Más de 5.000 euros por escapar de España en patera

| 24 abril, 2020

La pandemia fuerza movimientos migratorios inéditos y a la inversa. Marroquíes y argelinos huyen de la covid y del consecuente parón económico

MARÍA MARTÍN. EL PAÍS.- Regresar a casa en plena pandemia se ha convertido en una misión casi imposible que está alimentando las redes de tráfico de personas. Un grupo de unos 100 marroquíes se embarcó a finales de marzo en dos botes inflables para volver de forma clandestina a su país y burlar las restricciones decretadas para frenar el virus tanto en España como en Marruecos. Cada uno pagó unos 5.400 euros por el viaje, que concluyó en una playa de Larache, en el noroeste de Marruecos. El precio de una plaza en una patera desde las costas marroquíes a España, es decir, el trayecto contrario, oscila entre los 400 y los 1.000 euros, según fuentes policiales.

Los detalles de la travesía fueron recogidos por la prensa marroquí y el episodio consta en un informe interno de la Comisión Europea, al que ha tenido acceso EL PAÍS, como ejemplo de la flexibilidad de las mafias. “Los traficantes de migrantes muestran extrema flexibilidad y adaptabilidad de sus negocios delictivos, ahora también organizando los viajes de migrantes marroquíes irregulares que huyen de la covid-19 en dirección opuesta, es decir, de España a Marruecos”, cita el documento.

El viaje del grupo de marroquíes, la mayoría en situación irregular en España, según el diario Al Ahdath Maghrebia, no fue fácil. Al acercarse a la costa fueron sorprendidos por enormes olas que les mantuvieron en el mar un día entero. Sin poder desembarcar, contactaron desde el bote con un facilitador que les cobró 300 euros a cada uno por ayudarles a llegar a la playa. La prensa local no deja claro si ese valor se sumó al ya invertido antes de partir o fue un gasto imprevisto.

Batida policial

Una vez en tierra, el grupo se dispersó para esconderse de las autoridades. Marruecos es, tras Suráfrica y Egipto, el tercer país africano más afectado por la covid-19, con 2.855 casos confirmados, y sus restricciones son severas. Los gendarmes, encargados de hacer cumplir el confinamiento y alertados del desembarco, iniciaron una investigación, con búsquedas casa por casa, para atraparles y evitar que se convirtiesen en un foco de contagio. Al menos uno de ellos fue localizado acurrucado en un horno de barro de un pueblo.

España, con 213.024 casos confirmados y 22.157 muertos, se ha convertido en uno los países donde el virus se ha expandido con más virulencia. Las restricciones de movimiento han parado en seco buena parte del mercado laboral, además de la actividad y el empleo sumergido. El diario Hespress destaca la difícil situación en la que se encuentran los inmigrantes marroquíes tras el decreto de estado de alarma, sobre todo para los que están en situación irregular.

El cerrojazo unilateral de fronteras de Marruecos el pasado 13 de marzo, que no ha permitido el retorno de sus nacionales pese a los esfuerzos del Ministerio español de Exteriores, ha dejado, además, varados a cientos de marroquíes lejos de sus casas y sus familias a las puertas del Ramadán, el mes sagrado para los musulmanes. Muchos son trabajadores transfronterizos, autónomos que cumplían con su jornada laboral en Ceuta y Melilla y que, de la noche a la mañana, estaban en el lado equivocado de la frontera.

En Ceuta hay al menos 300 marroquíes bloqueados sin poder volver a su país, según El Faro de Ceuta. En Melilla, las autoridades han acogido a 350, pero se calcula que puede haber decenas resguardados en casas de familiares o amigos. Desde que Marruecos decretó el blindaje de sus fronteras ha habido un goteo de marroquíes intentando volver a casa a nado. La madrugada del pasado 22 de marzo, un grupo de cuatro jóvenes entró en el mar desde la playa de El Tarajal y alcanzó la playa marroquí vecina, según relató la agencia Efe. Fueron detenidos nada más poner un pie en la arena y sometidos a controles médicos. La Guardia Civil de Ceuta asegura que al menos una veintena de marroquíes ha huido a nado a su país durante el confinamiento. Incidentes similares se han registrado en Melilla, según fuentes policiales.

Estos episodios han provocado cierta inquietud en Marruecos y la cuestión ha llegado al Parlamento. “El brote del virus en España llevó a los ciudadanos marroquíes a llevar a cabo una contra-migración ilegal a través de botes de la muerte, o a infiltrarse en camiones de transporte internacional de mercancías desde Europa a Marruecos, después de encontrarse en una situación difícil debido a la epidemia y la falta de oportunidades de trabajo. Le preguntamos sobre las medidas de precaución y las medidas adoptadas para someterlos a cuarentena para evitar la transmisión y propagación de la infección”, registró en una pregunta parlamentaria la diputada Rita Hatimi.

Los inmigrantes argelinos también se han embarcado clandestinamente de vuelta a su país. Y no solo desde España. Según fuentes policiales, se ha detectado actividad de las mafias también desde Italia. Argelia es el cuarto país africano más afectado por el coronavirus y acumulaba a 20 de abril 2.629 contagiados. La prensa argelina ha reportado con asombro este fenómeno después de que se detectasen tres barcos con 12 emigrantes a bordo al este de Orán, en el noroeste de Argelia.

“Sorprendente e inusualmente, los barcos no se dirigían a las costas de la península Ibérica, sino que regresaban a Argelia desde España”, publicó Algerie 360°. Los recién llegados también fueron detenidos, obligados a hacerse exámenes médicos y a cumplir cuarentena.

Goteo de pateras hacia España

Aun registrando movimientos migratorios a la inversa, España continúa recibiendo inmigrantes irregulares que intentan completar su viaje a pesar de la pandemia. Desde que se decretó el estado de alarma, el pasado 15 de marzo, hasta el 15 de abril, un total de 829 personas entraron irregularmente por tierra y por mar, según datos del Ministerio del Interior. El total de llegadas hasta el 19 de abril (6.056) supone, no obstante, un descenso del 24% si se compara con el mismo periodo de 2019, según recoge un análisis interno sobre los flujos migratorios de la Comisión Europea.

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