EFE. LA VANGUARDIA.- Más de 1.100 refugiados han sido forzados a abandonar sus hogares por ataques violentos en contra de las minorías religiosas tras los atentados del Domingo de Resurrección en Sri Lanka, guareciéndose en precarios refugios improvisados, denunció hoy Amnistía Internacional (AI).
Los refugiados que huyeron a Sri Lanka «esperaban escapar de la violencia de los intolerantes en sus países. Ahora, se enfrentan a los mismos miedos que los obligaron a venir aquí, y ahora languidecen atrapados en refugios en pésimas condiciones», dijo en un comunicado el director de AI para el sur de Asia, Biraj Patnaik.
Desde los ataques del pasado 21 de abril contra tres iglesias y tres hoteles de lujo que dejaron 253 muertos y más de 500 heridos, la tensión entre la comunidad musulmana y la mayoría budista del país ha ido en aumento.
De acuerdo con AI, los refugiados, en su mayoría de origen paquistaní o afgano intentan mantenerse a salvo dentro de «centros comunitarios hacinados y en una estación de policía, que se les ofrece en buena voluntad como lugares de refugio temporal».
Las víctimas «carecen de lugares adecuados para dormir, instalaciones sanitarias limpias, acceso a atención médica para tratar enfermedades que están proliferando en estos albergues improvisados», detalló.
Entre este grupo se encuentran musulmanes ahmadis, cristianos paquistaníes, chiíes hazaras afganos, y refugiados políticos de Irán y Pakistán.
En una serie de entrevistas recopiladas por la organización internacional, estas personas indicaron que las agresiones se iniciaron con el rumor de que paquistaníes estaban detrás de los atentados de los que las autoridades acusan a los grupos islamistas locales National Thowheed Jamath (NTJ) y Jammiyathul Millathu Ibrahim (JMI).
«Un grupo de hombres vino, algunos con palos con clavos. Algunos de ellos estaban borrachos (…) Dijeron que éramos paquistaníes y que teníamos que salir del área en dos horas», contó a AI Naseem John, un católico paquistaní de 57 años.
Según su relato, fue obligado a abandonar el lugar pese a haber justificado que, al igual que la víctimas del día de Pascuas, eran también cristianos.
«Eso no importa, eres paquistaní», le dijeron los agresores.
Para Afiya Aslam, una musulmana de la perseguida minoría ahmadi que huyó de Pakistán junto a su familia a finales de 2016, esta es la misma experiencia que la hizo huir de su país natal.
«Mi hija tiembla y ha tenido fiebre desde el pasado jueves, cuando la turba llegó y comenzó a tirarnos piedras. Ella sigue diciendo,’¿Son estos los mismos hombres malos (de Pakistán)?», relató.
Tras los atentados del 21 de abril, las autoridades religiosas de la comunidad musulmana decidieron suspender temporalmente los rezos comunitarios de los viernes por miedo a represalias.