Migraciones y refugiados en la era del COVID-19

| 24 marzo, 2020

ALBERTO ARES MATEOS. PÚBLICO.- Vivimos una de las situaciones más complejas a nivel mundial desde que tenemos uso de razón. Muchos sentimientos fruto del aislamiento, del miedo, de vivirnos atrapados en el tiempo y de tocar la vulnerabilidad; junto a otros que nos hablan de cuidado, de generosidad, de solidaridad, de conectividad, de amor, de sentido de la vida, de fe y que nos devuelven a lo esencial.

Lo cierto, es que ante las situaciones de crisis, uno se pregunta qué ocurre con los colectivos más vulnerables, las personas enfermas, las que están solas, las que viven en gran precariedad, las privadas de libertad, las personas sin un hogar, las hacinadas en campos de refugiados o centros de detención, las que se han visto atrapadas ante el cierre de fronteras, etc. Entre estos colectivos se sitúan muchas personas que han tenido que dejar su hogar por múltiples razones, algunas huyendo de la violencia o persiguiendo un sueño de paz y de felicidad.

¿Qué está ocurriendo con tantas personas en movimiento? ¿Cómo podemos cuidar de las más vulnerables?

¿En qué situación se encuentran las personas migrantes y refugiadas?

En la actualidad, hay alrededor de 763 millones de migrantes internos en todo el mundo y 272 millones de migrantes internacionales. Más de 1.000 millones de personas estamos en movimiento en nuestro mundo. Casi 71 millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares debido a conflictos armados, violencia generalizada o desastres naturales. De estos, casi 26 millones son refugiados; 41,3 millones son desplazados internos y 3,5 millones son solicitantes de asilo. Lamentablemente, el Mar Mediterráneo se ha convertido en el cementerio más grande del mundo, donde más de 20.022 personas perdieron la vida desde el año 2014 (ACNUR 2020, OIM 2020).

Prejuicios y xenofobia

En todas las sociedades, ante las crisis y los males sociales, buscamos chivos expiatorios. Lamentablemente las personas migrantes y refugiadas suelen ser el foco de los prejuicios, el miedo al otro, al que habla diferente, etc. La pandemia global que vivimos no es ajena a esa tendencia. De hecho, aparecen voces que dicen que son los migrantes los que propagan la enfermedad. En algunos casos los chivos expiatorios cambian de bando y ya no se habla sólo de los migrantes que saltan la valla, sino de los inmigrantes chinos que traen el coronavirus de su país, o de los «infectados» españoles o italianos. ¿Qué imaginario tiene hoy en España una persona que está viviendo en Madrid para el resto del territorio nacional?

Personas sin hogar

#YoMeQuedoEnCasa es uno de los hashtag más utilizados estos días en las redes sociales y en las indicaciones de sanidad y de las administraciones públicas. El drama es que hay muchas personas vulnerables, entre ellas muchas personas migrantes y refugiadas, que no tienen un hogar donde aislarse. Otras personas viven bajo techo, pero no pueden llamarle hogar. Infraviviendas donde en 20 metros cuadrados conviven familias enteras, o verdaderos desconocidos.

Campos de refugiados

Si las situaciones son complicadas, cuando nos quedamos cada uno en nuestra casa, no hace falta echarle imaginación cuando vemos las imágenes de los campos de refugiados en Grecia o en otros rincones del mundo. Campos repletos, sin condiciones sanitarias para poder cumplir cuarentena y aislamiento, o medidas de higiene adecuadas. ¿Son los campos de refugiados realmente en esta coyuntura que vivimos un lugar seguro para personas que se han visto obligados a dejar su hogar huyendo de la violencia?

Personas solas y aisladas

Algunas personas migrantes y refugiadas viven estos días recluidas y aisladas en sus casas, sin redes de apoyo con las que poder comunicarse o sentirse acompañadas. El drama es aún mayor en personas que no dominan el idioma y tienen serias dificultades incluso para conocer las normas de sanidad y aislamiento. Algunas incluso tienen miedo a salir a las calle a comprar, porque creen que la policía les pedirá los documentos y se meterán en líos.

Centros de detención y deportaciones

Hoy en día existen distintos centros de detención en todo el mundo. En el caso de España, no existe posibilidad de ejecutar expulsiones por el cierre de fronteras exteriores de más de 120 países. Esta situación y las condiciones de hacinamiento que se viven pueden poner en riesgo a las personas internadas. Asimismo, los problemas de convivencia y de posibilidades de contagio puede ser otro elemento a sumar en el caso que se planteen alargan las estancias.

