidente Wilson, llegó la hora para la fundación de Estat Català, que casualmente vio la luz el 18 de julio de 1922 desde premisas antidemocráticas, al considerar estéril el parlamentarismo español, para conseguir el autogobierno como primer jalón para confederar los países catalanes.

La inspiración armada llegó de Irlanda y prosperó a partir de 1925. El septenio de Primo de Rivera fue una contradicción entre absurdas medidas represivas, como castellanizar el nombre de las poblaciones, y una magnífica réplica catalanista en otros campos como el mundo de la edición, algo insuficiente para un grupúsculo obstinado hasta crear en mayo de 1925 Bandera Negra. El nombre aludía a un estandarte del mismo color erigido en las murallas durante el asedio de Barcelona, última batalla de la Guerra de Sucesión, célebre en el relato de estos años por terminar el 11 de septiembre de 1714, cuando las tropas de Felipe V entraron en la Ciudad Condal.

Bandera Negra quiso atentar contra Alfonso XIII a su paso por el Principado durante la primavera de 1925. Inicialmente, pensaron en situar 40 kilos de explosivos en los túneles de la Mussara del Baix Camp, aunque su opción definitiva fueron los del Garraf, en la cercanía de Sitges. Su Majestad debía transitar por la zona el 26 de mayo de ese año. Los conspiradores intentaron colocar su carga el 23 de mayo, con un rotundo fracaso al ser incapaces de levantar los raíles. Reincidieron al día siguiente, y al cabo de dos jornadas saborearon otra vez la amargura de la derrota al encontrarse el escenario de su acción rodeado por guardias civiles.

El complot del Garraf.
El complot del Garraf.

Aun así, no cejaron en su empeño. Contemplaron dar un ramo de flores con explosivo durante el paseo del coche real. Solo estalló una bomba en la casa de la baronesa de Maldà, donde el monarca tenía previsto asistir a un baile. El cerco se estrechó y el 6 de junio los implicados fueron arrestados con las manos en la masa mientras intentaban depositar 43 kilos de carga bajo las vías ferroviarias. En el juicio posterior, cuatro de ellos fueron condenados a muerte y tres, entre ellos Miquel Badia, loado por el ‘president’ Torra y uno de los más destacados partidarios de la solución militar durante los hechos de octubre de 1934, a 12 años y un día de cárcel. Fueron amnistiados en 1930 por su objetivo, Alfonso XIII, tras la caída de la dictadura.

Del Front Nacional de Catalunya a Epoca

La hecatombe republicana supuso el pistoletazo de salida para una verdadera década ominosa en toda Cataluña, liberada y ocupada según el léxico de los vencedores. En abril de 1940, se fundó en París el Front Nacional de Catalunya, amalgama de formaciones nacionalistas. Pese a contar en sus balbuceos con un sector armado, no dispusieron de mecanismos para llevar a cabo acciones de resistencia, conformándose con gestos de gran hondura simbólica como colgar una estelada en la torre de Sant Jaume del puerto de Barcelona durante la Diada de 1944, cuando aún vislumbraban la esperanza de una intervención aliada, otra en la Sagrada Familia el 23 de abril de 1945, Sant Jordi, y una última en el Palau de la Música pocos meses después.

Homenaje a Batista i Roca.
Homenaje a Batista i Roca.

Las tornas mutaron en 1946, cuando pasaron armas y explosivos por la frontera, atentando contra el monumento de la Victoria en el cruce de Diagonal con paseo de Gracia. Fue su único acto violento reseñable. El 8 de junio, el grueso de su sección militar fue detenido, y desde ese momento el partido optó por la no violencia, remarcada con especial ahínco durante la década de los sesenta. A finales de la misma, varias escisiones diezmaron la organización, y entre ellas figuraba Epoca, siglas del Ejército Popular Catalán, de cronología más bien indeterminada en su debut, forjado por unas conferencias de Josep Maria Batista i Roca, quien además de abogar durante la Segunda República por una eugenesia a la catalana había generado durante la dictadura de Primo de Rivera dos sociedades de marcado carácter bélico, la de Estudios Militares y Ormica, esta última con la meta de construir un ejército catalán en pos de la independencia nacional.

