La primera ministra británica presenta su programa electoral con duras medidas para reducir la inmigración en más de un 60%
PABLO GUIMÓN. EL PAÍS.- Theresa May se muestra inflexible con la inmigración en el programa del Partido Conservador para las elecciones anticipadas del próximo 8 de junio, en las que la primera ministra británica busca fortalecer con una rotunda mayoría parlamentaria su posición negociadora ante el Brexit. Niveles altos de inmigración como los que tiene hoy Reino Unido, para May, pueden dañar la cohesión de las comunidades. La líder conservadora se compromete a reducir la inmigración neta por debajo de los 100.000. Algo que los Gobiernos tories han prometido desde hace siete años, para después fracasar estrepitosamente, y que los expertos advierten de que no se puede hacer sin dañar la economía. Además, según el programa presentado este jueves en Yorkshire, el Gobierno encarecerá la contratación de trabajadores inmigrantes de fuera de la Unión Europea -los empresarios deberán pagar una tasa de 2.000 libras anuales por cada uno, el doble que hasta ahora- y obligará a estos a pagar más por utilizar la sanidad pública.
La insistencia de May en mantener el objetivo de bajar de 100.000 la inmigración neta (la diferencia entre la gente que viene al país para quedarse más de un año y la que se va), anunciado en los días previos a la presentación este mediodía del programa electoral oficial de 84 páginas, ha sido duramente criticada. Se trata, dicen los críticos, de un objetivo difícil de cumplir sin dañar la economía, ya que la tasa de empleo en Reino Unido es inferior al 5% y muchos empresarios han dicho públicamente que su supervivencia depende de la mano de obra extranjera. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, un organismo público independiente, calcula que alcanzar ese objetivo costaría 6.000 millones de libras anuales (7.000 millones de euros) a la economía británica, en terminos de pérdida de talento y productividad. «La inmigración incontrolada tiene un impacto negativo en la gente, sobre todo en aquellos de rentas más bajas, al tirar hacia abajo de los salarios y desplazar directamente puestos de trabajo», ha defendido May.
La inmigración neta en el país es de 273.000, casi el triple del objetivo que se propuso durante los últimos siete años el anterior primer ministro, David Cameron. La última vez que bajó de 100.000 fue en 1997. El propio George Osborne, ministro de Finanzas con Cameron y hoy director del diario Evening Standard, sugería desde un editorial del vespertino gratuito que se trata de un objetivo poco realista que los propios miembros del Gobierno rechazan en privado.
May, que fue ministra del Interior en los años en que el Gobierno de Cameron se propuso sin éxito el mismo objetivo que asume ella ahora, ha dicho que no existe «una medida individual» capaz de reducir la inmigración neta por debajo de 100.000. «Se trata de un trabajo constante», ha añadido.
El programa contiene más medidas tendentes a la reducción de la inmigración, que los críticos ven como un intento de capitalizar su postura pro Brexit y de obtener votos del populista UKIP, cuyas peleas internas y crisis de identidad van camino, según los sondeos, de hacerlo casi desaparecer tras las elecciones del 8 de junio. Entre las medidas más llamativas está la de obligar a los empresarios a pagar más para contratar a inmigrantes extracomunitarios. Se duplica una tasa que se paga por cada trabajador inmigrante extracomunitario, en vigor desde el mes pasado, que pasaría de 1.000 a 2.000 libras anuales. El dinero recaudado irá para la formación de trabajadores británicos.
El Gobierno reconoce el papel “increíblemente importante” de los inmigrantes en la economía, ha dicho Jeremy Hunt, ministro de Sanidad, en la BBC. “Lo que no es justo es traer trabajadores del extranjero y no formar a nuestra propia gente para que puedan hacer esos trabajos”. Se trata, en palabras Hunt, de una llamada a la “responsabilidad social” de las empresas. El Gobierno no ha aclarado si esa tasa se aplicará a los trabajadores de la UE una vez Reino Unido haya abandonado el bloque.
La primera ministra ha insistido en que Reino Unido abandonará el mercado único y buscará «un acuerdo de libre comercio lo más amplio posible». «No se puede salir de la UE y seguir en el mercado único, y los británicos nos han dicho que quieren salir de la UE», ha explicado, antes de rechazar las etiquetas de «Brexit duro o blando», defendiendo que de lo que se trata es de lograr «el mejor Brexit para Reino Unido».
El programa electoral presentado este jueves constituye la primera oportunidad para tratar de comprender, más allá de los discursos, cuál es el país que quiere Theresa May, una primera ministra que llegó al cargo sin pasar por las urnas, tras el caos que provocó la dimisión de David Cameron como consecuencia de su derrota en el referéndum sobre el Brexit el año pasado. Se trata de un documento más rico en filosofía que en propuestas concretas llamativas. Apenas contiene detalles sobre finanzas, cuando el país está ansioso por calibrar el potencial impacto económico de abandonar la UE. Defiende un conservadurismo de «país y comunidad» frente al «individualismo egoísta».
En línea con los discursos que ha venido pronunciando desde que llegó a Downing Street en julio del año pasado, el programa de May encierra un rechazo del liberalismo de laissez faire y defiende la intervención del Estado en la economía. Supone, en suma, una ruptura con el thatcherismo que ha sido la ortodoxia del partido en las últimas décadas. «Margaret Thatcher era conservadora, yo soy conservadora, este es un programa conservador», ha querido zanjar May a preguntas de los periodistas.
La primera ministra busca con este programa pescar votos del Partido Laborista y del populista y antieuropeo UKIP, ambos sumidos en profundas crisis que los tories confían en rentabilizar en las elecciones anticipadas, para obtener una mayoría similar a la ventaja de 144 escaños que obtuvo Thatcher en 1983. En un intento de afianzarse en el centro político del que Jeremy Corbyn aleja a los laboristas, May define al conservador como el verdadero partido de la clase trabajadora. «El Partido Conservador siempre ha estado en el centro», ha señalado May, en respuesta a los periodistas.
Los grandes desafíos a los que se enfrenta el país, ha resumido May, son cinco: crear una economía fuerte; el Brexit y el mundo cambiante; combatir las divisiones sociales; tratar con una sociedad envejecida, y adaptarse a una tecnología que cambia rápidamente. Además, el programa descarta la celebración de un referéndum de independencia en Escocia «en este momento».
May ha presentado su programa electoral en un acto en Yorkshire, después de que los laboristas y los liberal demócratas hicieran lo propio el martes y el miércoles, respectivamente. May ha prometido más dinero para la sanidad y la educación públicas, servicios que atraviesan serios aprietos económicos. Su partido, escribe May en un artículo hoy en el Telegraph, “no se encogerá ante los desafíos” a los que se enfrenta un país que atraviesa “el periodo más exigente” del que ha sido testigo en su vida la primera ministra. «El Brexit nos definirá, definirá nuestro lugar en el mundo, nuestra seguridad económica y nuestra futura prosperidad», añade.