Nairovys González, de 61 años, nunca imaginó salir de Venezuela. La crisis separó a su familia. Hoy está con su hijo y nieta en Perú. Ha sido víctima de rechazo por su nacionalidad y edad cuando se dirige a buscar un empleo. Es docente universitaria jubilada y quiere poder ejercer y aportar en el país
MARÍA JOSÉ VARGAS / ERNESTO CARRASCO. LA REPÚBLICA.- Nunca imaginó salir de Venezuela, pero lo hizo para ayudar a su hijo y nieta que ya estaban en Perú. Nairovys González, de 61 años, es docente jubilada del sector público y llegó a Lima junto a su esposo, a finales de 2018. Desea seguir desarrollándose como profesora universitaria, pero se le ha hecho esquivo.
Ser víctima de discriminación ha sido una constante para Nairovys en estas tierras, pero su ánimo no decae al rodearse del amor de los familiares que la acompañan.
“Decidí salir de Venezuela por mi hijo, quien ya tenía tres meses aquí en Perú y su situación bastante difícil porque tanto él como su esposa, no tenían con quien dejar a la niña cuando les tocaba salir a las calles a trabajar”. Explicó González, quien nunca dudó en asistir a sus parientes y que aprovechó el momento para reencontrarse con una parte de su familia, separada por la migración forzada.
Recordó que su travesía la hizo junto a mi esposo vía terrestre. “Salimos del estado Anzoátegui en Venezuela, arrancamos un sábado y llegamos el domingo de la semana siguiente a Perú porque tuvimos bastante inconvenientes a la hora de hacer los cambios en las fronteras”, precisó.
Ser rechazada por su nacionalidad y edad
Nairovys contó a La República que no ha encontrado trabajo desde que llegó a Lima y se le quiebra la voz cuando explica las razones. “En este momento estamos vendiendo en la calle porque hasta ahora no hemos encontrado empleo. No quieren nada con viejos… me he sentido discriminada cuando he acudido a llevar mis papeles para postularme en algún cargo y lo primero que me dicen es: no, porque eres venezolana o no porque eres mayor y eso ha sido como algo fuerte», dijo.
En otra oportunidad vivió un episodio de rechazo por parte de un representante en el colegio donde estudia su nieta. “Ustedes los venezolanos vinieron a quitar los puestos de trabajo y dentro de las escuelas los cupos a nuestros hijos”, recordó la también docente, quien no se quedó callada y respondió que no podía juzgar a todos los venezolanos por igual, “no todos somos iguales, no todos somos malos”, expresó con voz entre cortada.
Para González fue duro escuchar ese mensaje discriminatorio por parte de un nacional sobre los venezolanos. Pese a un episodio como ese, no considera que sea motivo para regresarse a su país, al menos, no por ahora. “Realmente no me arrepiento porque el solo hecho de estar aquí con mi hijo, con mi nuera y mi nieta eso me llena. ¿Regresaría? sí, pero cuando se vaya Maduro”.
“La tarea que debemos aprender como venezolanos”
“Si hay algo que le reconozco a los peruanos es que son nacionalistas. Percibo que quieren mucho a su país y siempre ponen por encima de cualquier cosa, sus tradiciones. No me gusta que la gente pierda su identidad… Yo pienso que lo que viene ahora es seguir en ese camino, es decir, valorar mucho más lo que somos y lo que tenemos. Se debe trabajar en función de mejorar todas las fallas que podamos tener como seres humanos”, puntualizó.
A Nairovys se le vuelve a quebrar a voz cuando habla de su familia y de las personas que más extraña. La migración no ha sido fácil de superar para ella, pero mantiene buen ánimo para superar cada desafío que en la vida se le presente. “Lo primero que extraño es a mi hija y a mi nieto. Al resto de mi familia también. Es duro, es muy duro migrar y sobre todo cuando uno tiene una calidad de vida, siendo profesional y que tenía su empleo. Bueno, así es la migración”.
Concluyó que añora vivir nuevamente en su país, en armonía, con su familia y amigos. “Sobre todo, en los hijos y en los nietos. Cada vez que uno llama, ellos (nietos) te preguntan cuándo te vienes, cuándo nos vemos… y eso siempre pega”, manifestó.