Mujeres que cuidan

Una de las labores que realiza con suma dedicación un buen porcentaje de población migrante, sobre todo mujeres, es el cuidado. Mujeres que cuidan de nuestras personas mayores y de nuestros pequeños. Muchas de ellas no tienen opción de dejar sus trabajos y quedarse en sus casas, realizando una labor social de incalculable valor. Lo duro es que tanto las condiciones laborales, como la importancia del papel que cubren a nivel social distan en muchas ocasiones de unas condiciones dignas y adecuadas. Esta situación aún se agrava más cuando las mujeres tienen hijos e hijas a su cargo, pues en estos momentos que están en el trabajo, ellas no pueden ocuparse como necesitarían.

Personas enfermas

A la soledad, en ocasiones se suma la salud física y/o mental. El drama de personas que no solo no pueden salir de casa, sino que tienen que sufrir la enfermedad del coronavirus en soledad, con serias dificultades para comunicarse con el exterior. Algunas sin el control debido para tomar sus medicaciones o las consecuencias sobrevenidas que provoca en ellas el aislamiento. ¿Quién se ocupa de aquellas personas que parecen invisibles en nuestras estadísticas o que no aparecen en los titulares de las noticias? El gran drama de las personas migrantes con enfermedades mentales.

Familias trasnacionales

Uno de los grandes dramas de las personas migrantes y refugiadas es la sensación de desarraigo y de lejanía con familia y amigos. En estos momentos de mayor tensión y de preocupación por nuestros mayores y por las personas con enfermedades crónicas, las personas migrantes soportan esta carga y una mayor limitación debido a la lejanía con sus familias, y a veces a la falta o sobreexposición de información que no siempre ayuda a conocer la situación real de los países y comunidades.

Atrapadas tras la frontera

Con el cierre de fronteras en todo el mundo, hay familias que se encuentran divididas y atrapadas en lugares de tránsito, sin apenas medios para sobrevivir, en ocasiones sin conocer el idioma o la legislación local. Personas bloqueadas en aeropuertos, con imposibilidad de acceder a información básica, el desbordamiento en los consulados y embajadas, son elementos que presentan una fuerte vulnerabilidad para ciertos colectivos que se han visto aislados por el cierre de fronteras.

Crisis económica, Covid-19 e inmigración

Existen no pocas personas migrantes con trabajos precarios, que ya se ven afectados por despidos, ERTEs o incluso autónomos que ven peligrar su futuro profesional. El bloqueo económico que provoca el coronavirus afecta de una forma más acuciante a las personas más vulnerables, aquellas que ocupan los estratos más bajos de nuestro mercado laboral. Un gran porcentaje son personas migrantes y refugiadas en especial necesidad.

¿Cómo podemos cuidar de las personas más vulnerables?

Dado el contexto actual, sería necesario implementar una serie de medidas con celeridad.

1.- Evacuar los campos de refugiados superpoblados, así como los centros de detención y proveer de alojamiento seguro para los migrantes, donde se les pueda proteger de contraer y propagar el virus.

2.- Detener las deportaciones de migrantes, debido al cierre de fronteras y a la dificultad que tienen en muchos países para hacer frente a crisis sanitarias por las debilidades de sus sistemas de salud.

3.- Favorecer el acceso a atención médica para las personas sin hogar, las personas migrantes y refugiados en tránsito, especialmente para los colectivos más vulnerables.

4.- Proveer solidariamente de apoyo humanitario y financiero para los países y áreas más afectadas por la atención humanitaria de refugiados.

5.- Facilitar los procedimientos de asilo y defensa incondicional del estado de derecho, incluso en tiempos de crisis.

6.- Proveer de recursos de emergencia seguros para personas sin hogar o aquellas que viven en situaciones de hacinamiento y que no pueden cumplir las medidas de prevención y aislamiento.

7.- Facilitar información en varios idiomas sobre las medidas de prevención y aislamiento, así como de las indicaciones más relevantes en los medios de comunicación.

8.- Implementar redes de cuidado, especialmente para las personas solas, enfermas o que se han quedado atrapadas por el cierre de fronteras. Para ello apoyarse de las redes de cuidado que se han ido generando dentro de la sociedad civil, iglesias, etc.

9.- Trabajar en la sensibilización en favor de los colectivos más vulnerables. Muchas personas migrantes están cuidando de nuestros mayores, el colectivo más atacado por la enfermedad. Estas mujeres arriesgan su salud y la de los suyos. Asimismo, buena parte de nuestro mercado laboral y de las redes de cuidado son sostenidas por el colectivo inmigrante. En estos tiempos complejos estas noticias deberían ser portada frecuente en nuestros periódicos.

10.- Luchar contra los bulos y las corrientes populistas que asocian migración y propagación del COVID-19, facilitando información oficial sobre los procesos de transmisión y las personas afectadas.

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