Epoca recibió entrenamiento marcial a cargo de Jaume Martínez Vendrell, oficial republicano y líder del brazo armado del FNC. Sus dos cumbres de terror transcurrieron durante la Transición, más concretamente en mayo de 1977 y enero de 1978, cuando asesinaron al empresario José María Bultó y a Joaquín Viola, alcalde de Barcelona entre septiembre de 1975 y diciembre de 1976.

De Epoca a Terra Lliure

Y volvemos a Bultó. Desde su asesinato, cierta leyenda comenta de manera bastante frívola una desesperada tentativa de liberarse del artefacto adosado a su pecho, algo desmentido por su hijo, quien en una carta al director en ‘El País’ del 12 de mayo de 1984 explicó cómo era imposible determinar las intenciones de su progenitor, un hombre de temple sereno al que encontró con la cabeza y el tórax destrozados en un lugar escaso de luz, poco idóneo para desembarazarse de nada. El brazo izquierdo yacía en el lado opuesto del cuarto de baño, mientras el derecho, determinante para su cometido, permanecía intacto, adosado a lo largo del cuerpo junto a la mano y sus dedos.

En julio de 1977 fueron detenidos cuatro estudiantes, y entre sus posesiones tenían manuales para fabricar explosivos y un largo elenco de blancos futuros, entre ellos Juan Antonio Samaranch, José María de Porcioles, Carlos Ferrer Salat y José Manuel Lara. Carles Sastre y Alvar Valls, de reconocida trayectoria literaria, fueron reconocidos por los familiares y, favorecidos por la Ley de Amnistía del 15 de octubre de 1977, salieron de la cárcel Modelo al cabo de pocas semanas.

Portada de 'La Vanguardia' que informa del asesinato de Bultó.
Portada de ‘La Vanguardia’ que informa del asesinato de Bultó.

El 25 de enero de 1978, irrumpieron en el piso de Joaquín Viola en el paseo de Gracia y repitieron procedimiento. Tres hombres y una mujer enmascarados entraron a las ocho y media de la mañana, ataron con cuerdas a los otros presentes y llevaron al matrimonio a una estancia, donde le instalaron el explosivo, no sin antes dejar en la mano del político retirado una nota con exigencias monetarias y las consabidas instrucciones para desactivar la trampa. Su onda expansiva se derramó en un abrir y cerrar de ojos hasta decapitar a Viola, fallecido junto a su mujer. Los terroristas huyeron a Francia, donde Carlos Sastre participó en la fundación de Terra Lliure una vez se disolvió Epoca.

Sastre es un peón polémico del ‘procés’. Fue detenido en 1985 en Puigcerdà y condenado a 48 años por el asesinato de Bultó. Pese a ser reconocido por el hijo de Viola, fue absuelto de este segundo crimen y tras 11 años entre rejas retomó su actividad hasta presidir la Intersindical Confederació Sindical Catalana, CSC, convocante, entre otras, del paro de país del 3 de octubre de 2017, justo 48 horas después del referéndum.

Sastre fue entrevistado en diciembre de 2015 por la televisión pública catalana, donde el periodista Xavier Grasset no dudó en definirlo como preso político y gran reserva del independentismo, algo cuanto menos obsceno si atendemos a su trayectoria. Terra Lliure desarrolló su actividad entre 1978 y 1991, con un balance de más de 200 atentados y cinco víctimas mortales, cuatro miembros de la organización y una vecina de Les Borges Blanques, Emilia Aldomà, muerta mientras dormía como consecuencia de una bomba contra el juzgado de esta localidad ilerdense.

La prensa, después del atentado a Jiménez Losantos.
La prensa, después del atentado a Jiménez Losantos.

Su gran salto a la fama se debió al secuestro el 21 de mayo de 1981 de Federico Jiménez Losantos, por aquel entonces profesor de instituto en Santa Coloma de Gramanet y firmante del manifiesto de los 2300 en denuncia, según los rubricantes, de la discriminación lingüística padecida por los castellanoparlantes. Jiménez Losantos y una compañera docente fueron atados a un árbol, disparándole en un pierna, el ‘gambizzare’ de las Brigadas Rojas o el ‘kneecapping’ del Ulster, preludio de condena mortal.

Pese a la disolución, Terra Lliure tuvo sus últimos coletazos en la inminencia de los Juegos Olímpicos de 1992. La operación Garzón detuvo a 60 antiguos componentes del grupo, disuelto de forma oficial el 11 de septiembre de 1995.

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